14

1.2K 120 18
                                    

«Ella te necesita».

Las palabras dichas por Galiel fueron dinamita para mis sentidos, mi piel hormigueaba, la esencia que burbujeaba en mi interior iba acabar conmigo.

Cuando el guardián se mostró y explicó la situación de Isabel no pensé en nada más que en salir en su ayuda. No sabía con qué iba a encontrarme; pero estaba preparado para una emboscada, ya no era un desertor; y lo etéreo dentro de mí iba estallar frente a una legión de demonios.

Era mi momento. La revancha había llegado.

Esta vez no iba a ser comida rápida para ellos, si querían un buen pedazo de mí, iban a tener que dejar un miembro en el proceso.

Luz llenó la cabina del automóvil.

-Ella está en verdaderos problemas -la voz de Jaén fue apesadumbrada-. Efod envío a sus mejores guardianes... Es un poder lo que está detrás de ella -finalizó con amargura.

Apreté mi mandíbula y golpeé el timón con fuerza.

Los Poderes estaban por debajo de los Principados de las tinieblas (demonios mayores, fieles a Lucifer); pero eran potestades con un poder superior a las huestes de maldad (vigilantes).

Detrás de Isabel estaba un príncipe de maldad, y Los Poderes obedecían a sus órdenes. Eran ángeles de élite que habían sido hallados infieles a su origen ancestral llenándose de podredumbre, de lo más bajo, de lo más aberrante que la humanidad hubiera conocido jamás.

-Efod pudo haber contactado con Aragón -me quejé en voz alta.

Efod era uno de los siete, ángeles que lideraban las diferentes jerarquías. Él comandada las tropas de los Guardianes; pero ellos no podían hacer nada ante la amenazaba que un Poder significaba. Necesitaban de los Guerreros.

-Gabriel denegó su petición -la voz baja del guardián encrespó mis sentidos. Gruñí mi frustración-; por ello Galiel se presentó ante ti, sabía que la mujer necesitaba de tu ayuda -moví mi cabeza.

-Necesito más...

-Caliel y Zera vendrán con nosotros -interrumpió el ángel.

Me reí. Sí. Una carcajada sin humor salió de mí.

-Son desertores...

-No los subestimes -gruñó el guardián.

Lo miré de reojo, su mandíbula estaba apretada.

Incliné mi cabeza en señal de aprobación. Él tenía razón, no podía hacerlo, habían demostrado ser feroces combatientes.

- ¿Cuál es plan? -pregunté inquieto.

Estaba a tan sólo una milla del lugar. No podía trasportarme, no sin una causa mayor o aprobado el tiempo por el orden de lo creado.

-Oseas y Ozni prepararon una barrera, no se puede interrumpir el orden de las cosas, nadie puede ver lo que ahí está sucediendo... -sus palabras se acallaron y supe que un guardián estaba contactando con él -. Está sucediendo, comenzó el ataque -dijo en tono quedo.

Pisé a fondo el acelerador sin importarme uno que otro grito de los transeúntes. Llegué al lugar y mis ojos espirituales se abrieron de golpe, sombras a diestra y siniestra, y no sólo ellas. Visualicé demonios mayores a su paso, cuatro en mi radar de visión.

La esencia etérea dentro de mí bramó, alas negras desplegándose, llamaradas recubriendo cada arteria de mi torrente sanguíneo, y como el humo del incienso me elevé fuera, traspasé la carrocería del auto, el guerrero dentro de mí dio un alarido de guerra captando la atención de los demonios.

El beso de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora