Encuentro huellas extrañas

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Una semana más tarde de mi fructífera cacería, la suerte me sonríe de manera espectacular. Atrapé un ciervo en la zona boscosa del reino y dos anacondas en la zona de selva. Laurentum tiene una variedad de biomas impresionante. Solo desde Sayher se pueden acceder a 9 biomas distintos, lo cual es buenísimo para los cazadores como yo, que necesitan variedad de presas.
Pero después de encontrar una moneda por decimonovena vez en la calle, empiezo a preocuparme. En Laurentum, es normal que  la suerte te favorezca antes de que la desgracia caiga sobre ti. Es la ley de Eclipse, rey de los dioses y dios de la justicia. Una vez no me caí por un barranco gracias a los dioses, y después me rompí la nariz contra una rama mientras perseguía un animal. Y viceversa. Cuando llevaba tres días sin ver ni una presa encontré un samer enorme. Estoy preocupada por lo que podría pasarme mientras estoy sola en el bosque, aunque lleve haciéndolo toda la vida.

Paseo en constante tensión, atenta a posibles acechadores o catástrofe divinas, sin prestar atención a la caza. Es lo bueno de tener buena suerte. Sé que encontraré alguna presa esté donde esté.

Mientras sigo el rastro reciente de un conejo, me topo con las huellas de otro cazador que ha seguido el rastro antes que yo. Parece que se ocultó detrás de un árbol del límite de un claro, cuando pisó una rama y el animal lo oyó y huyó. El cazador salió al claro, formado de un suelo de arena blanda y se paró, probablemente a soltar una palabrota. De repente veo otras huellas que salen de alrededor del claro, y que rodean al cazador. Muchas huellas. No lo entiendo. Estamos en una buena estación para la caza, no hay motivo para pelearse entre nosotros. A no ser que no fueran cazadores.

La pelea se desarrolló en el claro. Al parecer eran 7 contra uno. El rastro del que estaba solo desaparece de golpe. Debe de ser un silde que intentó salir volando. Unos metros mas allá, hay una marca típica de un aterrizaje forzoso, con unas huellas esféricas a un lado, como las de de una cuerda con bolas atadas en los extremos para atrapar pájaros, solo que más grande. Esta gente sabe lo que hace. Entonces lo veo claro. ¡Los que han hecho esto son los secuestradores de sildes! Ahora el Imperio tendrá que investigarlo todo. Me muero de ganas por ver la cara que pondrán los soldados cuando descubran que tienen que hacer su trabajo, para no ensuciar "la buena imagen del rey"( esa que nadie ve). Esto le va a encantar a Tuhon.
Sigo descifrando las huellas a ver que puedo averiguar.  El cazador se defiende de sus agresores, y sin motivo aparente, se desploma. Entonces huelo algo dulzón , y veo una piedra amarilla diminuta en el suelo. Y de nuevo lo entiendo todo. Al silde lo han drogado con zumo de grivet, proveniente de plantas carnívoras, que es muy anestésico, amarillo, y se endurece si le da el sol. Por eso olía tan dulce. Han arrastrado el  cuerpo del cazador  hasta un lugar donde veo un camino cubierto de hierbas y huellas de un carro grande, donde probablemente se lo hayan llevado. Justo cuando voy a salir volando para informar de esto, me percato de un pequeño objeto, aplastado y manchado de barro, tanto que casi no se ve. En cuanto me acerco para recogerlo y me doy cuenta de lo que es se me hiela la sangre en las venas.

No es el juguete de un niño.

No es una piedra mágica y brillante.

Es un pañuelo. Un pañuelo rojo, con dibujos de color blanco y negro.

Es el pañuelo que le regalé a Tuhon por su último cumpleaños.

Mi mejor amigo está prisionero de esos psicópatas.

Sildes, los hijos del aire.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora