_____ Scott de 19 años. Pelo castaño claro, ojos marrones miel y buen cuerpo. Nada del otro mundo. Es agente del FBI en Califonia gracias a un proyecto de éste.
Un día normal llega a la comisaría y le dicen que tiene un nuevo compañero para el caso...
- Sky sube al coche.- Le ordenó Nash. Ella asintió, antes de subir me abrazó y me despedí de ella esperando a que se fueran. Pero no, ella se quedó en su sillita jugando con el juguete que llevaba y Nash me llevó fuera de la vista de mis padres. Él sabía que se pondría a jugar, la conoce demasiado.
- ¿Qué quieres?- Le pregunté con una sonrisa. No sé si sonó borde, pero no era mi intención.
- Quiero que me perdones y que empecemos de cero, bueno de cero no. No quiero discutir más, pero sí llevarnos bien.
- Nash...
- Si no quieres perdonarme vale, no te molestaré más.- Se dio media vuelta para irse pero le cogí del brazo y se giró.
- Te perdono.- Una sonrisa se apoderó de su rostro, esa hermosa sonrisa que hace que me pierda. Sonreí también y él se acercó.
- Gracias.- Sonreí cuando dijo eso. Le pasé mis manos por su cuello. Él se acercó más, nuestras respiraciones se mezclaban y poco a poco... Nos besamos, despacio, como él sabía hacerlo, me dejé llevar. El beso se fue intensificando, sus manos paseaban libremente por mi espalda y nuestras lenguas mantenían una pequeña batalla, era eléctrico, antes de separarnos me mordió el labio inferior y sonreímos.- Te echaba de menos.
- Yo también.- Respondí. Sky seguía jugando dentro del coche. Deshicimos el abrazo, pero aún así estábamos cerca.
- ¿Esta noches haces algo?
- Creo que tengo que ir a la playa a morirme de frío.-Reí.- Es broma, no tengo nada que hacer.
- ¿Te apetece salir conmigo?
- Sí, ¿dónde vamos a ir?
- Sorpresa.- Dijo sonoramente.
- Pero al menos dime si puedo ir en vaqueros o me debo arreglar.
- Lo que quieras siempre estarás guapa para mí.- Sonrió.
- Prefiero a éste Nash y no al Nash borde y molesto.- Reí.
- Aquí me tienes.- Se señaló.- El más guapo de todos.- Reímos.
- Estás loco.
- ¡Nash! ¡Vamos! Quiero jugar en casa...
- Está bien ya voy.- Contestó riendo.- Nunca se cansa de jugar.
- Déjala así, ya verás, cuando sea mayor preferirás que quiera jugar todo el día.- Rió.
- Verdad... Hasta después... ¿a qué hora?
- ¿A las nueve?
- Perfecto.- Sonrió.- Yo te recojo.
- ¡Adiós!- Cuando Nash se montó en el coche cogió su móvil y comenzó a hablar con alguien. Me terminé de quitar el pintalabios para que no se viera que estaba mal de haberme besado. Volví con Nick y mis padres y pasamos una tarde familiar. Mis padres se iban a ir a cenar juntos y Nick y yo volvimos andando a casa. Íbamos andando por la calle hablando.
- _____, ¿por qué dejaste el trabajo?
- Larga historia...- Me abracé a él y fuimos caminando así, pasamos por delante de la casa de Nash y en el jardín él estaba cortando el césped sin camiseta, con una bandana roja en la cabeza para retirarle el pelo de la cara, unos vaqueros cortos y unas Vans rojas. Se quedó mirándome un poco extrañado y me di cuenta de que era porque no sabía quién era Nick. Le sonreí y me guiñó un ojo aunque notaba cómo estaba celoso. No sé qué hace cortando el césped a estas horas... Dejémosle. Llegamos a casa, subí a ducharme, me lavé los dientes y me sequé el pelo. Elegí una falda larga rajada hasta la rodilla de color negra, un top de tirantas de flores y unos tacones de aguja con el mismo estampado que el top. Até hacia atrás la parte de delante de mi cabello y le puse algunas florecitas. Elegí unos anillos de oro, un collar dorado y un bolso de mano negro. Cambié la funda por una dorada. Me maquillé los ojos con sombras rosas y negras, y los labios morados permanentes.
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Cogí algo de dinero, el móvil y mis llaves. Bajé las escaleras y miré el móvil, las nueve menos cinco.
- Ey, ey, ey. ¿Dónde vas?- Me preguntó Nick sentado en el sofá. Su lado sobreprotector salió.
- Voy a salir a cenar.
- ¿Con quién?- Se levantó.
- Con Nash, ¿a que no sabes quién es?- Reí. Él negó.- Pues es mi amigo.
- Pero... ¿sólo eso?
- Que sí pesado.- Reí y le abracé.- Tranquilo, no vas a tener ningún sobrino.- Abrió los ojos como platos y empecé a reírme a carcajadas por su reacción.
- Pues vas demasiado guapa hermanita.
-Pues es lo que tiene ser una Scott, porque tú tampoco te quedas atrás.- Sonrió.
- A las once aquí.
- ¿Hola? ¿A las once? ¡Ni que fueras papá!- Reí.- A la hora que yo quiera, ya tengo dieciocho casi diecinueve. No me van a violar por el camino, además Nash me acompañará a casa.
- Pero los cumples en noviembre.
- Ya falta muy poco.- Llamaron a la puerta y Nick se dirigió a ésta.- ¿Qué haces? Es Nash, voy a abrir yo.
- Quiero saber quién es.- Abrió la puerta y Nash un poco más bajo que Nick, con su habitual tupé, unos vaqueros negros ajustados y rotos junto con sus Vans negras y una camiseta roja saludó tranquilamente.
- Hola, soy Nash.
- Hola, yo soy Nick, el hermano mayor de _____.- Se estrecharon las manos.- Está ahí.- Se apartó para que me pudiera ver y me mordí el labio inferior al verle así vestido, mi manera favorita ya que se le veían sus ejercitados brazos y su marcado... Avancé hasta donde estaban ellos.
- Hola.- Sonreí y le guiñé un ojo sin que mi hermano se diera cuenta, él en respuesta me sonrió.
- Hola.
- Bueno Nick, nos vamos.
- Ten cuidado.
- Que sí pesado.- Le di un beso en la mejilla y cerré la puerta.- Es mejor salir de aquí rápido, seguro que está mirando por la ventana.- Reímos. Nash me abrió la puerta del coche y entré. Él se sentó en el asiento del conductor.
- No te lo he dicho porque tu hermano me daba miedo, pero estás preciosa. Me gusta cómo te queda el rubio.
- Y mi tatuaje, se lo enseñé orgullosa.
- Es muy chulo.- Sonrió.- ¿Por qué este cambio de look?
- La gente dice que un cambio de look significa un cambio en la vida.- Asintió. Condujo hasta llegar a un parque alejado de la ciudad, casi en el campo. Estaba vacío. Bajamos del coche y Nash fue al maletero de éste, le seguí.