Capítulo 46

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-Vamos a comprar algo para cenar-Le dijo Tom.
-No te moverás de aquí ¿Verdad?
-No-Contestó Alexa a Leonardo-Es de noche. ¿Dónde crees que voy a ir?
-Solo decía
-Está bien, nos vemos dentro de un rato-Tom se acercó a ella y volvió a besarla. Leonardo lo miró y lo cogió del brazo hasta sacarlo del apartamento.
-Soy yo el que no puede aguantarse las miraditas y tú ni siquiera te contienes-Lo acusó una vez fuera.
-Cállate, es mi novia no la tuya.
-¿A caso ha dicho que volvieran a ser pareja?
-Ya no está con el maldito de Garza.
-Eso quiere decir que esta libre no contigo, así que como vuelvas a besarla antes de la una de la madrugada te aseguro que en cuanto regresemos me la tiro encima de la mesa.
-Un beso no significa tirársela.
-Me da igual, no quiero que la toques antes que yo.
-Acordamos que sería al revés, si te lanzas sobre ella como una fiera empezara a gritar.
-¿Y qué pensaras que hará cuando nos la estemos follando entre los dos? ¿Suspirar? Oh por favor, a veces creo que eres tonto Tom.
-Hay que hacerlo de la mejor manera posible. No nos conviene que luego se nos escape corriendo y vaya diciendo por ahí que la hemos violado.
-No la violaremos-Dijo Leonardo con tono cansino-Le haremos el amor-Remarcó irónicamente echándose a reír. Tom negó con la cabeza y también rió.
Mientras tanto Alexa se mantenía sentada en el sofá con las piernas dobladas bajo ella. Empezó a hacer zapping buscando un canal donde emitieran algo divertido pero no había más que chorradas. Se cansó. Se levantó y empezó a pasearse por la casa.
Veinte minutos después dominada por el aburrimiento y el cansancio se dejó caer en la cama. Cerró los ojos por unos instantes y luego volvió a abrirlos yendo su mirada directa hacia un armario que había frente a ella y se percató de que había una caja en lo alto. Se preguntó que habría dentro. Le picó la curiosidad y no pudo abstenerse a ir a por una silla, subirse en ella y bajar la caja. Una vez con ella entre las manos bajó con cuidado y se subió a la cama sentándose en el centro con las piernas cruzadas. Examinó la caja, cuadrada, de metal y llena de polvo. Podría llevar allí arriba más de un año. Sopló un poco expulsando el polvo que había sobre ella y luego trató de abrirla. Ejerció toda la fuerza que pudo y consiguió quitar la tapa dejando ver el interior. Todo su ser se paralizó.

¿Y la promesa? « Atl GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora