Me da tiempo a girar, ver una sombra enorme detrás de una nube y decir «¿ Qué?». Entonces el objeto que ha provocado esa sombra atraviesa la nube. No tengo tiempo de apartarme del todo, y una gigantesca roca me da en toda la rodilla. A juzgar por el crujido que suelta, está rota. Mientras grito, la roca cae bajo la fuerza de la gravedad desaparece en la distancia ( hacia abajo). Clarvi detiene a su montura en el aire cerca de mí. El venti está asustado, no deja de patalear y de relinchar.
- ¿¡ Estás bien!? - pregunta.
- ¡ No! ¡¿Qué demonios ha sido eso?! -
- ¡Mira abajo!-
Le hago caso, y descubro que a menos de 1 kilómetro( necesitaré gafas, de verdad), se encuentra una ciudad. De ahí ha venido la roca.
- ¿¡Nos disparan!? - pregunto.
-¡ Con catapultas! - responde. Acto seguido, acerca la mano a mi pierna. Empieza a salir luz, cómo con Absent y el corte que le hicieron los koi. Puedo ver cómo los huesos se mueven y se sueldan entre ellos debajo de mi piel. Que asco que da. En tres segundos, la rodilla está cómo nueva.
- ¡ Cuidado! -
Esta vez me aparto a tiempo. Esquivo la roca rozándola, por eso. Al parecer, a la guardia aérea (sildes guerreros) le da pereza seguirnos y prefieren bombardearnos a distancia. Tengo que admitir que tienen buena puntería, darle a tres puntitos en el cielo no es cosa fácil.
- Rápido! No tenemos mucho tiempo, hay que alejarse de la ciudad! - dice Absent, tras acercarse a nosotras.
- Si nos alejamos, la guardia aérea nos perseguirá. Y entonces estaremos perdidos - digo yo.
-¡ Atrás! - grita de repente Clarvi.
Pum. La roca, pasa por encima de nosotros, pero un extremo le da en toda la cara a Absent, que se tambalea sobre su montura y resbala hacia atrás. El venti se disuelve en el aire en ese mismo instante, con un chillido de alegría. Pliego las alas y me lanzo tras él. Veo cómo cae cómo un muñeco de trapo, inconsciente. Entreveo por el rabillo del ojo un movimiento. Sabiendo bien lo que es, me giro de espaldas al suelo y lanzo una patada al aire. Mi pie rebota contra algo blando e invisible. Bingo. Alargo la mano hasta que encuentro algo en el aire. Tiro de él y de la nada, aparece un soldado silde sorprendido en el aire, mientras que en mi mano hay una tela rasgada.
- ¿Una coraza invisible? Buen intento - le digo mientras caemos. Acto seguido le dejo inconsciente de un pellizco en el cuello, justo en un nervio. No mentí cuando dije que mi padre me enseñó. Lo dejo caer, sabiendo que su instinto lo despertará a cierta distancia del suelo.
Me doy la vuelta de nuevo y veo que Absent está mucho más cerca de mí. Acelero, pero algo me golpea en un costado con fuerza, y luego en la cabeza. Me llevo la mano a la sien y observo que me ha hecho sangrar, el muy imbécil. Veo un reflejo que se dirige hacia mí. «Ni de coña te saldrás con la tuya» pienso. El reflejo se mueve de nuevo. Es como si hubiera una estatua de cristal en el aire, pero que me intenta dejar inconsciente a base de golpes. Genial. El ejército de espías personales de su majestad está aquí. Sólo Caler puede proveer a estos mercenarios de corazas hechas escamas de lucio irisado. Los lucios irisados son una raza de peces típica del Lago negro, y son famosos por ser miméticos. Sus escamas siguen funcionando después de la muerte del animal, por lo que se venden como churros. Sin embargo, una servidora jugaba de niña al escondite con la coraza invisible de su mejor amigo, y aprendió algunos trucos.
Pluf! Una silueta invisible menos de un puntapié. Y todo esto cayendo en picado.
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Sildes, los hijos del aire.
FantasyÍrisa, además de ser una chica decidida, rebelde e inteligente, es una silde, una descendiente de la unión de un espíritu del aire y un humano. Vive de forma sencilla en Laurentum, un reino en el cual la magia está prohibida y perseguida desde que e...