Capítulo 53

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Los habían dejado solos, Carlos le había abierto a Atl las puertas de la casa de su tío y lo había dejado pasar cargando a Alexa, luego se habían marchado y lo habían dejado solo con ella.
La tendió en la cama con sumo cuidado, ella no hizo ni un solo movimiento parecía que estaba muerta. Dios Atl no quería ni imaginárselo, no quería que aquello fuera cierto. Ella tenía que estar viva, tenía que seguir siendo aquella chica resistente que conoció en el pasado, se arrodilló a un lado de la cama y le cogió la mano.
-Lexa-Empezó a decir deseando que su voz entrara por los oídos de Alexa y ella fuera consciente de que no estaba sola, de que ya no lo estaría nunca más porque él no se iba a separar de ella-Te quiero, sé que te lo he dicho millones de veces pero es verdad. Te amo muchísimo, te fallé, tú no me fallaste, yo te dejé ir, te dejé desprotegida, débil y sufriste por mi culpa. Lo siento mi vida, lo siento tanto. Tengo el corazón hecho trizas por ti porque no creo que sea capaz de seguir viviendo si se que tú no estás aquí, por eso necesito que me des una señal, un solo movimiento, un solo suspiro que me diga que sigues aquí conmigo por favor.
Esperó.
Nada.
-Te amo-Volvió a repetir acariciándole aquella mejilla que pese a todo seguía estando igual de suave que incluso con algunos cortes se veía sonrojada.
Ella no se movió pero si lo hizo su puño, la pequeña mano que había mantenido todo el tiempo cerrada y hecho del cual nadie se había dado cuenta antes, sus delgados dedos descubrieron la palma de la mano en la que se encontraba su collar.
Atl observó con atención y su corazón dio un vuelco.
-Lo encontré
Sus ojos café fueron directos a los de Alexa quien comenzó a abrirlos lentamente mientras sus labios se curvaban con dificultad y dolor hacía arriba.
-Princesa-Casi gritó con emoción. La cogió con cuidado del rostro y la abrazó, ella apenas pudo moverse luego aprovechó la ocasión para volver a ponerle el collar como lo hizo la primera vez recordando aquel momento. Fue durante una despedida, esta vez era durante un reencuentro para siempre-Creí que me habías dejado-Sollozó sintiendo la debilidad de Alexa.
-No podrás deshacerte de mí tan fácilmente Garza-Consiguió decir con un hilo de voz.
Se le dispararon los sentidos cuando escucho eso. Nunca le había agradado tanto que lo molestaran llamándolo por su apellido. Era un momento glorioso.
-Te amo pequeña ¿Me has oído?-Su frente se pegó a la de ella-Te amo tanto que no se qué haría sin ti
-No me dejes nunca por favor-Jadeó Alexa-Yo no-Soltó un gemido. El dolor volvía.
-Eh, eh-Atl volvió a acomodarla en la cama-No digas nada ¿vale?
-No me dejes-Repitió cogiéndole la manga de la camisa azul de cuadros.
-No te dejo-Le contestó-No me voy a ninguna parte, me quedo aquí.
Atl dio la vuelta alrededor de la cama y se subió acomodándose a su lado, se enroscó a su alrededor, la espalda de Alexa contra el pecho de el, uno de sus brazos sirviendo de almohada y el otro abrazándola, entregándole amor y calor pero sobretodo protección. Mientras Atl tuviera sus manos sobre Alexa nadie podría hacerle daño.
-Cántame Atl-Le pidió Alexa cayendo en un profundo vacío.
El chico la aferró más a él acariciándole la piel por encima de la única prenda de ropa que vestía, de aquella camisola verde. Retiró con cuidado mechones de pelo que ocultaban la oreja de Alexa y luego acercó sus labios.
-Tan autentica y natural, algo divino entre lo superficial.
Suave como brisa de mar. Que me derrita con un beso nada más
Sigo aquí buscando hasta encontrar esa chica de mirada especial que brille entre las demás.
Dime que si, dime que no hasta tenerme loco, invitame a no dejarte de pensar.
Dime que si, dime que no y me tendrás hecho un tonto, juega conmigo y me quedaré contigo.

Y finalmente Alexa cayó dormida. La varonil pero dulce voz de Atl filtrándose por sus oídos era música que cualquiera agradecería oír pero ella no la escuchaba por placer, ella necesitaba escuchar esa voz que deseaba que a partir de ese momento cada mañana le dijera que la quería, que era una chica hermosa y que nunca más volvería a pasar por el infierno de anoche. Oh, volvía a recordarlo y todo su interior se revolvía, su corazón se encogía hasta apretar y doler. No lo superaría tan fácilmente sin embargo aquella mañana terminó dormida, no en los brazos de Morfeo si no en los brazos de Atl. Su amado.

¿Y la promesa? « Atl GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora