Leviatán

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Muy lentamente abro los ojos, que me pesan una barbaridad. Me levanto inmediatamente. A mi alrededor hay tres carroñeros, con cara de sorpresa. Supongo que yo era su cena, pero tendrán que buscar otro plato un poco más muerto.

Miro a ver si localizo a mis compañeras de viaje, pero estoy en la orilla de un río completamente vacía, con la ropa mojada y un buen resfriado. Debería seguir la corriente, a ver si puede llevarme a algún pueblo donde pueda descansar y encontrar a Írisa o a Clarvi. Hablando de ella, me pregunto dónde nos habrá llevado ahora, Clarvi siempre destacó por su capacidad de teletransporte. Todavía recuerdo cómo nuestro profesor en el Círculo la felicitaba por poder moverse en el espacio- tiempo con mucha facilidad, cómo si fuera algo nato. Podía realizar varios hechizos seguidos, re-apareciendo en diferentes posiciones cuando los demás dejábamos las cejas en nuestro lugar de partida.

Oigo un chapoteo detrás mío y me doy la vuelta sobre los tobillos inmediatamente. No hay nada, que raro. Vuelvo a oírlo de nuevo y esta vez me asusto de verdad. ¿De donde rayos sale? Empieza a hacerse más fuerte y constante, como si se alegrara de llamar mi atención.

- ¿¡Hay alguien aquí?! ¡Déjate ver! - le grito a la nada, esperando una respuesta.

Corre, Consagrado.

- ¿ Qué? - es lo único que se me ocurre de decir. La voz sale de la nada, cómo del aire mismo.

Corre. La nieta del viento se ahoga. La hechicera se pierde en la oscuridad. El captivo se queda sin fuerzas. Corre, y ve ayudarles. Los necesitarás para cumplir tu cometido.

- ¿ Quién eres? - le pregunto asustado. He oído esa voz antes, pero no logro ubicarla. Cómo si la hubiera oído en un sueño. . . Un sueño.

- ¿ Eres tú, verdad? La serpiente de la cueva-  pregunto. Tras una larga pausa, contesta.

Prefiero Leviatán. Ahora corre. Y un último consejo. No te fíes del linaje del egoísta.

Después de eso, la voz se calla. Se hace un silencio tan sepulcral que por un segundo, me parece oír un ruido como de algo que se arrastra por el suelo, reptando. Estoy seguro de que es él. O eso. O ello. Vale, no estoy tan seguro.

« Céntrate Absent, por favor » me digo a mi mismo. El Leviatán, o como se llame, ha dejado muy claro que Clarvi e Írisa están en peligro. ¿ Y quien es "el captivo"? Tendré que preguntarles cuando las encuentre.

Decido probar con un conjuro de sónar para registrar el río. Si Írisa se ahoga, es el único lugar que se me ocurre para probar. Metiendo un dedo en el agua fría, recito en voz baja el hechizo.

- Loth amira secun -

Mi visión se oscurece, pero en mi cerebro se empiezan a formar imágenes sin color, pero si con forma. Lo primero que detecto son rocas y alguna cosa alargada que debe ser un pez. Augmento el alcance del conjuro buscando una forma más grande, algo que pudiera ser humanoide.

Cuando creo que no encontraré nada, percibo una forma diferente de las demás. Podría ser un tronco, pero es lo único que se parece mínimamente a una persona. Poniendo fin al hechizo, me levanto rápidamente y pego un salto en dirección a las aguas turbulentas. Cualquiera se habría sorprendido de verme aterrizar y empezar a correr sobre el agua, pero es un conjuro tan sencillo que solo tengo que repetirlo mentalmente.

Corro en la dirección de la forma extraña, con todas las esperanzas puestas en ella. « Por favor, que sea Írisa, por favor» rezo.

Mis esfuerzos se ven recompensados. Al acercarme veo una rama de árbol flotando, y agarrada a ella, está Írisa. Empapada y exausta, pero viva. Gritando su nombre, corro hacia ella, que apenas puede girarse y mirarme con sorpresa. Cuando llego a su lado, la agarro con fuerza del brazo y la saco del agua. Apenas le quedan fuerzas para abrazarme antes de desmayarse.

Sildes, los hijos del aire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora