-¡no te lo creo!- tuve que alejar el móvil de mi oído.
-no me grites Allison.- la reñí.
-lo siento Sam, pero es que no puedo creer que te haya pedido una cita de esa manera, es muy... no lo sé, encantadora.- suspiró.
-si lo sé.- sonreí.- ¿recibiste las fotos?
-oh si, me gusta la opción dos, lo dejaras sin palabras.- rió.
-es en serio.
-lo digo en serio lista.
-el dos será entonces- suspiré cansada.
-avísame como sale todo.
-claro, te quiero.
-te quiero más.- alargó la ultima palabra.
Esperé para que cortara la comunicación, dirigí mi mirada a ''la opción dos'', y decidí seguir el consejo de Allison, pasé la prenda por sobre mi cabeza y con complejidad logré cerrar la cremallera, miré fijamente el espejo buscando algo mal, el vestido llegaba por encima de las rodillas, el blanco de la parte superior combinaba perfectamente con el rojo del resto del vestido, un cinturón lo separaba en dos partes, de perfil, de frente, todo parecía estar bien.
''te espero en la pasarela de solferino a las ocho.'' - Ian.
Volví a ojear el mensaje para cerciorarme del nombre del lugar, miré el cartel, era aquí, caminé a orillas del puente buscando a mi cita, nada, abracé mis brazos ante una especie de brisa marina y entonces miré hacia el lago, volví a buscar a Ian, cada vez recorría los mismos rostros, a éstas horas no muchas personas deben visitar éste lugar. Temerosa revisé la hora nuevamente, ocho con veinticinco. Subí el puente con prisa, ya no quería estar ahí, una vez arriba me quedé sin aire en los pulmones, era uno de los lugares más mágicos que vi en la vida, millones de candados centelleantes ante el reflejo de la luz en ellos estaban cerrados sobre la rejilla del puente, deslicé mis dedos por algunos de los que estaban más cerca de mí, mi sonrisa se extendía de oreja a oreja, tocar aquellas pequeñas cosas de metal te hacía sentir como una transmisión del amor que ahí estaba guardado.
-¡Sam!- volteé.
Un Ian agitado corría a una velocidad considerable hacia mi, ¿pueden creerlo? hasta en ese estado derrochaba elegancia y hermosura.
-Ian.-dije fría.
-no quise hacerte esperar, he corrido lo más rápido que pude.- se disculpó.
-te entiendo, cosas más importantes que atender.
-si, eran importantes.- le miré indignada.- pero no más que tú.- finalizó.
-si claro.
-no podía llegar a la cita sin ésto.-dijo levantando su mano con una bolsita en ella.
Brilló por un segundo gracias a la luz que permitía el foco, subió la otra mano y me enseñó la llave correspondiente, era un candado.
- el anciano se tardó años en poner nuestros nombres, así que voy a tirarte al agua si me dices que no.- advirtió frustrado, yo reí.
-¿decir que no a qué Salvatore?- indagué sonriente.
-¿quieres ser mi novia?- le costó decir.
-¿qué has dicho?-le molesté.
-¿quieres ser mi novia?- repitió ahora más claro.
-no te entiendo Ian.- aguanté la risa.
-olvídalo.- suspiró y miró el azul del agua.
-si quiero ser tu novia.- le obligué a mirarme.
-si me has escuchado, ¿por qué me haces repetirlo?
-porque quería escucharlo nuevamente.-me colgué a su cuello.
-¿¡QUIERES SER MI NOVIA!?- gritó a los cuatro vientos.
-si, si quiero.- contesté.
-¿¡QUÉ!?
-¡QUE SI QUIERO!- grité riendo y le besé.
-Samanta Dunne, ahora eres mía.- me apretó en sus brazos.
- jamás estuve tan a gusto con un titulo.- dije en sus labios.
-novia, ¿quieres ir a cenar?- ofreció su brazo para que yo lo tomara.
-novio, me ha dado apetito.- enrollé mi brazo en el del.
-¿All?¿sigues ahí?- pregunté al no recibir respuesta.
-estoy aguantándome las ganas de no gritar.- dijo ansiosa ella.-esto es fantástico, no puedo creer que estés con él.
-¿por qué no?
- no lo sé, siempre fue un idiota para ti.
-Ian sigue siendo un idiota Allison.- dije obvia.
Sentí algo caer contra mi brazo, seguí su dirección, Ian silbaba en el otro lado de la habitación.
-Allison, te llamo luego.
-¿ocurrió algo?-preguntó ella.
-nada para preocuparse All.- corté la llamada.
Mire a Ian desafiante, el abrió sus ojos cuanto más pudo y echó a corre, salí tras él, para mi desgracia el era más rápido, dimos casi tres vueltas por toda la habitación presidencial, me rendí rápidamente, no es que yo sea una fan muy grande del deporte.
-te atrapé.- me agarró entre sus brazos.
-yo debía atraparte.- dije como una niña.
-pero yo te gané.
Le saqué la lengua, y el alzo una ceja con su manera particular, me tomó del mentón y me robó un beso.
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The practice
Romantizm-¿verdad o reto?- volvió a preguntar. Jamás me había sentido tan indesisa, menos cuando se trataba de él, no cuando solo estábamos jugando. -Verdad.- me decidí sin saber si realmente era lo que quería escoger.