Repasé la lista unas cien veces en mi mente, llevaba todo, estaba nerviosa, ¡Dios! estaba nerviosa, iba tratando de tranquilizarme con el móvil en la mano, desbloqueando la pantalla, mirando la hora, revisando el buzón de mensajes, nada nuevo.
Bostecé, como odio las mañanas, no sé si ustedes, pero yo soy partidaria de empezar el día lo más tarde posible.
Otra vez estaba allí, puntual como me había pedido la cosa que tengo por jefe. Entré con una actitud diferente, ya no era más agena a ésta fachada.- ¡Buenos días! - le sonreí a la misma recepcionista del día anterior.
-¡Buenos días! - me sonrió de vuelta.
Extendió su mano, y ésta vez me entrego una especie de prendedor con mi nombre.
-se recomienda que lo uses para que las personas que no te conocen sepan cual es tu nombre, pero no es del todo necesario usarlo en el puesto que estás.
- ya entiendo - lo recibí. - Muchas gracias...
-Jane, dime Jane. - sonrió.
-Muchas gracias Jane.
Tomé el elevador, ¿que sería lo primero que tengo que hacer?¿será difícil?
Estaba ansiosa, solo quería demostrar lo buena que era, quería crecer en lo que había estudiado, y cumplir mi objetivo al cien por cien.
Divisé mi escritorio, y la que ahora sería mi compañera de trabajo, me acerqué a ella, pero siquiera me miró. Las puertas del elevador volvieron a abrirse, Ian Salvatore venía ahí.- Quiero cinco copias del documento que dejé ayer en mi oficina, tres para las campañas a las que pertenecemos, una para el editor y entrégale una a Marie, Hablando de Marie - dijo dirigiéndose a mi ahora - te quiero en mi oficina ya - sin más que decir entró a su despacho.
-¿Quién es Marie? - le pregunté a quien parecía ser Clary.
- Tu eres Marie - respondió obvia.
-pero mi nombre es Samanta- aclaré.
- si el señor Salvatore dice que tu nombre es Marie, ese es tu nombre ,¿entendiste? - pregunto enojada. ¿qué le hice?
-no, no entendí - respondí de la misma manera.
Cálmate Dunne, cálmate.
- Es mejor Marie, así te irás pronto de aquí y ya no tendré que verte la cara.
-¿que sucede contigo? - pregunté incrédula.
''Marie'' escuché desde la oficina.
Así que sin que ella me respondiera entré. El escritorio que se situaba en la mitad de la oficina estaba llena de papeles y él estaba desordenandolos, no creo que fuera la real intención de lo que hacía, pero desde lejos se veía así. Cerré la puerta y el alzó la mirada.
-¡Felicidades Marie! llegaste puntual hoy - dijo sonriente.
- disculpe señor, pero mi nombre no es Marie - dije sin quitarle la mirada. - es Samanta, Samanta Dunne.
- Mis disculpas señorita Dunne. - sonrió un una ceja alzada.
¿eso es aterrador, lindo o sexy?
-¿me necesitaba?- ignoré sus disculpas.
-si, como sabrás, tu lugar de trabajo es en el escritorio que está desocupado - asentí. -Podrás pedir ayuda a la secretaria, Clary, con tu papeleo, tengo que revisar cada edición que hagas, y si considero que eres buena, enviaré las otras ediciones para que tu las revises.
-claro señor- sonreí.
-una cosa - dijo señalando con un dedo - si haces bien tu trabajo, te necesitaré en todo, así que debes estar más que dispuesta a viajar.
- más que dispuesta - contesté seria.
Eso era lo que quería escuchar.
- ahora ten - me extendió un archivador. -Los necesito para hoy mismo, absolutamente todo. -me dijo.
-está bien- lo recibí.
-ya puedes retirarte Sam. -dijo buscando algo en el escritorio.
Comencé a trabajar apenas pude, era bastante, probablemente no podría tomar mi hora de almuerzo para alcanzar a terminarlo. Clary bufaba cuando intentaba hablarle, y suspiraba cada vez que el señor Salvatore le pedía algo, alguien está enamorada
ew.
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The practice
Romansa-¿verdad o reto?- volvió a preguntar. Jamás me había sentido tan indesisa, menos cuando se trataba de él, no cuando solo estábamos jugando. -Verdad.- me decidí sin saber si realmente era lo que quería escoger.