_____ Scott de 19 años. Pelo castaño claro, ojos marrones miel y buen cuerpo. Nada del otro mundo. Es agente del FBI en Califonia gracias a un proyecto de éste.
Un día normal llega a la comisaría y le dicen que tiene un nuevo compañero para el caso...
// ¡_____! ¿De verdad que te has ido de NY?// 8:12
** ¿Quién te lo ha dicho?** 8:12
// Me lo ha contado Taylor.// 8:12
** Sí, me he ido de NY, he vuelto a mi casa.** 8:12 - Mi corazón latía a mil por segundo, no quería verle sufrir. Bueno, más bien leerle sufrir.
// Quiero ir a verte... // 8:13 VISTO
// ¡_____! Por favor, contéstame... // 8:14 VISTO - No le respondí. Llegué a mi casa le dije a mi madre que iba a salir, ella accedió. Subí a mi habitación abrí el ropero y elegí una camiseta de mangas corta de camuflaje, unos shorts blancos y unas Air Max negras. De mi joyero saqué un reloj dorado, cuatro anillos y un chocker del mismo color. Me sombreé los ojos con tonos marrones y los labios rojos mate. Recogí mi cabello en un chongo extraño con una trenza.
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Cogí una funda de Nike y esperé la hora escuchando música en mi móvil. Mi madre abrió la puerta de mi habitación y paré la música.
- Es muy guapo.- Me guiño un ojo y yo reí.- Pero un poco mayor, ¿no crees?- Reímos.
- Mamá, sólo es mi amigo.- Bajé las escaleras y allí estaba Will.
-¡Hola!- Le saludé terminando de bajar los últimos escalones.
- ¡Hola!- Me respondió sonriendo.- ¿Vamos?
- Sí, espera. ¡Mamá me voy!
- ¡Adiós, tened cuidado!- Se despidió asomándose a las escaleras. Salimos, y su coche, supongo, estaba detrás del mío. Nos montamos y de camino a dónde quiera que me estuviera llevando sólo hablamos de tonterías. Me llevaba muy bien con él a pesar de que le acabara de conocer. Llegamos a una bolera conocida aquí en Greensboro. Menos mal que no me puse falda. Entramos y esperamos nuestro turno en la cola.
- Buenas noches, ¿qué número de pie tenéis?- Pregunto el encargado. Era un chaval de unos veinte.
- Yo un cuarenta y tres.- Contestó Will. El encargado le dio los zapatos.
- ¿Y tú preciosa?- Me preguntó mirándome de arriba abajo.
- No imbécil, ve a hacerte pajas ahí atrás si quieres, pero no la vuelvas a mirar así y dale los zapatos.
- Treinta y nueve.- Dije seca. Que asco me dan los tíos así de guarros. Me dio los zapatos y nos sentamos en una de las líneas de juego. Después de una partida pedimos una pizza.
- Si me ganas siempre no vuelvo a jugar contigo.- Reí mientras cogía otro trozo de pizza. Rió.
- ¿Sabes? Siento como si te conociera de antes.- Reí ahora yo. No creo que sepa nada de lo de Nash.
- No sé, vivimos cerca y en la misma ciudad, seguramente me haya visto antes.
- No es eso es algo distinto... Como si te hubieran hablado de ti antes...
- Pues no sé.- Puede ser que Nash le haya hablado de mí pero no sé como presiente que soy yo.
- ¿Por qué has empezado a trabajar de niñera?
- Dejé mi trabajo y pensé en ganar dinero con eso.- Asintió.- Bueno, ¿y tú a qué te dedicas?- Tenía que cambiar de tema.
- Yo soy quarterback.
- Así estás...
- ¿Así estoy qué?- Rió.
- Así estás de fuerte.- Reímos.
- ¿Te gusta no?- Dijo alzando las cejas a lo que yo reí.
- Déjate de tonterías.- Pasamos unas cuantas horas conociéndonos más, jugando algunas partidas y volvimos a mi casa.
- Muchas gracias por sacarme de mi casa.- Reí.- Pero al final te ha salido más caro de lo que me fue a pagar tu madre.
- Ya, pero ha merecido la pena, además he elegido yo el sitio, no tienes la culpa.- Sonrió. Abrí la puerta del coche y salí.
- Buenas noches.- Me despedí antes de cerrar la puerta.
- Buenas noches, mañana te veo.- Las luces de casa estaban apagadas. Se habrá ido a la cama temprano. Cerré con cuidado, bebí un vaso de agua, subí a la habitación, me cambié, me lavé los dientes y en poco tiempo me dormí.
Llegó el día en que iríamos a ver llegar a mi hermano Nick. Hablé con Elizabeth y quedamos en que me llevaría a Sky y que uno de sus hermanos iría a recogerla a donde estuviéramos, para que yo pudiera estar con Nick. Me levanté a las ocho. Me duché, desayuné, me lavé los dientes y me vestí. Sí, desayuné enrollada en la toalla, y me morí de frío. Me puse un jersey bastante ancho y largo de lana marrón, unas mallas negras y unas botas con tacón marrones, cinco anillos dorados y cambié todos mis piercings a dorados también. De maquillaje sólo me apliqué rímel y un pintalabios color nude. Sequé mi cabello con el secador y dejé que se hicieran ondas en mi cabello ahora rubio, todavía no me acostumbraba. Cogí una funda que imitaba a la madera, con estrellas y una luna en plata.
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Cogí una mochila marrón de cuero, mis llaves, la cartera y el móvil. Las nueve y media, media hora para irnos. Bajé las escaleras y estaban mi padre, mi madre y Malibú en la cocina desayunando cada uno lo suyo. Mi padre llegó hace dos días.
- Papá, mamá, voy a recoger a la pequeña.- Los dos asintieron mientras seguían comiendo. Salí de la casa y fui dando un tranquilo paseo respirando el fresco aroma de la mañana. Mi móvil sonó y corriendo lo cogí de la mochila, justo a tiempo.