Un molesto ruido de un claxon me despertó, cuando abrí los ojos era ya bastante de día por lo que podía ver, miré mi móvil y era la una de la tarde. Salté de la cama, dejé que el agua de la ducha se templara y mientras elegí corriendo unas mallas negras, una camiseta gris de mangas cortas que dejaba ver mi barriga y unas converses granates. Me duché más rápido que nunca y me sequé a toda velocidad. Me vestí y miré la hora, la una y veinte. Sequé con el secador mi pelo e hice una trenza de lado en él. Me lavé los dientes. No me maquillé porque sería para nada ya que me maquillarían allí, así que me puse las gafas de sol de ayer que seguían en mi tocador.
Mi móvil sonó y vi que era Jace.
- Buenos días.
- Buenos días _____. Ya estoy abajo esperando.
- Vale, ya bajo.- Le dije y cogí mis llaves. Bajé y me encontré a Jace apoyado en el capó de su coche con unas gafas de sol. No me esperaba eso de él.
- Hola.- Le saludé.
- Hola princesa.- Me sonrojé cuando me dijo eso. Me agarró de la cintura pegándome más a él, notando sus bien marcados abdominales con los míos. Eso me causó una extraña sensación, ya que nadie me había hecho eso antes. Pasé mis manos por su cuello y él unió rápidamente nuestros labios en un tierno beso. Cuando la falta de aire se hizo presente nos separamos sonriendo.- Venga vamos que si no llegaremos tarde.- Me abrió la puerta del coche y me senté. Pasó por delante del coche rodeándolo, se sentó y arrancó. En poco tiempo estábamos en el garaje de la comisaría. Bajamos del coche, Jace vino rápidamente hacia mí, empecé a andar hacia atrás un poco asustada hasta que me choqué con el coche. Jace me besó lenta y apasionadamente, al terminar me dejó un corto beso en los labios. Vi sus ojos verdes clavados en los míos ya que los dos nos habíamos quitado las gafas de sol en su coche.- Prométeme que vas a odiar a Nash como lo haces hasta ahora.- Reí.
- ¿Estás celoso?
- No todavía no, pero no sé cómo voy a aguantar veros a través de la pantalla haciendo que sois pareja toda la noche.
- Tranquilo, yo tampoco sé cómo voy a aguantar una noche entera fingiendo ser su pareja.- Reímos. Esta vez fui yo la que me acerqué a Jace y dejé mis manos en su cuello haciendo que se pegara más a mí. Noté como sonreía durante el beso y eso me hizo sonreír a mí también. Sin avisar introduje mi lengua en su boca y él al instante hizo lo mismo. El beso fue perdiendo inocencia, las grandes manos de Jace bajo mi camiseta acariciando mi piel me hacían estremecer y sin querer, gemí bajito. Jace se pegó más a mí chocando nuestras caderas. Sus besos pasaron por mi mejilla hasta mi oreja y mordió mi lóbulo lleno de piercings.
- Ese gemido me ha gustado princesa, pero tenemos que irnos.- Susurró. Me separé de él un poco avergonzada por haber gemido y empecé a caminar en dirección a la entrada del ascensor, por suerte no lo había visto nadie. Jace entrelazó nuestros dedos provocando que mi corazón latiera más rápido de lo que ya lo hacía. Subimos al ascensor y separé mi mano de la suya para pulsar el botón de nuestra planta. Cuando me di la vuelta me encontré a Jace mirándome sonriente y le devolví la sonrisa. Se acercó y me besó cortamente en los labios.
- Es el último beso que te voy a poder dar por hoy.- Me dijo haciendo un puchero.
- Ya...- Le dejé un corto beso también en sus labios y justo se abrió la puerta del ascensor.
- Hasta luego _____.- Se despidió guiñándome un ojo.
- Hasta después.- Le sonreí dulcemente. Me dirigí a la sala que nos habían indicado el día anterior. Ya se encontraban dentro Nash y todas las personas que nos ayudarían. Después de horas y horas de preparación al fin salí vestida con un largo vestido rosa que en el pecho llevaba piedras preciosas, unos tacones de aguja dorados, un bolso de mano rosa y hasta la funda del móvil dorada. Unas pulseras y anillos de oro y un pendiente que ocupaba toda mi oreja también de oro. Los ojos maquillados en tonos marrones y dorados y los labios con un pintalabios permanente rosa fucsia. El peinado era una especie de trenza en la que habían enganchado flores blancas.
El conjunto se veía elegante, pero no dejaba de ser juvenil y eso me gustaba, aunque no me emocionara el rosa tampoco quedaba mal. Salí de la habitación y todos me miraban. Después de muchos piropos llegué al lado de Jace.
- Todavía no están activados.- Le susurré por los micrófonos.
- Tengo que resistirme a besarte, pero es casi imposible.- Le besé la mejilla y me sonrió.- Estás... No tengo palabras...
- ¿Muy rosa tal vez?- Reímos. Jace sabía que el rosa no me llamaba la atención.
- Estás perfecta.
- Gracias.- Le agradecí sonriendo.
- Scott, Grier.- Nos llamó el jefe. Me dirigí hacia él intentando mantenerme sobre los tacones.- Os esperan abajo. El agente Jace, el subjefe Brad y yo estaremos en una caravana no muy lejos del lugar escuchando y viendo todo. Sigan nuestras órdenes. Actúen desde que salgan de aquí.
- Entendido jefe.- Dijimos al unísono. Bajamos por el ascensor y nos metimos en la limusina todo en un incómodo silencio.
- Llegamos.- Dijo el chófer. Nash bajó primero y me ayudó a bajar sosteniéndome delicadamente de la mano.
- ¿Quiénes son ustedes?- Preguntó el guarda de seguridad en la puerta.
- Somos Liam y Madison Stewart.- Indicó Nash hablando de una manera muy refinada.
- Pueden pasar.- Entramos y el lugar era un salón enorme decorado por numerosos cuadros, grabados, velas... Muy recargado. En el techo había una gigantesca lámpara de araña dorada. Había muchas mesas con comida moderna, la cual odio porque no ponen casi nada en el plato, y bebidas extrañas. También los camareros, todos hombres altos y jóvenes, paseaban entre los asistentes con bandejas de canapés y copas. Había muchas personas a pesar de que fueran las cinco y cinco. Estaban bailando, conversando, bebiendo o simplemente sentados observando los cuadros. Nash me agarró el brazo y lo entrelazó con el suyo como se veía en las películas antiguas y comenzamos a pasear por el gigantesco salón.
ESTÁS LEYENDO
[FBI] || Nash Grier y tú
Fanfiction_____ Scott de 19 años. Pelo castaño claro, ojos marrones miel y buen cuerpo. Nada del otro mundo. Es agente del FBI en Califonia gracias a un proyecto de éste. Un día normal llega a la comisaría y le dicen que tiene un nuevo compañero para el caso...