XX "Sapere Aude"

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Toda cosa buena que llega a tu vida trae por defecto dos o tres malas. Es como si lo bueno que tienes fuese tan bueno que el gran orden divino de las cosas necesitara equilibrarlo para que todo esté en paz. A veces pareciera que Teo* se pone a jugar a los volados con la vida y a veces con la muerte, con las dichas y con las desgracias y es de esta manera que escoge lo que a cada quien le toca.

Harry era algo bueno en la vida de Louis. Estaba enamorado y era correspondido. La necesidad de una desgracia era compensada con el peligro que corría si algún enemigo del Opekun los veía juntos. No obstante conforme más unidos se volvían y más crecía el vínculo entre ellos la implacable urgencia de una desdicha crecía a la par. Un mes había transcurrido después del beso que compartieron en el salón de esgrima. Lo prudente sería decir que desde entonces las cosas mejoraron, su relación se formalizó y todo fue como pétalos de rosa, incluso cabría un Y vivieron felices para siempre pero aquello solo sucede en los libros y eso es porque los escritores son unos mentirosos.

Febrero comenzaba, el mes del amor recuperaba la euforia de los regalos de navidad y alimentaba la inauténticidad de la gente. Habían muchas bodas en esos veintiocho días, lunas de miel y paseos románticos sobre la nieve que poco a poco cedía ante la presencia latente de Marzo. De la misma manera que el amor llegaba a la vida de los universitarios, con Febrero también habían vuelto las responsabilidades en la escuela, combinado con las miles de cosas con las que tiene que cumplir Louis como príncipe y ser secretario particular de su padre no le dejaba el tiempo suficiente para dedicarle a Harry. Él entendía, pues su vida era igual de difícil y también tenía prioridades impuestas, la diferencia es que si no deseaba responder una pregunta simplemente no lo hacía, si no deseaba que lo cuestione nadie se atrevía a hacerlo. En pocas palabras él no sufría la tortura de una Universidad, al menos ya no. Louis estaba muy estresado todos los días y aunque por las moche procuraba hablar con Harry, había momentos en los que el Opekun se hallaba al otro lado del mundo donde apenas amanecía y por ende estaba dormido. Su pequeña y especial relación de alimentaba de mensajes dulces que se respondían horas más tarde de ser recibidos.

Niall había vuelto a aparecer en la vida de Louis, de vez en cuando se veían y cruzaban miradas por el palacio pero ya no hablaban, el rubio había sido transferido a otra área de trabajo a petición de su propia madre, quien al principio estaba encantada de que su hijo y Louis que prácticamente es su hijo perdido estuvieran en algo, pero al ver la tensión de los problemas entre ellos y el rumbo sucio en el que se tornaban ellos dos decidió que lo mejor era que eso se terminara. Las cosas entre ellos dos eran neutrales.

Lo mismo pasó con Josh, el regreso a la escuela lo había llevado a reencontrarse con él sin embargo Louis tomó una actitud diferente con él manteniendo una distancia considerable y expresando implícitamente sus sentimientos que ya no eran los mismos que antes de vacaciones. Eran buenos amigos, iban al gimnasio juntos, practicaban en el salón de esgrima, tomaban el almuerzo juntos de vez en cuando y hasta compartían en curso de Japonés en primer nivel. Ya no existía una tensión sexual entre ellos, solo había algo que siempre existió independientemente de las veces estuvieron juntos: una amistad irrompible. Esto aliviano la vida de Josh porque ya sin Louis encima podía dedicarse completamente a Niall.

Su padre se había tomado la noticia de excelente forma, podría decirse incluso que estaba orgulloso de su hijo. Sus hermanas eran quizás las más emocionadas con la unión porque por primera vez Louis ya no era el chico de la sonrisa perdida que tenían por hermano. Maura, había estado feliz por Louis y toda la cuadrilla de servicio del palacio estaban encantados con la personalidad de Harty quien en poco tiempo ya era como parte de la familia a tal grado de llegar por la puerta principal y ser recibido de la misma manera que un Lord, incluso le cocinaban y tenía un derecho implícito de abrir la nevera y sacar lo que quisiera para comer. La primera dama parecía ser la única inconforme con la decisión de su hijo, decía que un monarca gay afectaba mucho a la imagen de la realeza, aquello no eran más que falacias nacidas de un rencor muy viejo.

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