Capitulo 38: La fiesta - PARTE I

77 5 0
                                    


Los días pasaron llenos de risas para Liz, sus nuevos amigos la mantuvieron distraída, entre los preparativos para la fiesta, el trabajo nuevo y las salidas, Liz, no tuvo tiempo ni de recordar quien era.

El día del aniversario de sus padres llegó en un abrir y cerrar de ojos, Rose había conseguido un despampanante vestido rojo y Liz aprovechó para usar el vestido color vino del armario. A pesar de que su madre había mandado a hacer el vestido de Liz hacía más de dos años, este le quedaba perfecto, la parte del torso era ajustada, la parte de adelante tenía un escote largo que llegaba apenas unos cinco centímetros arriba del ombligo, cubría los senos de Liz colgándose de su cuello y dejaba la espalda completamente descubierta. En las piernas quedaba ajustado también, era largo hasta los pies y tenía una cola corta.

Madre e hija se prepararon juntas antes de ir a la fiesta, Edgar, quien se enteró una semana antes y solo tuvo oportunidad de invitar amigos sin poder intervenir ni ayudar en la organización, se puso un frac color gris que lo hacía ver como diez años más joven.

Mujeres, ¿les falta mucho? – Preguntó Edgar asomándose por la puerta del vestidor de su mujer. Lo que vio fue el completo desastre de un par de mujeres antes de salir: Liz se estaba maquillando frente a un tocador con el vestido levantado sobre las piernas con pantuflas de conejo y a Rose apoyada en una pared luchando con unas medias de lycra y sus zapatos negros. Había ropa por toda la habitación vaya uno a saber por qué y zapatos en todos lados. – Que caraj..

Todavía nos falta, Liz me maquilló, a ella le falta más. ¿Querés que salgamos nosotros y a ella la lleva el chofer Ed? – Dijo Rose, miró a su marido y acotó – Estas más joven que de costumbre amor, el frac te queda pintado – Dijo con brillo en los ojos.

Yo manejo mi auto mami, no hay problema, la pareja debería llegar con chofer, yo no. – Dijo volteando a ver a su padre – Corbata y detalle Rojo, si no, no combinan. La corbata podes no cambiarla, el detalle es una orden. – Sentenció después de darle una mirada a su padre y a su madre que ya estaba lista. – Adelántense, yo voy en cinco, los invitados deben estar por llegar. – Los padres de Liz la saludaron, Edgar se cambió el detalle del frac y partió con Rose directo a la quinta.

La realidad era que a ella le faltaba una eternidad para estar presentable al menos, tardó mucho con el maquillaje y peinado de su madre. Miró su reflejo y se dio ánimos para apurarse y llegar a tiempo para ver llegar algún invitado al menos. El vestido color vino encajaba perfecto con los zapatos color crema que había conseguido del armario de su madre, clásicos y hermosos, tal como a ella le gustaban. Se apresuró a terminar de maquillarse y peinarse el cabello con un recogido perfecto que le dejaba solo unos mechones afuera para enmarcar su rostro con un flequillo del lado izquierdo.

Un último toque – Dijo bañándose en perfume para luego mirarse una última vez en el espejo. – Lista – Se dijo a si misma mientras agarraba el chal y la cartera color crema que había seleccionado, tomó las llaves de su auto del tocador, apagó las luces y partió con rumbo a la fiesta de aniversario de sus padres.

-----------------------------------------------------------------

La señorita Liz – Dijo el hombre de la recepción – Sus padres la esperan en el centro del salón en media hora para hacer el primer brindis. – Liz enarcó una ceja, el chico le hablaba de los horarios que ella misma había creado, paradójico.

Gracias... - Miró la placa de su pecho – Levin... – El nombre le retumbó en la cabeza, no fue hasta horas más tarde que recordó de donde había oído ese nombre. – Que tengas una linda velada – Dijo guiñando un ojo y pasando al salón.

El lugar era, en realidad, una quinta, pero habían armado una carpa gigante en el patio y a eso le llamaban "salón", el piso estaba emparejado con una especie de tela rígida que hacía que las mujeres no tengan que preocuparse por clavar sus zapatos en el suelo. Liz entró y se maravilló con su excelente trabajo, nunca podría haber imaginado semejante fiesta, del techo colgaban telas de colores que hacían que la bola de boliche gigante del centro pareciese casi un arcoíris, cada tanto había un reflector que cambiaba de color y casi en cada esquina una máquina de luces o laser que, por el momento estaban apagadas. Había mozos bandejeando canapés y una mesa larga llena de distintos bocados, del otro lado una barra de tragos algo extensa con taburetes para que la gente se pueda sentar en ella a beber.

La media hora que le quedaba para el primer brindis se le pasó en segundos saludando a los invitados, ella era, de por sí, muy diplomática, y sabía cómo tratar con los amigos de su mamá, que eran un desastre o extravagantes, y con los amigos de su padre que eran señores impecables (o eso aparentaban hasta pasadas las dos de la mañana). Se mezclaba perfectamente entre el gentío y cuando escuchó una copa ser golpeada gentilmente con una cuchara supo que era su hora.

Atención todo el mundo por favor – Dijo Rose con su copa en alto en una mano y una cuchara con la que hacía ruido en la otra – Hoy se cumplen 30 años desde que juramos estar condenados el uno al otro para toda la vida – Dijo ella ganándose una carcajada colectiva. – Quiero, ante todo, agradecerles que estén acá, no se qué sería de nuestras vidas sin todos ustedes. Espero que disfruten de la velada, damos comienzo, por fin, al baile – Dijo Rose, enseguida se alzaron copas, se bebió champagne y un mozo se acercó a la pareja para retirar las copas mientras que la música se transformaba en una más alegre. La primer tanda de baile duró casi hasta las dos de la mañana, a esa hora la gente ya se empezaba a sentar para tomar un respiro, tal como estaba calculado.

Liz aprovechó la ocasión para introducir el espectáculo de la noche, una banda que hacía covers de lo que fuese, esa noche dedicaron tiempo al rock y al jazz.

Bueno – Dijo el cantante luego de la cuarta canción – Ya casi finalizando, nos gustaría que Liz – En ese momento las risas desaforadas de los amigos de Liz se callaron y la miraron extrañados – Me acompañe – Dijo el cantante, Liz miró a sus amigos y nadie estaba más sorprendido que ella misma.

Se acercó al escenario sin pudor alguno, no iba a montar un numerito ni hacer un escándalo, iba a tratar de hacer el menor ridículo posible; así que, con su mejor sonrisa subió al escenario y tomó el micrófono que le tendía el cantante de la banda.

Buenas noches a todos – Dijo ella en el micrófono, se acercó al oído del vocalista y le susurró – ¿Qué esperas que haga acá arriba?

Me enteré que tenés una voz hermosa, la canción que sigue está dedicada a tus padres, es la que me pediste especialmente por su aniversario – Contestó este en un susurro también – Pensé que sería más emotiva si la cantabas conmigo, no voy a dejar que hagas ningún papelón.

Esta canción – Dijo Liz apoderándose del micrófono otra vez – está dedicada al amor de estas dos personas, una forma de recordarlo y de traer de vuelta ese momento, es este. – Dijo mientras sus ojos se humedecían, sus padres la miraban atentos desde la primera fila, Liz les sonrió y vió lo que hacía días venía buscando...

---------------------------------

Después de doscientos años nos volvemos a encontrar, como siempre, de acá en más los capítulos van a tener más sentido con la historia. 

Mil disculpas por la tardanza, un beso enorme! 

Unther the Devil's LawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora