XXIII "Un Mafioso En La Corte... Y Mikelian"

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Viernes.

Amado y frío viernes.

Sin escuela los siguientes tres dias, sin tarea pero con una reunión que llevar a cabo. No era tan malo como sonaba.

Los visitantes comenzarían a llegar pronto por lo que el alboroto en el palacio era evidente pero sutil. Los empleados corrían de un lado a otro preparando el almuerzo, la sala de té, las habitaciones y claramente la cena. A medio día Louis tuvo que tomar uno de sus transportes privados dejando por un día su momento a solas en el autobús, para así llegar a tiempo. Había logrado resolver el problema de las habitaciones adjuntas de los reyes hace apenas unas horas y de la misma forma las reinas y descendientes estaban ubicados estratégicamente al rededor de palacio; Mikelian -por supuesto- al otro extremo de Buckingham.

En su habitación asea su cuerpo con rapidez y remplaza su ropa de escuela por un traje más elegante. Maura no está ahí con él para atar todos los cordones de su rígida chaqueta azul marino de apariencia acartonada y textura suave con bordados de oro, cuello alto, mangas ligeramente abombadas de codo al hombro, ceñidas en los antebrazos apenas con el largo suficiente para ser arremetida entre su pelvis y el pantalón por encima de la camisa de lino blanco que vestía por debajo.

Utiliza pantalones delgados color hueso de cintura alta y pretina ancha que enmarca su figura dando un realce específico a sus glúteos. Ajustar los cordones de su ropa es una tarea que demora poco más de treinta minutos a una ama de llaves con experiencia como Maura pero no para Niall a quien ha visto después de tanto tiempo.

Desconoce la razón por la que ha sido enviado a él como sirviente de vestimenta pero su torpeza al cruzar los cordones en los arcillos metálicos de la camisa estresa a Louis. Y aún faltan los cordones de las botas con arcillos en los cuarenta centímetros de sus costados. Luego de una larga, fatídica e incómoda hora en la que no cruzaron palabra, con los dedos de Niall culminando en un roce sobre su nuca, decide que perder más tiempo con las botas no es la mejor opción y finalmente le dirige la palabra a Niall -además del 'esta bien' que respondió al rubio cuando lo encontró en su armario alizando su chaqueta y le dijo que había sido enviado como sirviente de vestimenta- para dar una orden.

-Lustra mis botas azules de talle alto, las que solo tienen cordones dorados en la parte que cubre el muslo. Ya no quiero las de cordones dorsales oscuros. Yo terminaré de arreglarme.

-Si señor.

Niall obedece la orden con la cabeza baja, en ningún momento lo ha mirado a los ojos y eso es tranquilizante. Las cosas son tensas todavía pero al menos la jerarquía entre ellos se ha restablecido. Desliza sus pies descalzos por el frío suelo del armario hasta posicionarse frente al tocador donde aplica primer y una base líquida en dos tonos sobre su rostro, la esparce con cuidado de no ensuciar el cuello de su chaqueta. Utiliza polvo compacto para sellar seguido de un poco de broncer e iluminador discreto en las mejillas. No utiliza rubor pues ya es suficiente con el rojo que colorea sus mejillas a causa del frío. Entre su arsenal de maquillaje atrapa las sombras doradas que coloca sutilmente sobre los párpados y humedece sus pestañas de cera especial que las riza y define. El labial que utiliza es color palo de rosa textura mate que apenas se nota en él. Niall lo observa de reojo pero Louis lo ignora, tratándolo como lo que es: un miembro más de la servidumbre.

-No sabía que usabas maquillaje. -dice, pero pareciera que está hablando con la pared porque Louis ni siquiera se inmuta-. Louis ¿No vas a hablarme? -silencio-. No puedes ignorarme toda la vida.

-Tu no deberías hablarme para empezar. -Enigmática voz casi indiferente. Louis es una de esas personas que podría haber matado a tu hermano por la noche y en la mañana abrazarte cálidamente para darte el pésame. Era un maestro con sus emociones excepto cuando estaba con Harry, pero este era Niall. Louis se encontraba muy molesto con él ya que había pasado semanas ignorandolo, incluso cuando por código de trabajo no tenía permitido hacer eso-. Si estuviésemos seiscientos años atrás tu no tendrías derecho de dirigirme la palabra o siquiera a mirarme a los ojos. Serías un esclavo. -Habló brutalmente hosco pero sin perder la calmada, elegante y y delicada postura mientras se ajustaba el cuello frente al espejo. Alzó la mirada ligeramente a su lado izquierdo y buscó los orbes de Niall en el espejo-. Así que no tomes libertades que no te mereces. -Sentenció.

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