Capítulo 48

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-¿Preciosa?-La inconfundible y varonil voz de Tom se metió en sus oídos como si una bomba acabase de estallar junto a ella-Cariño ¿Dónde estás?
-Donde se haya ido-Escuchó murmurar a Leonardo. El miedo entró por la puerta y se apoderó del cuerpo de Alexa.
Los pasos comenzaron a resonar por todo el departamento hasta detenerse. Tom y Leonardo miraban a Alexa quieta y paralizada como si fuera una estatua. Sus ojos eran los únicos que parecían tener vida, quienes no dejaban de gotear de ellos escapaba una bella cascada de agua que destrozaba todo el rostro de Alexa.
-¿Qué?-Dijo Tom pero paró cuando se percató de todo lo que había encima de la cama.
La mirada de Alexa se encontró de inmediato con la de Leonardo. Dos ojos cargados de fuego que no desprendían otra cosa que no fuera furia y rabia, ganas de destrozar todo lo que encontrara a su paso. Alexa sintió el miedo que jamás antes había sentido sin embargo, cogió las pocas fuerzas que le quedaban y cogió una de las cartas de la cama.
-¿Por qué?-Sollozó mirando a los ojos de aquellos dos hombres esperando una respuesta-¿Por qué jodidos hicieron esto?
Sin dar espacio a un silencio Leonardo se acercó a ella y le arrebató la carta rompiéndola en pedazos. Alexa retrocedió asustada. Tom se acercó.
-¿Quién te dio permiso para registrar entre las cosas de Leonardo?
-Tom-Trató de encontrar compasión o algo que pudiera ayudarla en sus ojos pero entonces comprendió que todas las palabras salidas de su boca alguna vez no fueron más que una farsa-Creí que…
-Eres tan inocente Alexa-Habló Tom-La primera vez que te conocí pensé que sería demasiado fácil manejarte y no me equivocaba pero entonces me enteré de que tenías novio. Que mantenías una relación a distancia con ese estúpido cantante apellidado Garza y que estabas tan enamorada de él que no harías ni una sola cosa que pudiera romper esa relación. Que no serías capaz de serle infiel ni siquiera de perder esa hora de tu valioso tiempo que empleabas cada día en escribirle una carta para que él supiera que seguías amándolo y que no dejarías de hacerlo jamás. Así que me vi obligado a recurrir al maestro de mi hermano-Colocó una mano en el hombro de Leonardo y sonrió. Leo no lo hizo-para que me ayudara a terminar con esa estúpida esperanza tuya de que tarde o temprano volverían a estar juntos. Empezamos a esconder las cartas que llegaban desde México y a impedir que las que tú escribías salieran de aquí. En resumen, conseguimos romper la relación aunque nos costó lo suyo. Tú no te diste por vencida hasta pasados más de nueve meses y él continuó durante casi año y medio enviando cartas. Lo mejor de todo es que tu creíste que él dejó de escribirte cuando apenas llevabas tres meses lejos de él ¿verdad?-Tom sonrió compasivamente. Alexa tragó saliva. Todo aquello le estaba rompiendo el corazón de tal manera que no creía que fuera posible volver a recomponerlo-Y respecto al collar… Bueno, tú fuiste la que me contaste toda la historia que había detrás de esa joya. Llegó el día en que decidiste quitártela del cuello, la guardaste en tu bolso y de un día para otro había desaparecido ¿Qué crees que le ocurrió?
-Ustedes-Su voz era tan débil, tan inaudible. Le dolieron las cuerdas vocales al tratar de hablar.
-Exacto-En aquel momento Tom parecía un loco.
-¿Y porque? ¿Por qué hiciste todo esto? ¿Para que me querías Tom?
-No te equivoques pequeña-Esta vez fue Leonardo quien tomó el relevo pero él no sonreía. Solo se mostraba impasible, rudo. Tal y como era él-Para que te queríamos y para que te queremos es la pregunta. No es solo Tom el que te desea.
-¿De?-Las palabras se atragantaron en la garganta de Alexa. Las piezas que se había formado en la cabecita de Alexa empezaban a encajar y el dibujo que se desvelaba era más oscuro de lo que jamás ella podría haber imaginado.
Era consciente de que aquello pasaba diariamente, lo veía en las noticias, chicas de entre catorce y veinticinco años violadas y luego asesinadas por sus posesivas parejas. Pero a ella, a la inocente Alexa que el único error que había cometido era creer en el diablo no podía ocurrirle. Ella era aquella princesa que vivía en un palacio rodeada de enormes y preciosos campos verdes por los que siempre veía a su príncipe cabalgar en su caballo para luego entrar en el castillo, correr escaleras arriba hasta su habitación y arrebatarle un beso que siempre la dejaba con ganas de más. Así era su mundo, su fantasía en la que ella era una hermosa princesa que había caído rendida a los pies del apuesto Atl Garza un caballero de la clase más alta que la llevaría al altar en cuanto pudiera y que siempre estaría allí para salvarla.
¿Dónde estaba Atl ahora? ¿Dónde estaba su príncipe? ¿Ese al que tanto necesitaba? Ese que jamás dejaría que le pasara nada a su princesa, que lucharía hasta perder el último aliento ¿Dónde estaba? Lejos. Lejos de su reino, de su castillo. En la otra punta del planeta.
Leonardo cargado de furia se acercó a la cama y tiró al suelo todo lo que había en ella, las cartas quedaron todas esparcidas por el suelo y el impacto de aquella pieza de metal tan importante para Alexa contra el suelo resonó varias veces en su oído. Visualizó como el collar caía y golpeaba el suelo.
No podía dejar de llorar. Su corazón estaba roto totalmente y con decirlo nadie sabría lo que Alexa estaba sintiendo. Era peor que estar muerta. De esa manera no se sentía nada, en cambio viva y sintiendo como su corazon empezaba a debilitarse, a quebrarse, a parar de palpitar a toda velocidad a casi paralizarse. Era tan horrible, lo único que su mente visualizaba era a su Atl entrando en cualquier momento por la puerta, cogiéndola entre sus brazos y sacándola de allí ¿Pero para que engañarse? En aquellos momentos sus fantasías no eran más que eso. Ella no tenía nada más que pensar que no fuera la puta realidad. Todo era tan probable, nada le iba a servir, suplicar, rezar, tratar de escapar. No eran dos hombres contra una mujer, eran dos leones contra una gatita.
Tom se acercó y la cogió con fuerza de las muñecas hiriéndola. La tiró sobre la cama y se colocó sobre ella, soltó un gritó lastimero. Luego pudo ver como sus manos se iban a su jean y comenzaba a desabrocharse el cinturón. Lo tiró a un lado de la habitación a toda velocidad, en ese momento Alexa lo miró a los ojos aterrorizada. No había palabras para explicar cómo se sentía. Si en aquel momento hubiera encontrado un cuchillo no habría dudado en clavárselo en el corazón antes de ser víctima de la atrocidad que iban a cometer aquellos hermanos.
Leonardo se encontraba aún en la entrada de la habitación pero de un momento a otro se había desprendido de su camisa dejando a la vista un bestial cuerpo con unos abdominales de acero y unos músculos que debían cargar suficiente fuerza como para levantar un coche. En ese instante Alexa supo que si aquella bestialidad de hombre lograba tomar el control de su débil y delgado cuerpo no tendría muchas posibilidades de sobrevivir.
El hermano mayor apartó a Tom quien se quejó pero dejó que Leonardo se ocupara de Alexa. Mientras él trataba de evitar los golpes de Alexa, Tom aprovechó para quitarse su ropa. Leonardo paralizó cada movimiento de ella. No necesitaba que estuviera quieta para quitarle el jersey de una manera romántica y sensual. Él se limitó a arrancárselo de un tirón. Alexa volvió a gritar pidiendo ayuda pero su voz se vio interrumpida por la mano de Tom en su boca.
En aquel momento habría deseado poder gritar con todas sus fuerzas porque sintió como la mano de Leonardo se deslizaba por dentro de sus shorts. Y como dos de sus dedos la penetraban brutalmente. Se arqueó y su grandioso grito se vio bloqueado por la mano de Tom.

-ALEXA-El grito de Atl resonó por toda la ciudad.

¿Y la promesa? « Atl GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora