Capítulo 11 | ¿Mi mejor amiga es mi hermana?

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Capítulo 11: ¿Mi mejor amiga es mi hermana?

Mike estaciona el coche frente a la casa de mi mamá. Bajamos y saca mi mochila del maletero.

—¿Segura que estarás bien? —rodea mi cintura con sus brazos.

—Si, esta no es la primera vez que lo hago, no entiendo por qué te preocupas —cruzo mis brazos detrás de su cuello y beso su mejilla.

—El problema es que te extrañaré —deja un corto beso en mis labios—. Te amo.

—Te amo —sonrío. Dejo mi mochila en el suelo y él me eleva en el aire.

—Chicos... —habla mi tía a mis espaldas. Rápidamente Mike deja que mis pies toquen el suelo.

—Lo lamento, sólo es que la extrañaré demasiado —pasa su brazo sobre mis hombros. Le dedico una sonrisa inocente a mi tía.

—Sólo será por un día.

—Aún así, te echaré de menos, amor —besa mis labios y sonrió durante el beso—. Mañana a primera hora vendré a recogerte.

Se despide de ambas y luego se marcha en su coche.

—¿Cómo has estado? Nosotras te hemos extrañado durante estos días.

—Muy bien, también las extrañé. Por cierto, ¿cómo está mamá?

—Va mejorando, apenas ayer comenzó una terapia psicológica.

—¿Tú crees que dará resultados? —cambio mi peso a mi otra pierna. Ella frunce sus labios.

—No lo sé, todo depende de ella, pero siempre ha sido una mujer muy fuerte y tu apoyo la está beneficiando.

Me alegra mucho oír eso, ha pasado un mes desde que me convencieron de volver a esta casa para visitar a mi mamá. Cuando vine por segunda vez, la encontramos con un frasco de pastillas, desde entonces algo cambió dentro de mi, que aunque pasaron varios años sin saber de ella, a pesar de todo, sé que si le llegara a pasar algo no lo soportaría, por consiguiente, les prometí a mí abuela y mi tía que las visitaría semanalmente, quisiera que sea a diario, pero por desgracia vivo muy lejos de aquí y no quiero ser una carga ni para Mike ni para el pesado de Max.

La relación de madre e hija ha mejorado mucho, nunca creí volver a verla e incluso llevarnos bien. Ella ha sabido llenar el espacio en blanco de amor de madre que tanto me faltaba.

Entramos a la casa y la abuela rápidamente se acerca a mi con sus brazos abiertos, me presiona contra sí en un cálido abrazo.

—Querida, te he echado de menos —sonrío.

—Al igual que yo —vuelve a abrazarme y nos separamos para sentarnos en el sofá.

Una de sus empleadas me sirve un café, le agradezco y bebo.

—¿Dónde está mamá?

—Fue a su terapia, en unos minutos estará de regreso —asiento.

—Y... cuéntame, ¿cómo te está yendo en los estudios?

—Muy bien.

—Y ese chico... Max, creí que él te traería.

—Bueno, Max y yo sólo somos conocidos, no es como que tengamos que pasar mucho tiempo juntos —intento no sonar grosera, pero fracaso terriblemente.

De hecho, no lo veo desde aquel fin de semana en que nos quedamos en casa de Steph.

—Oh... entiendo —mi abuela le lanza una mirada rápida que no logro descifrar a mi tía Kim y ambas se quedan en silencio.

La puerta principal se abre, revelando a una mujer de unos treinta y algunos años, ahora lleva unos vaqueros y una blusa rosa, su cabello atado en una coleta, pero ya no se ve tan desarreglada como la última vez que la vi. Mi mamá entra en la casa. Mi abuela se acerca a ella para abrazarla, supongo que ya habrán notado que adora abrazar a todo mundo.

—¡Keyla! —avanza hasta mi. Me levanto del sofá para acercarme a ella y abrazarla—. No esperaba encontrarte aquí.

—De hecho, la pequeña Lucy se quedará aquí hasta mañana —anuncia Kim. Mi mamá sonríe.

Me parece extraño que me llamen así, todo mundo me llama por mi primer nombre. Cuenta la leyenda que cuando era pequeña era idéntica a mi mamá y por eso me llamaban así, pero ahora casi no nos parecemos.

—Mejor entonces. Ahora iré a tomar una ducha y enseguida bajo, el olor a canela del incienso de la clínica se me pegó a la ropa —besa mi frente y sube por las escaleras.

—Se ve mucho mejor que la última vez que la vi —la veo subir los escalones hasta que la pierdo de vista.

—También lo noté, además, el rosa le sienta muy bien.

—Chicas, iré a ver cómo va la cena —la abuela se pierde por un pasillo.

* * *

Subo por las escaleras, adentrándome en el pasillo de habitaciones, ya es hora de dormir.

Observo las puertas en busca de mi cuarto, hay tantas puertas que nunca me acostumbraré a cual es. Continúo buscando hasta que me detengo frente a una puerta que tiene un pequeño letrero colgado que dice «Valerie».

¿Valerie? Mi tía no tiene hijas, ninguna de mis otras tías se llama Valerie y creo que tampoco mis primas. Sólo conozco a una Valerie, mi mejor amiga.

En ese momento, algunos recuerdos vienen a mi cabeza.

—Oye, nunca me has platicado sobre tu mamá —me mira confundida, como si no se lo esperara.

—¿Qué quieres que diga? Sólo es una persona normal —se encoge de hombros nerviosa.

—No lo sé, ¿dónde vive? ¿por qué nunca la he visto?

Me dio un poco de curiosidad saber acerca de ella, con todo el tema de que le dio una tarjeta de débito, sabiendo cómo es Valerie para gastar en ropa y zapatos. Nos conocemos desde niñas y nunca ha hablado sobre ella. De hecho, cuando vivíamos en la misma ciudad nunca me llevó a su casa, sólo a la casa de una tía paterna una vez pero nada más.

—Tiene varias casas, una en Luisiana, en Miami, Nueva York y aquí en Los Ángeles. Nunca hablo de ella porque casi no la veo, se la pasa encerrada en su habitación pensando en... —se detiene al encontrarse su mirada con la mía—, en una hija que perdió.

Además, cuando vine a esta casa con Max, mi mamá mencionó algo sobre que tengo una hermana.

—Buena historia, deberías escribir un libro —rio cómicamente al levantarme—. ¿Entonces tengo una hermana?

—¿Quieres saber quién es? Incluso tú ya la conoces, puedo mostrarte...

—No, ya perdí mucho de mi tiempo en esta tontería —camino a la entrada trasera y entro a la casa.

Todo encaja perfectamente, ella dijo que yo tengo una hermana y Valerie me dijo que su madre perdió a su hija. Sólo hay una forma de confirmar mis conclusiones y es entrando en la habitación. Giro el pomo de la puerta, pero una mano se posa en mi hombro y me sobresalto.

—¿Lucy? ¿Qué haces?

—Nada... yo... estaba buscando mi habitación —apoyo una mano en mi pecho para intentar regular mi respiración.

—Es la de al lado —señala la puerta, aún con su ceja enarcada. Miro a mi lado y veo una puerta abierta.

—Oh si, que tonta soy —rio nerviosamente y entro en la habitación para evadir la conversación. Cuando la veo marcharse cierro la puerta.

Entro en el baño de la habitación, cepillo mis dientes, hago mis necesidades y me coloco el pijama que traje, para por fin tumbarme en la cama. Apago la luz y me hundo en un mar de pensamientos.

¿Mi mejor amiga es mi hermana?

Equal © [THE UNEQUAL II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora