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Capítulo 8 | Un fin de semana sin chicos.

Capítulo 8: Un fin de semana sin chicos.

Mi teléfono comienza a sonar, lo ignoro por unos segundos pero suena con tanta insistencia que provoca que me obligue a abrir los ojos y trepar sobre Mike para poder alcanzar el aparato. Él se queja un poco, pero lo ignoro y atiendo.

—¿Hola? —hablo adormilada.

—Keyla, ¿aún estabas durmiendo? —asiento, pero segundos después me doy cuenta de que no puede verme.

—Si, ¿qué sucede?

—Son las quince y veinte de la tarde —dice Steph del otro lado de la línea.

—Dormí demasiado —con mi mano libre tallo mis ojos—. ¿Para qué llamabas?

—Hoy iremos a nuestra casa de verano y nos quedaremos por todo el fin de semana, será divertido. ¿Vienes?

La simple idea de volver a ver a Emma después de lo que sucedió  en el baile me pone los pelos de punta.

—Eh, si, creo que sí.

—Bien, le diré a tu papá que pase por ti a las seis. Debes traer ropa, bikinis y pijamas, la pasaremos genial.

—Nos vemos. Ahora intentaré volver a dormir —cuelgo.

Dejo mi teléfono sobre la superficie de madera rústica de mi mesita de noche. En cuanto me incorporo descubro que Mike ya ha despertado y me está mirando fijamente.

—¿Hace cuánto tiempo despertaste?

—Hace un par de minutos, cuando pasaste sobre mi como un animal —una risa ronca brota de sus labios.

—Ya levántate que iremos a la casa de verano de Steph —lo golpeo con una almohada, sentándome a horcajadas sobre él.

—Lo sé —posiciona sus manos en mi trasero, presionándolo contra su entrepierna.

—¿Ya te lo habían dicho? —deslizo mi dedo por su abdomen desnudo.

—Emma me lo comentó en el baile —dice. Ruedo mis ojos al oír su nombre—. ¿Aún sigues celosa? —asiento haciéndome la inocente.

—Si. —cruzo mis brazos, aún sentada sobre él.

—Creo que tendré que sacarte los celos de otra forma —sonríe, jugueteando con los breteles de mi sostén.

—En una hora pasarán por nosotros.

—Tenemos tiempo, será rápido.

Rodamos y ahora es él el que está encima. Besa mis labios lentamente mientras sus manos suben por mi abdomen y se meten por debajo de mi sostén, ahuecando uno de mis senos. Me estremezco soltando un gemido en sus labios. Me responde con una sonrisa y separa su rostro para deslizar mis bragas por mis piernas. Estirando un poco mis manos alcanzo el elástico de sus boxers, tiro de ellos hacia abajo pero no logro quitárselos ya que está de rodillas.

—Me encantas —muerde mi labio.

Baja de la cama y se termina de desnudar. De los bolsillos de sus pantalones saca un preservativo y rompe el envoltorio con sus dientes. Se lo coloca y vuelve a posicionarse sobre mi.

Abre mis piernas, introduciéndose en mi interior con cuidado. Al sentirlo dentro una mezcla de sensaciones me invaden, haciendo que encorve mi espalda y rodee su cintura con mis piernas para tenerlo aún más cerca. Gimiendo al unísono llegamos al clímax, donde nuestro sudor se mezcla cuando cae rendido a mi lado.