XVIII

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Después de desayunar, decidí terminar uno de mis cuadros. Me aguantaría como sea el olor, necesito terminarlo.

Sentí como Jeffrey hablaba con alguien hasta que sentí unos pasos en la puerta, me gire y vi mi mamá allí. Jeffrey estaba detrás de ella, asiento en señal que voy a estar bien y el sonríe, o hace una mueca.

--Quieres algo? Voy a pasar por el supermercado cuando venga

-- Una barra de chocolate está bien –le respondo y veo como el desaparece de mi vista- Que sean dos! –grito y escucho su risa, yo sonrío-

-- Te traeré tres por las dudas –me responde y yo centro mi atención a mi madre.-

-- Te quiere y te cuida mucho –susurra mi madre-

-- Lo hace –asiento- Siéntate –le digo y ella se sienta en un taburete. Yo vuelvo mi atención a mi pintura.- Que te trae por aquí?.

-- Vi las fotos y la carta. –suspira pesadamente- No sabes lo que me costó venir hasta aquí.

-- Me imagino.

-- Sé que fui dura, demasiado dura. Pero quería que tuvieras la mejor vida, cuando eras pequeña teníamos todos los mejores juguetes y tú siempre preferías ir a jugar con Ian y sus amigos.

-- Era una niña mamá, quería divertirme. No pasar en 4 paredes jugando con aquellos pedazos de plástico.

-- Cuando creciste que hice ir a todas las clases, para que te prepararas para un vida, para ser una mujer elegante, una verdadera Holly. Pero preferías ir a fiestas, ensuciarte la ropa con esas pinturas.

--  Quería ser feliz, mamá –la miro de reojo y sigo mi pintura-

-- Te compraba las ropas más costosas, pero insistías en usar ropas de Ian. No sé que no hice para convertirte en una mujer de clase alta y tu hiciste todo lo contrario.

-- Te falto dejar de pensar en ti, en el dinero, en la fama. –la observo y veo como su rostro se vuelve rojo- Te falto darme libertad.

-- Te di libertad Alex!

-- Ah sí, cuando? ¿Cuándo me dijiste te vas a Nueva York a una escuela de ballet o estudias abogacía aquí? –niego- Eso no es libertad, me diste dos opciones para elegir. Me gustara o no.

-- Tu nunca me dijiste que no te gustaba! –me susurra-

-- Y tu que ibas a hacer? Hacer un escándalo, como hacías cuando yo era una niña. Siempre me hacías sentir culpable, cuando la culpable eras tú. –termino la pintura y me levanto, camino hacia el baño y ella me sigue-

-- Quería que tuvieras una buena vida –observa nuestra habitación, el colchón en el piso, las ropas esparcidas por todos lados- Evitar este tipo de cosas! –señala la ropa en el piso-

-- No veo nada de malo, eso esta asi porque asi lo queremos. Si quisiéramos dormir en un hotel 5 estrellas íbamos y nos quedábamos allí, pero me gusta lo sencillo, no me gusta tener preocupaciones. Si quisiéramos tener las cosas ordenadas lo tendríamos, pero no nos importa tener la cama desordenada o la ropa en el piso. Somos felices así. –camino hacia la cocina, pero antes me giro ante ella- Ves esta ropa? –Señalo la camiseta de Jeffrey manchada de pintura- Me siento cómoda, me siento bien así.

-- Podías tener una vida de reina si no fueras una rebelde

-- Y quien te dijo que aquí no tengo una vida de reina. Ando vestida como quiero, hago lo que quiero y cuando quiero –le sonrío- Ni siquiera necesito que me estén todos alabando, hay cosas que son pequeñas y son mucho más valiosas. Él me hace sentir como una reina –digo refiriéndome a Jeffrey- No creo que necesite nada más.

-- Necesitas a tu familia. Sin tu familia no serías nadie! Sin todos los mimos que te dimos... -prendo la cafetera y la vuelvo a observar, me fijo en que va perfectamente vestida como siempre.-

-- A veces te observo y veo todo el tiempo que perdés en estar así –sonrío y ella me mira confusa- ¿Cuánto demorás para tener ese cabello sin que ningún pelo salga del lugar? ¿10, 20 minutos? ¿Y para encontrar una ropa que combine con los zapatos y el maquillaje? ¿30 minutos? Tiempo en el que podías estar con tu marido, con su nieta, con tus hijos... Sabes? Después te vas a arrepentir, y va a ser duro cuando tu piel se llene de arrugas, dejes de trabajar, y quedes sola. Vas a ver que la belleza no importa, el dinero no importa, lo que importa es la gente a tu lado, sea familia o no, y ellos ya no van a estar y vas a querer volver atrás... y gastar ese tiempo perdido entre ropa y zapatos, en pasar con ellos. –Suspiro y sirvo dos tazas de café, le alcanzo una.-

-- Ya veo que no vas a cambiar de idea.

-- Pense que viniste a arreglar las cosas, no intentar meterme cosas en la cabeza –me encojo de hombros- Tengo casi 24 años y no me conoces, ahí está, por gastar tu tiempo en bobadas... tiempo en que podíamos ser madre e hija, podíamos pasar tiempo juntas... podías conocerme un poco más.

--Perdón...–ella se ve bastante arrepentida, y me alegra, no voy a hacerle esto fácil.-

-- Sabes porque no fui al bautismo de Sol –ella asiente- No, es mentira lo que sabes. La verdad es que hacía 3 días que había salido del hospital –ella me mira confusa- tuve un aborto,  perdí un hijo –sonreí melancólicamente- un hijo que no sabía que existía. Simplemente me desperté y estaba llena de sangre, no sabía que me pasaba.

-- Lo siento... yo no sabía... -intenta acercarse pero yo le hago una seña-

-- Nadie lo sabía, solo Ian, Jeffrey y yo. –toque mi vientre- y sabes lo que es lo peor de todo esto? No tener a una madre a la cual recurrir, tuve que refugiarme en los brazos de él –dije refiriéndome a Jeffrey- y él también estaba sufriendo. Porque al final, era su hijo también.

-- Hija... -deja la taza a un lado- Sé que no me vas a perdonar y tienes toda la razón, nunca imagine que tendrías un hijo... no lo sé, se que fui muy egoísta pero siempre quise tu bien. Solo quiero que sepas que a pesar de todo yo soy tu madre, olvída lo que te dije aquella vez en el salón. Voy a estar siempre desconforme con esa vida que optaste por seguir, pero aun asi, quiero que vengas a esta ciudad y te sientas en casa, no te sientas incómoda. No te distancies de todos por mi causa si? –yo asiento, ella mira su carísimo reloj y vuelve su mirada a mi- Tengo que irme, nos vemos hoy a la noche.

-- Adiós mamá! –suspiro y me siento en la isla, vaya... creo que ahora si puedo estar cómoda en esta ciudad, no tengo más miedo de mi madre.-

Foto: Alex

El novio de mi mamá. 《Jeffrey D. Morgan》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora