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N/A: Hola, en mis planes estaba realizar los capítulos más largos, pero no todo sale conforme a lo que una planea, así que obtendrán capítulos conformé a lo que mi cabeza dé, lo siento si les parecen cortos, pero mi vida familiar y más que todo laboral se ha liado mucho. Así que aquí está, un pequeño adelanto, espero sus comentarios. Mi cariño siempre para ustedes.

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Ángeles. Ángeles. Ángeles.

Esa palabra resonaba una y otra vez en mi mente, no podía parar, era como un disco rayado.

Mi rostro debió mostrarle todo lo que sentía pues ella se apresuró a decir:

-No te miento, jamás te mentiría... Yo solo deseo que abras tu mente, que intentes creer aunque sea solo una décima parte de lo que te digo... ¿Puedes intentarlo? -imploró ella.

Emma se veía inquieta, incluso anhelante, ella en verdad deseaba ser escuchada, y no solo eso, ella me rogaba que le creyera.

-Si no te cierras, si abres un poco tu mente te darás cuenta de que no es tan descabellado lo que te digo...

Pero mi cerebro desconectó, la imagen de Efrom y yo enredados bajo las sabanas compartiendo algo tan íntimo revolvió mis entrañas... Llevé una mano a mi boca y un leve gemido escapó por mi garganta.

- ¿Isabel?

Me levanté, dándole la espalda, deseando no saber de ella. De nadie que tuviera que ver con toda esta locura. Quería huir; ¿Por qué ellos jugaban conmigo de esa manera?, y aún si me atreviera a creerle, no podía ser, yo mantuve relaciones sexuales con él, no podía ser posible...

-Lo es -dijo ella en tono adusto- yo me casé con uno de ellos, yo también tuve intimidad con uno de ellos -la declaración de Emma interrumpió mis pensamientos y me dejó petrificada-; y Efrom, él no fue quien compartió la información, no te miento cuando te dije que yo veo ángeles, ellos me hablan, me cuentan cosas.

Cerré los ojos ante sus palabras. Ella era una psíquica, médium o algún tipo de charlatana que daba en el punto; pero estaba loca. Suspiré y ahogué un sollozo. Esto era demasiado para mí.

No le creía, no podía, Efrom pudo haberle dicho, ellos se veían que compartían un lazo, una amistad o qué diantres fuere; pero ¿por qué ella lo encubría? y lo que es aún peor, ¿cómo...

- ¿Cómo supe lo que estabas pensando? -preguntó ella con sorna, sus palabras evidenciaban lo que mi mente reproducía. Me giré ante ella, atónita, y mis ojos la escrutaron con ira, pero también con miedo.

« ¿Quién era esta mujer?».

Ella se frotó su rostro. Se notaba cansada. Gruñó unas palabras ininteligibles y luego anunció:

-Esto no está resultado, ¿verdad? -se levantó de su sitio -Bueno, situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas -y palmeó sus muslos, como si se le hubiera ocurrido la mejor de las ideas-. Espera aquí -pidió, y con rapidez abandonó la habitación.

Ni de loca la esperaría, apresuré mi marcha, estaba harta de toda esta gente, quería... Olvidarme de todo.

Al llegar a la puerta esperé unos minutos, esperaba no encontrar a nadie, abrí con sigilo y mis ojos se convirtieron en rendijas. Mi suerte era un asco. Efrom estaba apoyado en la pared frente a la puerta de mi habitación. Su mirada intensa.

-No puedes irte -su voz fue profunda. Fruncí mis labios. Él no me podía retenerme. Pasos resonaron en la fina madera que cubría los pisos. Suspiré con hastió. Estaba perdida. Ambos giramos nuestros rostros.

El beso de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora