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Tire de mis audífonos y False Alarm de Weeknd dejó de sonar. Suspiré y tome mi maleta y mi bolso, pague el taxi y entre en aquel enorme edificio, el cual había vivido durando 19 años de mi vida. Y de los cuales, 17 fueron los más felices.

Ahora tenía 21, me había mudado a Nueva York, ya que mi mamá me había obligado a entrar en una de las mejores escuelas de Ballet de Estados Unidos… y si, me obligo, nunca se le pasó por la cabeza preguntarme “¿Te gusta el ballet?”, aunque creo que si dijera “No”, terminaría en esa escuela igual.

Cuando entre en el apartamento todo seguía igual, solo algunos muebles fueron renovados, seguía igual de frio y distante, desde que mis padres se separaron, yo en ese entonces tenía 17, como era menor  tuve que quedarme bajo custodia de mi mamá. Eso fue uno de los motivos del porque acepte irme a Nueva York, a una asquerosa escuela de ballet ¡para estar lo más lejos de esta familia!.

Soy un poco mal agradecida, si; pero tengo mis motivos.

Mi familia siempre fue de esas “perfectas”, mis padres eran reconocidos abogados en esta ciudad, y como ellos eran dos personas ejemplares, sus hijos también deberían serlo no?; bueno, mi hermano hoy está a un año de recibirse de médico… y yo? Bueno, dentro de unos 10 años tendría que ser una bailarina conocida en el mundo… y para eso tendría que ir a la escuela donde mi mamá me anoto.

El apellido Holly suena tan fuerte en esta ciudad, que a veces llega a dar pena llevarlo. La gente se te acerca solo por lo famosa que es tu familia, por el dinero, es asqueroso. Agradezco estar a miles de kilómetros de distancia de aquí, donde Holly es un apellido como cualquiera.

Entro en mi antigua habitación, todo sigue exactamente igual, dudo que mi mamá entrara aquí. Deje mis maletas y decidi darme un baño, necesito descansar, este viaje fue agotador.

El novio de mi mamá. 《Jeffrey D. Morgan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora