Harry.
―No hay remedio para tí. Siempre estas tomando, nunca estas en casa y, no hay que mencionar todos los tatuajes que te has hecho ―dijo de mala gana.
Simpre era lo mismo, esta es una de las razones por las que ya casi no hablo con nadie. Siempre me repiten mis errores una y otra vez, ¿cuándo entenderán que es mi vida?
―Lo mejor será que te muestre algo, Harry ―menciono mi tía con los ojos llorosos.
Me tomo por los hombros guiandome hasta el patio delantero de mi casa, en el cual dominaba el color verde; el césped recién podado, las flores de animados colores lilas y amarillas reposaban en la sombra de el frondoso árbol ―que proporcionaba una sombra bastante considerable―.
El día era ligeramente soleado y cálido, por lo que los pajaros cantaban animadamente, al mismo tiempo en que algunos volaban libremente.
Aveces me gustaría ser totalmente libre, como ellos.
Mi tía me empujo ligeramente, sacandome de mis pensamientos sobre la libertad de aquellos seres vivos con brillante plumaje.
Continué caminando por el camino constituido por piedras de colores crema y anaranjado con algunos diminutos puntos negros ―casi imperciptibles, si no las observas cuidadosamente― totalmente opacos y por su naturaleza de textura rugosa.
Mi hermana mayor, Gemma, abrió la puerta de delgados barrotes color negro de distintos tamaños junto a la cochera que dejaba ver la calle casi vacía ―a excepción por el auto de mi tía― con una expresión totalmente indescifrable.
Un sentimiento de nostalgia me invadió por completo al darme media vuelta sobre mis talones para observar con detenimiento la casa de mamá.
Los recuerdos de cuando tan solo eramos niños jugando en el patio trasero de la casa llegaron de golpe, desconcertandome por completo.
Las comisuras de mis labios se elevaron ligeramente, formando una sonrisa.
Aunque muchos no me creian, era cierto; aún sonreía. De vez en cuando y a escondidas de el mundo, pero lo hacía.
Sentí como mi cuerpo por alguna razón, perdía el equilibrio de el mismo, como si me hubieran dado un fuerte empujon hacía aquella casa de dos pisos color blanco brillante y tejado color gris oxford; la misma que me vio crecer desde que tengo memoria.
Sin embargo, ignore aquello y continue caminando hasta el auto color plateado de último modelo. Abrí la puerta de el copiloto, me sente y cerre la puerta tras haberme acomodado correctamente en el asiento.
Nunca me habia gustado venir con mi tía solos en su auto. Cuando estaba junto a la familia o con mi tío Andrew ―que fue asesinado hace años― era realmente agradable, pero despues de la muerte de mi tío comenzó a comportarse realmente extraña.
Desearia que fuera mas ordenada, para así poder sentarme en los asientos de parte de atras.
Ella subió y empezo a manejar.
―Yo no estoy loco, tía, creeme ―dije, tratando de convencerla. Ella era la única que se portaba normal conmigo a diferencia de todos, aunque aveces venían dudas. Llegue a sentir hace algún tiempo que ella me veía como algo más que su sobrino, pero sería imposible, ella siempre ha sido como una segunda madre para a mí, además cabe aclarar que si eso llegara a pasar no es una opción, nunca lo sería.
―No puedo dejarte así, Edward ―dijo manejando.
Ya va a empezar con su discurso reprimente.
―Tienes 19 años, ya deberías hacerte responsable y madurar ―continuó con su aburrido discurso.
Yo me limite a mirar por la ventana.
Esta más que claro que no estoy de humor para escuchar sus reprimemdas sobre mi mal comportamiento, pero aún así permanecí callado, tampoco tenía humor para reclamar.
―¿A dónde me llevas? ―pregunte ya que estabamos dentro de un edificio grande.
Ella me ignoro y hablo con una señora morena.
No escuche lo que dijeron, pero, es malo.
―Es por tu bien Edward, esperemos que así te controles ―dijo mi tía. Su tono de voz siempre ha sido muy alto y lo peor es que la mayoría de el tiempo su voz era chillona.
Sentí todas las miradas en mí. La gente miraba aquella escena con atencion, como si fuera lo más interesante del mundo.
―Tranquila Lorence, aquí esta en buenas manos, este, será mejor que empezemos ya... ―me inspeccionó con la mirada.
―Harry ―dije presentandome de forma fría y cortante. Lo hubiera hecho de otra forma, pero aún todos nos seguían prestando atención.
E incluso cuando voltee a mirar el lugar con un poco de detalle, que debo decir que no me desagrada del todo, excepto por las personas, ya que no estoy acostumbrado a salir mucho ni a que me observen tanto tiempo.
―Bien, Harry, pasa ahí ―indicó un cuarto.
Muy a penas me podía mantener de pie, pero camine hacia ahí, era horrible, sentia que mi cabeza deseguro explotaría en cualquier momento. Si lo hubiera dicho en voz alta me dirían que es por tanto tomar, aunque no me importa.
El cuarto era gris y había una camilla de hospital.
―Siéntate.
―¿Qué es todo esto?
―Te dijeron que te sentaras, Harry ―me dijo mi tía con un tono severo y firme.
Gruñi.
Me sente.
―Bien, sus papeles estan listos. Bienvenido a el hospital psiquiátrico.
―¿Por qué si yo no estoy loco?
―Siempre estuviste loco Harry ―chillo mi tía. ―Todos lo sabíamos desde un principio y los estudios que te hizo el psicólogo solo nos confirmaron lo que pensábamos.
Pasé mi mano por mi cabello, tirando de éste hacía atrás.
¿Para esto eran los estudios? Me dijeron que eran para ver si estaba enfermo o no, no para ésto. No para traerme a éste lugar.
―¡No! ¡Yo no puedo estar aquí! ―grité, sin saber muy bien que hacer.
―Ahora lo estas.
«Controlate Harry»
Ambas salieron, yo las mire confundido.
Cerraron.
Me dejaron encerrado.
¿Y qué haré aquí encerrado?
Esta historia es una adaptacion de la novela original.
Obra registrada bajo INADUTOR, se prohibe la copia en su totalidad y/o parcialidad asi como la imitiacion de la misma sin el consentimiento de la autora.
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Mundos Diferentes ®
Teen FictionHarry Styles, sinónimo de alcohol, tatuajes y diversión, hasta que su tía hace que su vida de un giro de 180 grados. ___ Payne, psiquiatra, doctora de Harry, sin contar que ella es el tipo de chica ideal de él. Poco a poco ambos van sintiendo una g...