Parientes equinos

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Lo primero que se me ocurre es gritar. A ver, delante mío hay una nube maligna con ojos rojos que miran, cientos de ellos. Es bastante normal. El problema es que todos se giran hacia mí. Caso error.

Hay un par que se adelanta a los demás. Arrastra tras de sí un cúmulo de nubes que giran cómo un tornado hasta alcanzar la forma de algo alto con cuatro patas. No puedo moverme, me he quedado clavada en el sitio. Poco a poco el contorno de esa cosa va definiéndose. Aunque no desvío la mirada de sus ojos totalmente rojos, sin pupila ni iris, veo que su cuerpo tiene la forma de un caballo enorme, pero la textura de una nube de tormenta; gris, incluso con rayos que iluminan todo su cuerpo. La crin y la cola ondean al viento, con la punta desintegrándose en pequeñas nubecitas que se deshacen. Se acerca a mí hasta que puedo verle los dientes afilados cómo cuchillos. Aún así no me muevo. No sé si respiro. Esa cosa me olfatea con interés. Pero no me muevo.

De repente, la criatura se retira con un chillido cuando una esfera brillante le golpea en el morro. Alguien tira de mi hacia dentro con violencia. Veo cómo el bicho corre hacia mí, esta vez cabreado. En el último segundo una puerta circular se cierra, tapando el agujero con la misma forma que daba a la terraza. Oigo cómo el bicho choca contra esta y cruje, pero no cede.

- ¡¿Te has vuelto loca?! ¡Ese venti podría haberte matado! - grita Absent, quien me ha metido dentro.

- ¡Lo siento! ¡Sólo salí fuera un segundo y apareció de la nada! -

- ¡DEJAD DE GRITAR LOS DOS! - interrumpe la voz de Clarvi. No sé porqué pero la obedecemos los dos. Ni que fuera nuestra madre.

- ¿ Qué era eso? - le pregunto.

- Un venti, un espíritu de la tormenta. Este sitio es una cueva del viento, un lugar frecuentado por ventis que se utiliza para domesticarlos y usarlos cómo medio de transporte. - responde, mirando con gravedad la puerta que ha cerrado.

Así que no mentía sobre que había una manera de salir de Laurentum en la cima de la montaña. Me pregunto cómo lo harán para subir encima de una nube furiosa.

La respuesta llega 5 minutos después. Clarvi sale al exterior ( lo que casi nos causa un fallo cardíaco) y en pocos segundos monta una escena de rodeo. Está claro que sabe lo que hace, porqué en poco tiempo tiene sujetos a dos ventis, con algo que parece un gusano de aire atado alrededor del cuello de los animales. Ella lo llama, ofendida, "cuerda de viento", pero sigue pareciendo un gusano. Tras ayudar a subir a su venti a Absent, que se queja de que "el teletransporte es mucho más rápido y seguro". Me doy cuenta de que estamos a un megamillón de metros del suelo. ¿ Cómo saldremos de aquí a caballo?

No tengo ni que hacer la pregunta. Clarvi espolea a su montura y está sale al galope por el aire, encima de un camino invisible. Como si fuera normal. El conjunto de sucesos mágicos en pocos minutos me deja tan parada que me olvido de seguirles.

- Ei! Esperad ! - grito. Alzo el vuelo moviendo las alas a máxima potencia, para luchar contra los fuertes vientos que soplan.

- Os hecho una carrera! - grita Clarvi. Parece la mar de tranquila, para estar a un resbalón de la muerte por conversión en mermelada.

Acepto el reto acelerando. Aunque aquí haya poco oxígeno, mis pulmones funcionan a la perfección. Ahora que lo pienso, nunca he echado en falta respirar cuando volaba muy alto. Ni siquiera he sentido nunca el frío aire contra mi piel.

Suspiro, pensando en cuanto de maga hay en mí. Pero a 10.000 metros de altura, con Clarvi que se ríe ante la cara de pavor de Absent, me importa bien poco.

Sildes, los hijos del aire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora