Capitulo 6

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Capítulo 6

Miró mis labios, una de sus manos pasó a mi cara y con sus dedos los acarició. Cerré los ojos cuando noté que mi espalda había caído al sofá de aquella sala donde no hacia ni una hora habíamos cenado. Besó mi cuello y enloquecí. Llevé mis manos a su espalda y la acaricié, bajé por sus costados y subí aquel vestido que me molestaba. Al igual que ella el mío, y que ya había dado de sí mientras lo apartaba bajando de mi cuello a mis hombros siguiendo el camino de mordiscos que había empezado. Sonreí cuando llegó a mis pechos, y aunque aún tenía mi tela de por medio sentí sus dientes en ellos, suspiré y me di la vuelta, reaccioné y ella no se lo esperó, le miré a los ojos, los labios, acaricié su pelo alborotado, le sonreí. Bajé sutilmente hasta sus pies, acaricié sus piernas perfectas hasta llegar donde yo quería, subí su vestido hasta sus pechos, besé su abdomen, segundos después su ropa cayó al suelo. Quise volver a bajar para terminar con lo que había empezado, pero cogió mi cara y me besó, bajó sus manos y me quitó mi vestido, sonreí cuando mordió mi labio. Y sin previo aviso coló sus dedos en mi interior, grité. Cogió con fuerza mi pelo mientras no paraba de moverlos dentro de mí. Soltó mi pelo, le molestaba mi sujetador así que me lo quitó. Grité su nombre cuando caí rendida sobre su cuerpo. Noté su respiración en mi oreja, y reaccioné. Me senté encima de ella, no sin antes quitarle las ultimas prendas que le quedaban, la observé y se ruborizó, pegué nuestros cuerpos y empecé a mover mi cadera encima de la suya, cogí uno de sus pechos mientras de su boca salían gritos y suspiros ahogados por mis labios. Llegó a lo más alto y yo con ella por segunda vez aquella noche. Hundí mi cara en su cuello, y esperé que nuestras respiraciones se relajaran, me puse a un lado mientras ella apretaba todo su cuerpo en el respaldo de su sofá. Me recordó el momento del beso en el autobús, cuando se pegó a la ventana. La miré a los ojos esperando ver la misma mirada pero respiré cuando no vi arrepentimiento, quizás miedo, confusión.

-Vanesa...

A veces no hace falta una mirada para conocer el arrepentimiento, es peor una voz susurrada a punto de hacer daño. Me senté y quise ahorrarme aquello. Sabía que no podía ser. No era lo correcto, al menos para ella.

-No hace falta que digas nada.

Me levanté, mi vestí deprisa.

-Estás... estás con mi hermano...

La miré, se había sentado en el sofá, escondida detrás de su vestido que segundos antes estaba en el suelo, tenía sus manos en la cara.

-No...

Me miró. Quería decirle que no estaba con él, que todo era un engaño, que solo era un favor. Pero no pude. Una imagen de mi comienzo en Madrid, Alex y su amistad, esa amistad que empezó el día que, sin apenas conocerme, me dejó su casa como si fuera mía. Había venido hasta aquí por sus últimas palabras, por el dolor y por las ganas. Las ganas de ella. ¿Qué me estaba pasando? Dejé de mirarla, me giré hacia la puerta y la abrí.

-No tenía que haber venido... lo siento.

Llegué a casa con los zapatos en la mano, mi pelo aun alborotado por lo que había pasado hacía apenas unos minutos, abrí la puerta y la cerré apoyando mi cuerpo en ella, lo deje caer y me senté en el suelo frío de mi piso. Escondí mi cara en mis manos, y ahí las lágrimas empezaron a caer, rendida, cansada, harta.

Narra Alba

Llegué a la floristería después de terminar las clases, era viernes y sabía que mi hermana ese fin de semana tenía algún evento y necesitaba ayuda. No la había visto desde la cena en casa de Malú, nos habíamos intercambiado algún mensaje pero apenas habíamos tenido tiempo. Me dijo que tenía mucho trabajo y yo he empezado a corregir trabajos de los alumnos. Entré y no la vi, alcé un poco más la cabeza mientras dejaba el abrigo en el mostrador, me la encontré en el almacén, de nuevo con la guitarra encima de sus piernas, y decenas de folios en la mesa, ni una flor ocupaba aquella sala. No entendía que pasaba. Me acerqué.

-Ey... (Se giró y me miró) ¿Qué pasa aquí?

No me contestó, dejó la guitarra a un lado y se levantó.

-No puedo seguir...

Dejemos las excusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora