Capitulo 2

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Metí la última camiseta en la maleta, y la cerré con pesimismo. Me senté en la cama y suspiré. Llevé mi dedo bajo mis ojos, para quitar el poco rastro que quedaba de las lágrimas. Suspiré una vez más y traté de calmarme.
Al instante, mi madre entró por la puerta. Levanté la cabeza para mirarla.
-Cariño, ¿Tienes ya tu maleta lista?
-Sí...-Contesté con pesadez. Me puse en pie y la cogí, llevándola hasta fuera, pero mi madre me paró.
-Tranquila, yo la llevo. Tu descansa, mañana tenemos que madrugar-Me besó en la frente-Buenas noches, cielo.
-Buenas noches, mamá-Traté de sonreír, pero casi fue imposible.
Cambié la luz de mi cuarto por la lamparita que había sobre la mesita de noche, cogí un bolígrafo y mi diario, y comencé a escribir:

querido diario, no quiero marcharme. No quiero alejarme de aquí. Este es mi lugar, aquí tengo mis amigos, el resto de mi familia y... Tengo a Atl. Tú mejor que nadie sabes que él lo es todo para mi, que todos los momentos que he pasado con él son imborrables de mi mente y que lo quiero con todo mi ser. ¿Qué voy a hacer sin él? No quiero que todo lo que hemos pasado hasta ahora se pierda por culpa de mi partida... No sé qué hacer. Tengo miedo. Temo que todo desaparezca con el paso de los días. Estaré muy lejos de todo, en la otra punta del mundo y sé que será muy difícil mantener el contacto con todos.
Atl me ha dicho que va a estar esperándome hasta que vuelva, o hasta que él cumpla los dieciochos y pueda irse a vivir a Londres, conmigo. Es una locura, sí, pero él lo haría por mí, estoy segura. Es todo un amor. Mi amor. Lo echaré tanto de menos...
Pero voy a tratar de ser fuerte. Él ha sido el que me ha convencido para que no les ponga mala cara a mis padres y que acepte el maldito viaje. En fin... La mayoría de mis amigas se han sentido bastante mal hoy, cuando nos hemos despedido, los chicos supongo que también, pero ellos son más rudos y se han tragado las lágrimas. Así son ellos. Carlos ha hecho de sus bromitas como siempre, pero eso es lo que más me gusta de él. Sé qué...

Escuché como las ramas del árbol que había frente a mi balcón crujían. Levanté la vista del diario y esperé varios segundos. Volvieron a crujir. Dejé mi diario sobre la mesita junto con el bolígrafo y me levanté sin calzarme, andando por el suelo de madera. Me acerqué curiosa, y un poco temerosa, a los ventanales que daban al exterior y descorrí la ventana, y allí pude ver a Atl pasando del árbol al balcón.
Abrí y lo dejé pasar sin siquiera sonreír.
-¿Qué haces aquí?-Le pregunté en cuanto volví a cerrar, para que mis padres no se percataran de que estaba allí.
-Lo siento-Se disculpó acercándose a mí-Pero no puedo dejar que te vayas sin haberme despedido de ti como Dios manda-Pegó sus labios a los míos después de haberme agarrado con fuerza de la cintura.
-¡Atl!-Lo aparté-Mis padres están en la habitación de al lado. Pueden oírnos.
-No me importa-Clavó sus ojos sobre los míos-Voy a estar sin verte más tiempo del que jamás llegué a imaginar. No pienso despedirme de ti con un simple beso.
Volvió a besarme. Sonreí sobre sus labios. Iba a disfrutar el último momento con Atl todo lo que pudiera. Al máximo. Y no me importaba si se daban cuenta de que mi novio estaba metido en mi habitación. No volvería a verlo hasta dentro de mucho tiempo, como él había dicho, por lo que nada podía tratar de impedir que la última noche en CDMX, la pasara con él.

¿Y la promesa? « Atl GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora