Capítulo 51

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Habían pasado diez horas. Eran las siete de la mañana y Alexa seguía tendida en aquella cama convertida en la esclava de dos demonios.
Todo había comenzado como un infierno. Leonardo fue el primero en aprovecharse de ella y lo hizo durante una hora provocándole a Alexa un dolor que ni siquiera creía que existía. Cada embestida era un grito,
cada beso una puñalada en el corazón.
Tom disfrutaba del espectáculo desde su posición. Dejó un espacio de tiempo para que Alexa se recuperara cuando Leonardo consiguió tener su octava corrida lo que era tonto porque aquello le llevaría días, semanas e incluso meses. Alexa no había sido solo afectada físicamente si no también mentalmente.
Luego saltó a la carga y jugó con Alexa todo el tiempo que pudo. En realidad fue él solo quien jugó. Ella no tenía fuerzas para nada. Incluso las lágrimas habían dejado de salir de sus ojos los cuales mantenía cerrados. Estaba a punto de perder el conocimiento pero cada roce de aquellos hombres sobre su piel la mantenía despierta por inercia. Ella quería desaparecer, dormirse, perder el conocimiento no pensar en lo que le estaba ocurriendo. Quería morir y no sentir nada más nunca más.
Como había dicho antes: Todo había comenzado como un infierno, había continuado como un infierno y continuaría como un infierno. Porque ni Leonardo ni Tom habían puesto final para aquella fiesta que ambos habían montado haciendo de Alexa su mas agradable juguete y el principal.
Ellos, ambos parecían insaciables. Cuando uno terminaba el otro tomaba el relevo cosa que Alexa no podía hacer. Ella era única allí y Se aprovecharon de su frágil cuerpo durante toda la noche. Desde entrada la noche hasta empezado el día. Cada parte de su cuerpo fue tocada, violada, masturbada, herida. Le habían arrebatado toda la energía, todas las fuerzas, las lágrimas, la voz, las esperanzas de que un príncipe pudiera aparecer en cualquier momento y salvarla. Ella ni siquiera sabía que Atl estaba de camino para salvarla de aquel infierno y que iba a dar lo que fuera por encontrarla. Alexa no guardaba una sola esperanza pensando que Atl pudiera acunarla entre sus brazos después de aquello. Ella pensaba que Atl no sabía por el horror por el que estaba pasando. Ya lo daba todo por perdido.
-Oh, Dios sí-Gimió Tom echando la cabeza hacia atrás y permaneciendo unos segundos más con su pene dentro de Alexa. Luego se levantó de la cama y rió.
-Me vuelve a tocar-Repuso Leonardo subiendo a la cama donde yacía medio muerta Alexa.
-Leonardo-Tom puso una mano en su brazo-Creo que ya deberíamos parar. Han sido más de diez horas, ¿No has tenido suficiente?
-No y ella tampoco-Ambos la miraron pálida como estaba demacrada, con los ojos cerrados, los labios resecos y llenos de pequeñas heridas y cortes, irritados, la piel roja por todas partes, varios chupetones en el cuello, en los pechos. Nunca había estado tan mal apenas podía respirar.
-Ella sí-Lo contradijo Tom-Deberíamos dejarla ya.
-Una vez más-Insistió.
-No.
-Sí-Y antes de que Tom pudiera hacer nada Leonardo había vuelto a encajar su pene entre las paredes vaginales de Alexa. La pobre soltó un gemido inaudible, sus labios apenas se separaron. Sus ojos no se abrieron.
Tom hizo una mueca.
-Iré a cambiarme. Cuando salga quiero que ella tenga algo de ropa encima y que tú hayas terminado de satisfacerte.
-Dalo por hecho iré lo más rápido que pueda-Sonrió triunfante-Un polvo rápido y abrasador.
-Y no le hagas daño.
-Hermano aún no entiendo cómo puedes decirme eso después de todo lo que le hemos hecho, ve a cambiarte y deja que me ocupe de ella por última vez.
Tom negó con la cabeza y se encerró en el baño.
Diez minutos después salió vestido con unos jeans y una camiseta negra. Vio como su hermano recostaba a Alexa en la cama después de haberla incorporado un poco para ponerle su ropa íntima y cubrirla con una camisa grande de color Verde. Ella ni siquiera se había inmutado. Leonardo se estaba abrochando los pantalones, continuaba sin camiseta.
-Ve por un poco de agua-Le ordenó a su hermano -Esta muy deshidratada.
Tom asintió y salió de la habitación, fue hasta la cocina y rebuscó en los armarios hasta sacar un vaso y llenarlo de agua. Cuando se dirigía a la habitación la puerta de entrada del apartamento se abrió de un golpe seco. Un seguido de hombres trajeados de arriba a bajo de negro entraron en él gritando y cargando pistolas en sus manos. El vaso que Tom sujetaba se rompió en pedazos al tocar el suelo.
-Manos arriba-Gritó uno de los hombres.

¿Y la promesa? « Atl GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora