Capitulo 23

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Capítulo 23

Una semana después...

Narra Malú

-Y aquí están los dos locales que he encontrado... ¿Qué te parecen?

Lucas me sonrió mientras cogía aquellos documentos que había dejado sobre la mesa, unas fotocopias que había sacado de unos locales que había encontrado en Génova para la apertura de nuestro nuevo despacho. Él llevaría el de Madrid y yo podría irme allí. Llevaba un par de días de nuevo en Madrid, y la próxima semana regresaba a Italia para empezar con todo de nuevo. Mientras, Vanesa, me buscaba un piso allí. Decidimos no empezar a vivir juntas, aunque estaba casi segura de que todas las noches acabaríamos durmiendo en la misma cama, pero era mejor así. Queríamos tomarlo con calma, sin agobios, sin explicaciones.

-Me gustan los dos, además te vas tu solita... Así que, es tu decisión.
-Ya (Sonreí), pero eres mi socio. Así que, tenemos que elegir juntos.
-Entontes, podría venirme unos días a Génova y lo miramos... ¿Cómo lo ves?
-Perfecto, (me levanté cogiendo los papeles y guardándolos en una carpeta) Así te presento a Vanesa.
-¡Uh! (Sonrió) A tu chica... (Me reí y asentí) Muy bien. Por cierto... (Volví a sentarme y le miré) ¿Has hablado con tus padres? (Dejé de sonreír)
-No...
-¿A qué esperas?
-Pues... no lo sé... no...
-¿No estás segura?
-Sí. (Dije rápidamente) Estoy muy segura con ella, (Sonreí) nunca me había sentido así.
-Pues... estás tardando...

Se fue de mi despacho, y le hice caso. Había llegado el momento de enfrentarme, cogí el teléfono y llamé a casa.
Horas después llegué a mi piso, lo tenía medio recogido, volvía a Génova en apenas unos días, no quería estar mucho más tiempo por aquí, esta misma noche había quedado con mis padres, en la llamada hemos comentado de cenar en su casa. Me duché, me vestí con un mono negro, y me dejé la melena suelta, sabía que Vanesa actuaba esa noche. El dueño del local donde nos reencontramos la había contratado, estaba eufórica, me encantaría estar allí ahora mismo. Me miré al espejo, cogí el móvil, y me hice una foto. Abrí nuestros mensajes y se la envié. 'Me encantaría estar ahí para verte encima del escenario, y besarte después... Menos mal que nos quedan todas las noches de nuestra vida. Te quiero'. Sonreí cuando lo envié, estoy segura que se preguntará dónde voy tan arreglada, pero para entonces ya habré hablado con mis padres, y podré contarle como me siento y no la pondré más nerviosa de lo que lo estará ahora mismo. Cogí el bolso y salí de mi piso.

-¡Ya he llegado!

Tenía las llaves aun de la casa de mis padres, entré saludando y avisando de que ya estaba allí, mi madre no tardó en recibirme con un par de besos.

-Vamos, que tu padre y tu hermano ya están esperando para cenar.
-¿Alex también?

Pregunté parando en seco antes de entrar en el comedor, mi madre se giró y asintió sonriente. Respiré hondo, algún día tendría que enterarse, cuando antes mejor. Entré, sonreí a mi padre y nos abrazamos, miré a mi hermana y se acercó.

-Hermanita... (Me dio un par de besos)
-Hola, ¿Cómo vas? (Asintió sonriente)
-Muy bien, ¿tu?
-Perfectamente.

Nos sentamos en la mesa, mi madre había preparado un poco de ensalada, y ternasco al horno, nada especial, un buen vino y listo. No sabía cómo empezar a contarles lo que les iba a decir, pero, mi padre se me adelantó.

-Cariño, (le miré) tu madre me ha dicho que querías contarnos algo en la cena... somos todo oídos.

Me sonrió, hice lo mismo pero apartando su mirada de la mía, miré a mi madre un segundo y después a mi hermano, y de nuevo a mi padre. Respiré mientras cerraba los ojos para relajarme.

-¿Te pasa algo cariño? (Miré a mi madre) ¿Estas bien? (Asentí) ¿Ha pasado algo en el despacho? (Asentí)
-¿Va mal el negocio?
-No, (contesté rápidamente a mi padre) va genial. El caso es que... hemos decidido de expandir el negocio.
-¡Vaya! (Exclamó él) Eso es una gran noticia. ¿Estáis mirando otro local en Madrid? Yo tengo algún conocido que...
-No papá... queremos expandirlo en otro país. (Miré de reojo a mi hermano, y de nuevo a mi padre que estaba esperando más) Italia, Génova para ser exactos.
-¿Italia? (Preguntó mi hermano, le miré y asentí) ¿Y que se te ha perdido a ti en Italia? (Estaba serio, enfadado incluso)
-¿Algún socio? (Me dijo mi madre, le sonreí)
-No exactamente un socio... (Sonrió con complicidad)
-Ay mi niña... (Se levantó y vino hasta mí, me levanté también) ¿Le conocemos? (Me cogió las manos, borré mi sonrisa)
-¿De qué hablas? (Preguntó mi padre)
-Ay... estos hombres... (Le miró) Va abrir un despacho allí, va a probar suerte porque... (Me miró de nuevo) Está conociendo a alguien. (Le sonreí)
-¿Un italiano? Uy... (Dijo mi padre) no tienes que fiarte de ellos... (Me reí)
-No papá... es de aquí, pero se ha ido allí a vivir. Y... bueno...

Iba a continuar, peor oí un golpe detrás de mí. Miré hasta la mesa y la copa de mi hermano estaba rota en la mesa, temblaba nervioso, mi madre se acercó a él, le preguntó si estaba bien, no contestó, se levantó, furioso, haciendo caer la silla al suelo.  Sonrió sarcástico.

-Esa zorra está en Génova.

No quité mis ojos de los suyos, es lo que quería, que le tuviera miedo, que saliese corriendo, pero no. Me había hecho fuerte. Ella, ella me había hecho fuerte.

-¿De quién estás hablando Alex? (Preguntó mi padre, Alex le miró por encima de mi)
-No es un italiano... no... Ni tampoco un español...
-Alex... (Susurré)
-¿Tienes miedo hermanita? (Se rio) ¡DILO! ¡Venga! (Volvió a reírse) Vuestra querida niñita... La que lo ha tenido todo, los mejores estudios, los mejores vestidos, toda vuestra ayuda... (Sonrió y me miró) Está enferma...
-Cállate... (Le pedí)
-Estás enferma. (Dio un paso hasta a mí, negué mientras no me movía de mi sitio, noté la mano de mi padre en mi hombro) Vaya... claro... tu niña... (Le miró) Esta niña le gustan las mujeres como a ti, papá... (Se rio cuando vio que mi padre quitaba su mano de mi hombro, bajé la cabeza) Sí. Se a Génova porque está con una chica... (Dio un paso atrás y miró a mi madre, que no daba crédito) ¿Y sabéis quién es? (Volvió a reírse) Vanesa... Si... Mi novia.
-No es tu novia. (Dije)
-¡Cállate!
-¡NO! (Grité mirándole) No es tu novia, ni lo era, ni lo será jamás. Cuéntales, cuéntales la verdad. (Miré a mi padre) Os engañó... trajo a Vanesa para que os dijera que era su pareja pero no. Solo para ser mejor que yo, como ha querido siempre. Yo... yo no pretendo ser mejor que nadie. (Miré a mi madre mientras las primeras lágrimas empezaban a caer) Solo... solo quiero ser feliz...


El silencio había inundado la sala, solo la respiración agitada de mi hermano se oía, miré a mi alrededor, no esperaba que entendieran, no venía a eso. Era una despedida, una despedida legal. Que no me reprocharan nunca que no había sido sincera con ellos, aunque hubiera tardado tanto en serlo. Me iba, aunque ellos no estuvieran de acuerdo en la forma que veía la vida. Me iba. Me iba a vivir, a sentir, a amar. Miré por última vez a mi padre, quería darle un abrazo, pero preferí no hacerlo. Cogí mi bolso, abrí la puerta y me fui.
Llegué a casa rendida, iba a cambiarme cuando el móvil sonó, miré la pantalla y sonreí con las pocas ganas que me quedaban.

-Hola...
-¡Ey! ¿Qué es esa voz, amor?

Me rompí, no pude hacer otra cosa que llorar mientras ella estaba lejos, y me preguntaba que qué me pasaba detrás de aquel teléfono. Le expliqué de donde venía, y todo lo que había pasado minutos antes. Me pidió perdón cuando nada de esto es su culpa, ni la mía, el destino y la vida. Todo se calmaría, y lo haría cuando estuviéramos juntas.

-Respira Malú... Vamos hacer una cosa... Cambia el billete de avión, y vente mañana mismo.
-Pero, Vanesa...
-No, no voy a dejar que estés más tiempo en Madrid. (Sonreí) Te necesito aquí conmigo, necesito que estas bien, y más adelante, hablaremos con tus padres.
-¿Hablaremos?
-Sí. Claro. (Volví a sonreír, noté que ella también) Nos entenderán cuando vea como nos miramos...

Le hice caso, cambié los billetes para al día siguiente, mientras hablaba con ella por teléfono, antes de irme a dormir, le mandé un mensaje a Lucas, quedé con él en el aeropuerto dos horas antes de que saliera el avión. Estaba guardando algo de ropa en una caja cuando oí la puerta, lo dejé en la cama, abrí sin mirar quien era.

-¿Qué... qué haces aquí?

Narra Lucas

Cogí un infusión de la cafetería mientras esperaba a Malú, miré el reloj, habíamos quedado hacía ya unos minutos, y era muy raro que no estuviera aquí. Siempre era puntual, además, tenía muchas ganas de irse, y ver a Vanesa. Cogí el móvil, 'ultima conexión hoy, a las 00.25', ¿se habrá quedado dormida? Marqué su nombre y la llamé. 'El móvil está apagado o fuera de cobertura'. Iba a guardarlo cuando volvió a sonar, un número que no conocía, contesté.

-¡Lucas! Soy... soy Vanesa... ¿Estás con Malú?

Dejemos las excusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora