Me aferré a Atl. No quería soltarlo. Oculté mi rostro en su pecho y comencé a llorar.
-Cariño... - Comenzó a decir mi madre. No quería irme. Aquella era la última noche que pasaba en CDMX. Mis padres ya había preparado todas las cosas y a la mañana siguiente, temprano, subiríamos a un vuelo de un millón de horas hacía Londres.
Atl había venido a despedirse, pero no tenía que haberlo hecho. Todo se me vino encima cuando vi todo el futuro que iba a tener delante, sin el. Lo abracé con fuerzas mientras mis padres apenados trataban de hacerme sentir bien para que mi partida no fuera tan dura, ni para mí, ni para Atl. Pero no había ninguna manera de hacerme sonreír si no era que nos quedábamos en CDMX y que nadie tendría que tomar un vuelo la mañana siguiente.
- Atl ya tiene que irse. -interfirió mi padre- y nosotros tenemos que terminar de empacar.
-¡No! -Grité aferrándome más a Atl- ¡No pienso irme!
Sentí los brazos de Atl abrazarme con cuidado. Si no hubiera sido porque mis padres estaban enfrente, me habría abrazado con fuerza, me habría besado y me habría dicho millones de cosas bonitas. Pero tenía un punto de timidez que siempre aparecía cuando estaba frente a mis padres.
-Cielo, vamos...-La mano de mi madre se colocó en mi hombro pero de un movimiento brusco me moví para apartarla.
-¿Por que no puedo quedarme con el?-Pregunté con los ojos hinchados de tanto llorar y la voz quebrada. Atl me miró con tristeza.
-Porque solo tienes dieciséis años. Son muy pequeños aún y tienes que ir a donde nosotros vayamos.-inquirió mi padre
-Vamos cariño-Volvió a hablar mi madre mientras me miraba con el corazón roto- Termina de despedirte de Atl y vuelve a tu habitación a terminar de empacar.
Dejé que las lágrimas salieran con fluidez de mis ojos cuando mi padre tomó a mi madre por la cintura y con una triste sonrisa, nos dejaron solos a Atl y a mí en el salón. No creía que aquel maldito momento hubiera llegado. Me volteé lentamente hacia el. su mirada de dolor me rompió el corazón y más cuando me abrazo con fuerza, apretándome contra su pecho y dejando un beso en mi mejilla.
-Te voy a echar de menos mi princesa- Susurró en mi oído.
-No quiero alejarme de ti, Atl -lloré
-Estaremos en contacto. Te llamaré cada día, aunque tenga que gastarme una fortuna. Te enviaré y cartas y haremos video llamadas ¿De acuerdo? -Se separo lentamente de mi, tomando mi rostro entre sus manos. Asentí débilmente con la cabeza para luego sentir sus labios rozando los míos, y segundos más tarde, un tierno beso.
-Tengo algo para ti- Dijo después metiendo una mano en el bolsillo de su chaqueta negra. Sacó una cajita roja y la abrió, dejándome ver un precioso collar, formado por una cadena de plata y la palabra "Amor" colgando de él.
No pude evitar sonreír y negar con la cabeza. Seguidamente, yo también saqué una cajita azul de mis pantalones. Le enseñé el mismo collar, para él. Reímos juntos, colocó una mano en mi mejilla y me acercó para darme otro beso.
-¿Me permites?-Me preguntó, para poder colocarme el collar.
-Claro-Contesté en un hilo de voz. Me puse de espaldas a él y me eché el pelo hacía un lado, para dejar que pasara sus manos con cuidado por delante de mi cuello y atara el collar tras él.
Hice lo mismo con el suyo. Le coloqué el collar que yo le había comprado para que siempre se acordara de mi, y nos quedamos mirándonos, en silencio, con una débil sonrisa dibujada en nuestros rostros.
Y volví a sentir sus labios chocar contra los míos. Rozarlos lentamente y pegarlos cariñosamente. Los suyos encajaron perfectamente con los míos, eran como dos piezas de rompecabezas que se unían a la perfección. Sus tentadores movimientos al abrir y cerrar la boca, me indujeron a intensificar el beso. Aquel sería el último que nos daríamos en mucho tiempo. No tenía idea de cuándo volvería a verlo... Dejé que una lágrima cayera por mi rostro y apoyé mi frente contra la suya, delirando.
-Te Amo...-Dejó escapar Atl, rozando sus labios contra los mios.
