Capítulo 42: Respuesta

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Diablo y humana subieron en el ascensor hasta el piso 7 y entraron en el departamento B. Liz seguía pensativa cuando abrió la puerta y dejó las llaves en una mesita por mero acto reflejo. Damien colgó su saco en un perchero y se acercó a la muchacha para quitarle el abrigo y hacer lo mismo. En ese momento Liz pareció despabilarse, clavó su mirada en la del Diablo y acortó la distancia entre ellos con un beso fugaz.

Si quiero – Soltó separándose de Damien, cuyos ojos color miel la miraron intrigados, incitándola a continuar – Quiero envejecer contigo, estar a tu lado, apoyarte en todo momento, escucharte respirar, sentir tu perfume a toda hora, saber que aunque no estés me estás mirando, contarte como fue mi día aunque ya lo sepas, preguntarte cosas que no puedas responder por el solo hecho de hacerte enojar y dejar marcas en el volante de mi coche, embriagarme de tu piel y, por encima de todo, ser tuya Damien.

Damien no pudo esconder la sonrisa radiante que tiró de sus labios, acortó la distancia nuevamente, besó a Liz como si no hubiese otra oportunidad de hacerlo, ella enredó sus piernas alrededor de la cintura de su, ahora pareja, y se dejó llevar por este a través del salón. Damien atrapó los muslos de Liz peligrosamente cerca de la entrepierna. El vestido de la morena se deslizaba por sus piernas, creando un océano de color vino que Damien intentaba desarmar. Entre besos y gemidos Liz se deshizo de la camisa del demonio y él logró con dificultad bajar el cierre del vestido, que parecía no querer abandonar a su dueña.

Las manos calientes del diablo viajaban por la espalda desnuda de la morena causando temblores en su diminuto cuerpo. Ella abandonó sus labios para recorrer con besos un camino hasta su oreja y de allí a su cuello. Damien gimió y presionó la espalda de Liz con una pared de la habitación juntando aún más sus caderas. La necesidad insaciable de uno por el otro se podía palpar en el ambiente, se oían besos y risas, cierres bajados y prendas deslizándose por la piel.

Los gemidos se convirtieron en gritos de lujuria, Damien la poseía como jamás lo había hecho, esa vez no era sexo y nada más, había amor. Liz no podía evitar notar que las cosas eran mucho más suaves, lentas, sentía su cuerpo arder de deseo con cada mimo, cada caricia. Damien dejó de retenerse y dejó que su cuerpo hiciese lo que le venga en gana, haciéndose imprevisible para la morena, quien disfrutaba no saber que vendría después.

Ninguno durmió esa noche, el amanecer los encontró perlados de sudor enredados en las sábanas besándose como si no fuese a haber otra oportunidad de hacerlo en sus vidas. Pero como todo llegó a su fin, Liz se quedó dormida en el musculoso pecho de Damien y este no pudo evitar sonreír y acariciarle el pelo hasta caer rendido también. 

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Creo que esto es lo que todas esperábamos... Va dedicado a Zoe0351 que me tiene paciencia jajaja 

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⏰ Última actualización: Dec 03, 2016 ⏰

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