Capítulo 62

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Alexa se incorporó en la cama sin moverse demasiado para no despertar a Atl. Él dormía a su lado con la cabeza recostada sobre la almohada y respirando con tranquilidad. Alexa lo observó con los ojos húmedos y supo que aquel chico que tanto amaba, que seria capaz de dar la vida por el y el por ella había estado mimándola hasta pasada media noche era el que más estaba sufriendo de ambos el problema del embarazo, aunque no lo pareciera.

Alexa había decidido que iba a seguir adelante, que iba a dejar que una nueva vida se crease en su interior. Se había propuesto madurar lo suficiente como para convertirse en madre a tan temprana edad. Quería hacerlo. No iba a pagar las consecuencias de su sufrimiento con su bebé.
Y es que lo que más le dolía en aquellos momentos era el estado de Atl. Sabía que por dentro estaba destrozado, que el hecho de no ser el padre del feto que Alexa estaba incubando en su interior lo mataba segundo tras segundo. Deseaba poder despertarlo y decirle que todo era una pesadilla, que la realidad era que aún eran jóvenes y tenían mucho que vivir, que en unos años podrían casarse y entonces tener todos los bebés que quisieran... Lamentablemente no era así.
Alexa acercó una mano a la mejilla de Atl y la acarició. Cuan orgullosa estaba de poder tener a un chico como él en su vida, que no se rendía con ella por más que todo pareciera ir en su contra, como luchaba contra su cabeza y obedecía a su corazón...
El móvil de Alexa que permanecía en la mesita junto a la cama comenzó a sonar. Atl se removió entre las sabanas y abrió los ojos encontrándose con los de Alexa. Ella apartó la mano de su mejilla y le giró la cara.
―Lex...―Susurró él, luego se percató de que el teléfono a su izquierda mostraba una llamada entrante en la pantalla: Dra. Harrison. A Atl se le encogió el corazón―Es la doctora―Le dijo en un susurro acariciándole la espalda. Ella asintió y cerró los ojos apretándolos con fuerza. Luego volvió a darse la vuelta para coger el teléfono, no sin antes ver ese brillo de esperanza que había en los ojos de Atl.
―...Lo siento―Gimió ella aguantándose las lágrimas que luchaban por salir.
―No pasa nada―El se movió más cerca de ella y la abrazó con delicadeza―Todo va a estar bien. Saldremos de esta―Alexa escondió la cabeza en su cuello y sollozó―Te quiero.
―No entiendo cómo puedes seguir haciéndolo―Le reprochó ella separándose―Tu no te mereces esto Atl. Tu deberías ser el padre de este bebé―Se llevó una mano al vientre y el la siguió con la mirada sintiendo un nudo en su garganta―Sé que no quieres hacer esto. Por eso entenderé si quieres marcharte. No quiero que te sientas forzado a hacer algo que realmente no quieres.
Atl volvió a levantar la mirada hacia Alexa. Ajenos a la llamada, el teléfono dejó de sonar. Ninguno de los dos se percató.
―Sí quiero hacer esto―Contestó él―Quiero ser el padre de este bebé―Colocó una mano también en el vientre de Alexa y ella se estremeció.
―Pero...
―Aunque no lleve mi sangre. Yo quiero ser el padre de tu bebé―Ahuecó la mejilla de Alexa en una mano y acercó su rostro al suyo para besarla con ternura y afecto.
El teléfono volvió a sonar. Atl se levantó de la cama dispuesto a contestar pero ella lo cogió de la muñeca.
―Yo contesto―Balbuceó. Atl le regaló una endeble sonrisa y le entregó el móvil.
―Iré a la cocina y te traeré algo para desayunar, ¿sí?
Ella asintió con la cabeza y esperó a que Atl hubiera salido por la puerta y la hubiera cerrado para contestar a la llamada.
En cuanto dejó a Alexa sola en la habitación, la sonrisa que segundos antes se había dibujado en su rostro se desvaneció, se llevó una mano a la cabeza echándose el cabello castaño hacia atrás y trató de contener las ganas que se le venían encima de gritar todo lo que se estaba guardando desde el momento en que supo que no iba a ser padre.
Abrió varios armarios y sacó una taza que colocó sobre el mármol. Luego cogió una caja de cereales y la dejó también allí. Se disponía a sacar una cuchara de un cajón que había en un rincón de la cocina pero el llanto de un bebé lo paralizó. Procedía de la calle. Se acercó a la ventana con el pulso a millón y descorrió las cortinas, viendo desde lo alto del piso como una multitud de gente paseaba por las calles de Los Ángeles. Buscó con la mirada hasta localizar una pareja de no más de treinta años paseando juntos, llevando un carrito donde había un bebé. El chico se inclinó y acarició la mejilla del pequeño, la chica le sonrió y luego compartieron un beso ante la atenta mirada del bebé.
Sabía perfectamente que su relación con Lexa no sería así, que siempre estaría por medio la historia de su pasado y la procedencia de ese bebé. Atl sintió como de nuevo todo su interior se revolvía y amenazaba con estallar. Cerró los puños y apretó con fuerza. Se mordió los labios. Lo siguiente fue un jarrón de cristal hecho pedazos contra el suelo. Un marco de fotos. Una figurita de cerámica. Cogió la taza que había sacado segundos antes de un armario y la estampó contra la pared, derramó los cereales por todo el suelo, rompió platos, tiró las sillas que se encontraban alrededor de la mesa mientras las lágrimas mojaban su rostro. El desbordante impulso que crecía segundo tras segundo en su interior lo llevó a dar una patada contra varias cajas de
madera decorativas que había en un rincón. El suelo temblaba bajo sus pies como si un huracán estuviera arrasando la ciudad. De principio a final.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2018 ⏰

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¿Y la promesa? « Atl GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora