Capítulo 13
-El piso no es muy grande, pero cuando estéis ya completamente instaladas podéis buscar algo mejor.
-Es perfecto Manuel, (dije paseando por el salón) ¿verdad Alba?
-Quizás un poco pequeño... (La miré) Pero me gusta. (Sonreímos)
La verdad es que el piso que nos había encontrado Manuel no era muy grande, pero era bonito y estaba en una zona privilegiada de Génova. Dos habitaciones, una cocina-comedor, y un pequeño balcón dando a una de las calles más nombradas de la ciudad, Vía Garibaldi a nuestros pies, una delicia para cualquiera. Dejamos las maletas en nuestras habitaciones y decidimos ir a investigar un poco aquel barrio que ahora sería nuestro nuevo hogar. Nos despedimos de Manuel, íbamos a vernos para la hora de la cena, tenía trabajo.
-¿Pasta para comer? (Sonreí)
-¡Me parece bien!
Seguí a mi hermana y su inseparable mapa, nos sentamos a un restaurante típico y pedimos tallarines y una pizza que olía de maravilla. Decidimos que nuestra primera comida en aquella ciudad tenía que estar acompañada de un buen vino, elegí uno rosado. De postre algo de chocolate para rematar. Pedimos cafés, y mientras mi hermana miraba donde quería ir cuando termináramos cogí el teléfono. Ni un solo mensaje, ni una llamada, nada. Busqué su chat de WhatsApp y lo abrí, estaba en línea, quizás era lo más cerca que habíamos estado de ese ese día en mi casa.
-¿Aun sigues esperando una disculpa? (Miré a Alba) Vanesa... Malú no te merece...
Volví a mirar la pantalla del móvil, cerré su chat, y lo bloqueé de nuevo. Sí, esperaba una disculpa, o una oportunidad de explicar bien las cosas. Aún sigo esperando que me ayudara a levantarme del suelo después de caer de los brazos de su hermano sin apenas aire, aun espero que volviera a mi casa como yo lo hice para ir a la suya después de aquella cena, aun espero... Pero quizás mi hermana tiene razón y no me merece. Quizás este es de verdad mi lugar, y lo voy a aprovechar al máximo, esta es nuestra nueva vida.
-¿Qué quieres ver hoy?
Guardé mi móvil mientras le preguntaba y me centraba en ella. Ahora mismo sería mi prioridad. Mi hermana, y yo en Italia. Empezando desde cero, juntas, como les hubiera gustado a nuestros padres.
Paseamos y nos perdimos por aquellas calles que pronto nos enamoraron, Alba me iba contando alguna escultura que veíamos por los edificios, hasta llegar a una plaza 'Piazza de Ferrari' dijo mi hermana que se llamaba. Me hubiera dado igual el nombre, porque me quedé quieta mirando la gran fuente que había en el centro, caminé un poco más y me senté en unos de sus escalones, mientras el agua quedaba detrás de mí. Abrí mi bolso y saqué uno de mis cuadernos, empecé a escribir. Siempre llevaba alguna libreta y muchos bolígrafos, me gustaba contar lo que veía, o alguna frase que venía a mi mente, lo utilizaba para desahogarme, como el que tiene un diario, lo mío era más citas, o algún escrito que salía sin más después de que algo me removiera.
-No lo haces todo al revés... (Dijo mi hermana poniéndose a un lado mientras leía lo que había puesto) Créeme...
-Si yo... si yo pudiera mirarle a los ojos y encontrarla sin más... sería todo más fácil... (La miré y ella hizo lo mismo, cerró la libreta y me cogió la mano)
-Parece que todos lo vemos y aquí sigues... Sin saber por qué... No la excuses. Ni a ella ni a él. Basta Vanesa. Quiérete. Ha llegado el momento de quererte, de vivir. (Le sonreí)
-Gracias...
-¿Gracias? (Dijo poniéndose de nueva recta a mi lado)
-Si... apenas hemos tardado días en dejar Madrid, y sé que no ha sido fácil para ti.
-No, no lo ha sido... pero, es mucho más difícil verte tan triste. Aquí podemos encontrar algo de trabajo, mañana iré a dejar algún curriculum para ser profesora en alguna academia, y tú... (La miré con las cejas levantadas) Tú... (Asentí esperando) Tú tienes a Manuel. (Sonrió e hice lo mismo)
-¿Eso qué quiere decir?
-Que él puede ayudarte... Además, tienes algún ahorro, y con el traslado de la tienda es mucho más fácil seguir adelante.
Asentí mientras recordaba aquellas cuatro paredes. Las echaba de menos, pero había hecho lo mejor. Tuve mucha suerte, cuando el chico del negocio de al lado vio que la ponía en venta no dudo en hablar conmigo. Necesitaba más espacio para su restaurante, y ese era ideal. En apenas una semana teníamos los papeles listos, tuve que cancelar algún evento que tenía contratado para los próximos meses pero lo entendieron.
Nos levantamos de allí, empezaba a refrescar y la luz del sol de Noviembre se estaba apagando. Decidimos volver al piso, ordenar un poco las cosas e ir a comprar algo de comida para los siguientes días. Habíamos quedado para cenar con Manuel en su casa, salimos cuando faltaban unos minutos para la hora acordada. Al bajar del taxi que no había llevado hasta la dirección que me había enviado me quedé quieta mirando aquella fachada. Era un gran edificio, nada céntrico de la ciudad, la puerta estaba abierta, entramos y sonreí cuando lo vi al final rodeado de un montón de niños con una guitarra en la mano. Todos se giraron hacia nosotras, cuando lo hizo Manuel y nuestros ojos se encontraron, sonrió.
-Pasar, y sentaros por aquí...
Miré a mi hermana, me reí cuando vi los zapatos de tacón que se había puesto, menos mal que tuve una buena intuición y me puse unos botines bastante cómodos. Después de saltar un par de piedras que había por medio de aquel pasillo llegué hasta la mano que me había tendido Manuel, y me senté a su lado, Alba lo hizo al mío.
-¿Y esto? (Pregunté)
-Es un proyecto que estamos haciendo con la ONG que te comenté, estos niños (los miré y me sonrieron) están trabajan para poder darles un futuro, y algunos desgraciadamente no tienen a nadie. (Volví a mirarle) Le Comune de Génova nos regaló este edificio para instalar un hogar para ellos, y aquí estamos (dijo sonriente y mirándoles a ellos, se rieron) Cada día se queda un voluntario para pasar la noche aquí, y hoy me toca a mí. (Nos volvimos a mirar) Y qué mejor que compartirlo contigo. (Le sonreí y me sonrojé)
-Ejem... (Bajé mi vista y me reí al escuchar a mi hermana)
-Quiero decir... con... con vosotras...
-Ya, claro...
Miré a Manuel y me reí. Miré a Alba y me sonrió.
-Papi... (Miré a Manuel cuando oí esa vocecita) Cógeme...
Manuel miró a un lado y cogió en brazos a la personita que le estaba estirando de su jersey, dejó la guitarra a un lado y me miró. Estaba seria, ¿había oído bien?
-Vanesa... te... te presento a mi hija... (La miró y sonrió) Ella es mi pequeña Vanesa...

ESTÁS LEYENDO
Dejemos las excusas
FanfictionQué fácil ponerse en la piel de los demás mientras ves la vida pasar desde la barrera. Que difícil tener la felicidad a tu lado pero no poder hacer nada para cogerla fuerte. ¿No poder o no querer? Miedo, una de las causas más sonadas por el amo. Dej...