Treinta y cinco.
"La única alegría del mundo es comenzar. Es bello vivir, porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta ese sentimiento -prisión, enfermedad, costumbre, estupidez- querríamos morir."
—
Cesare Pavese
El pequeño Jauregui seguía perdido en su mundo ignorando el hecho de que Camila seguía detrás- Lauren por su parte había cometido el error de no contarle nada a su hermano de la otra mujer ya que, por razones que solo ella sabía le parecían mal.
- ¿Crees que tengamos cosas en común? – suspiro en pequeño recargandose en la silla.
- Tienes que averiguarlo. – Busco su billetera y le digo una buena cantidad de dinero. – Espero que me des lo que te sobre.
- Perdiste hermanita- y con eso el pequeño salió huyendo.
- Se parece mucho a ti- Dijo Camila después de un momento haciendo que Lauren le dirigiera la mirada y se perdiera en el bello cuerpo que tenía la mujer al frente con su camisa puesta. Era más delgada, claro. Había crecido y sus facciones habían madurado. Pero ¡SI que era bella! –¿Es tu hijo?
- No, es mi hermano pequeño, aunque me suelo comportar como su madre y me trat como tal muchas veces.- Se fue acercando lentamente hasta quedar al frente de la morena. - ¿Te encuentras mejor?- Besó su frente.
- ¿Por qué me tratas tan... bien?- la morena cerró los ojos al sentir el contacto de la mano de Lauren en su mejilla.
- ¿Tengo alguna razón para no tratarla como se debe? – se miraron a los ojos. – Ven conmigo, es hora de ponerte más hermosa.
Salieron juntas de la oficina. Camila iba sonrojada porque todos veían como ella iba con una camisa que claramente no era suya, un poco despeinada, descalza y en shorts pero Lauren jauregui, su misma jefa la llevaba de la mano con sus dedos entrelazados mientras todo el pasillo las miraba hasta que Lauren se dio cuenta y paro bruscamente haciendo que Camila casi tropezara
- ¿No tienen que trabajar? – gritó haciendo que las personas que les veían salieran disparadas casi dejando el lugar deshabitado. – Lo siento.
Camila Pov*
¿Por qué me trataba de esa forma? ¿Qué quería conseguir? ¿Por qué me sonreía y me sentía en las nubes? ¿Por qué me imagino que sus ojos brillan?
Cuando íbamos en el ascensor ella acariciaba mi muñeca con su pulgar y toda mi piel se erizaba, la miré de reojo. Dios, era hermosa, no merecía que me tratara de tal forma, no merecía que me sonriera, ni nada de ella. Yo era una bestia, Ariana lo decía como también que no servía ni para complacerla.
- Hemos llegado. – halo de mi para que siguiera su paso. – He traído a mi doncella. – Le dijo a la señorita Kordei haciendo una graciosa reverencia.
- Muy bien doncella, yo me quedare con usted mientras su apestoso caballero se hace una limpieza.- me voltee a ver a Lauren.
- Vete a la mierda, Kordei. –
- Sabes que vas por mí hasta la mierda si es posible con tal de tenerme. – la mujer de piel más oscura comenzó a caminar hasta el fondo del gran salón.
- ¿Doncella? – pregunté un poco incrédula.
- Así es My lady. – beso mi mejilla. – Te veo en unas horas.- Pero unas horas son mucho sin verte, pensó.
Las personas iban de lado a lado con vestidos que le mostraban a la Normani pero ella se negaba. Yo estaba sentada, mirando como todos corrían para complacerla, ella estaba maquillada y con el cabello listo, parecía que se había organizado muchas horas antes para sacar este tiempo para mí. Luego del vestido número 20 que negó sin siquiera preguntarme le dijo a la mujer que corría en tacones de allí para acá.