Asalto nocturno

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Vuelo más lentamente de lo normal de vuelta a casa, pues estoy agotada. Todavía me cuesta creer que el rey vaya a investigar todo el asunto de Tuhon. El Imperio haciendo su trabajo, suena antinatural. ¡Si los soldados viven para hacer el vago!

Metida en mis pensamientos, no percibo la sombra que se cierne sobre mí desde un árbol. El golpe me deja sin aire en los pulmones, pero mi cuerpo reacciona sólo y lanza una patada que le da en la nariz. Me levanto con ganas de hacerle tragar una piedra, pero mi limito a un puñetazo que lo deja inconsciente. Entonces me percato de que no está solo. Otras seis personas me rodean, y antes de darme cuenta, se me hecha encima. Una patada circular tumba a tres, un giro rápido me evita una patada en el vientre, y dos puñetazos alejan a los otros de mí. Salgo disparada hacia arriba, cuando algo se cuelga de mis pies y el peso me hace caer unos metros más allá. Observo con horror lo que se enreda en mis piernas. Un lazo como el que atrapó a Tuhon. Estos tíos son sus secuestradores.

La rabia se enciende dentro de mí como un volcán. Sacó mi cuchillo y corto el lazo, justo a tiempo para evitar un hombre que pretendía agarrarme el brazo. Una patada acaba con su estado consciente. Los demás tratan de reducirme, pero los mantengo alejados de mí con el cuchillo. Alguien me ataca por detrás y me retuerce la muñeca hasta que el dolor me obliga a soltarlo. Lo lamenta cuando un cabezazo le rompe le nariz. Por muy buena que sea en la lucha cuerpo a cuerpo, es obvio que son demasiados para mí. Uno me coge de la pierna y me lanza contra una roca. Mi cabeza se estrella contra esta y grito de dolor. Mi visión se vuelve borrosa y mis músculos no responden. No, no puedo acabar así, atrapada por estos locos. Cuando creo que todo está perdido, veo algo que se mueve en las sombras. De repente, alguien sale detrás de los secuestradores, y estos se giran, dejándome ver por un instante a los dos magos que asaltaron la carroza.

Antes de darme cuenta todos los secuestradores están en el suelo, dormidos. Cuando los dos hechiceros se dan la vuelta, ya les estoy apuntando con el arco tensado.

- ¿Quienes sois? ¿ Y que rayos queréis? -

- Me parece que tú ya nos conoces - dice el chico.

Tiene el pelo castaño oscuro y revuelto, y parece un par de años más joven que yo.

- Sí, sois los magos que asaltaron al rey y trataron de asesinarlo - digo yo- ¿Porqué me estáis siguiendo?

- Me parece que estos tipos lo dicen todo - dice la chica.

- Lo que intentamos decirte es que estamos de tu lado. -

- Dame un buen motivo para creerme lo que me contáis. -

- Creo que de nuevo, la respuesta está en esos tipos. Míralos -

Aparto un segundo la mirada de ellos y la fijo en mis agresores. Parecen tipos normales, pero su nivel de combate cuerpo a cuerpo les delata. Van vestidos iguales, con lo que parece un uniforme rojo. Un uniforme rojo. El uniforme de la Guardia Real. ¿QUÉ? Sólo el rey puede ordenar que la Guardia Real intente secuestrarme. Espera. ¿QUÉ? ¡El rey ha ordenado que me secuestren! ¿Qué, qué, qué?

- Me parece que tu expresión lo dice todo - dice el chico - La cuestión es ¿entiendes que ahora el rey querrá tu cabeza en bandeja, y no se detendrá hasta conseguirla?

- ¿Y qué se supone que tengo que hacer ahora, listillo? - replico yo.

- Depende de ti. Puedes huir tu sola ... o puedes venir con nosotros.-

Observo de nuevo el uniforme que visten los soldados. Esto significa que el rey está detrás de los secuestros. Entre ellos el de Tuhon. Ni me lo pienso.

- Acepto -

Sildes, los hijos del aire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora