Capítulo 2

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– De hecho no me llamo "Sharon", no se quien sea ella, pero soy Veronika.

– Mucho gusto.

– Tu te dedicaras la mayor parte de tu tiempo a contestar llamadas y transferírmelas a mí, para dárselas a el señor Fox, tu recibes, yo soy el filtro ¿vale?.

Asiento, ella me señala mi escritorio y yo voy obedientemente a sentarme ahí, me indica el funcionamiento de cada cosa y rápidamente le tomo el truco, es cuestión de poner atención y en menos del medio día ya estoy atendiendo llamadas y recibiendo gente, profesionalmente.

El día paso rápidamente volando y sin darme cuenta ya podía salir, tome mi bolso, Veronika se había ido antes que yo alegando que como era nueva tenía que saber como funcionan completamente las cosas aquí, así que apague el ordenador y antes de llegar al elevador una voz que reconocí inmediatamente me detuvo.

– Necesito me prepares un café. Antes de que te vallas.

Me gire, un poco molesta e irritada de que fuera mi primer día y ya empezara mi jefe a darme ordenes. Lo miré y el me devolvió la misma mirada retadora.

– Es mi hora de salida, creo que usted bien puede prepararse el café. Ahí esta la cafetera. – Y señale la maquina. – Hasta mañana señor Fox. – Entonces me gire y llame al elevador, sentía su presencia detrás de mí, hasta que por fin se abrieron las puertas y pude entrar.

– Hasta mañana señorita Jones.

El elevador me envió rápidamente al último piso, antes de subir a mi carro llame a mi amiga, Miranda, ella y yo quedamos en vernos en el Palace's un club poco conocido en la ciudad y celebrar con los demás del grupo que por fin tenia trabajo, Miranda fue una chica que conocí en el avión donde venía aquella vez que salí Estados Unidos.

Al llegar ahí estaba ella, tan guapa, me recordaba a las mujeres Pin up de los ochentas, traía su falda volada y su chaleco con su blusa blanca abajo, ella trabajaba de mesera en un restaurante durante el día y durante la noche era bartender en un sinfín de lugares, ella era hermética y se la pasaba viajando constantemente para quien sabe que y con quien sabe que dinero.

– Tienes una cara, parece que te fue bien pero... Hay algo ahí.

Me abrazo y entramos al local, sonreír al ver a nuestra pequeña banda reunida para celebrar un rato.

Pedí un margarita y platique con varios compañeros hasta que llego Sean.

– Hola, te llame anoche.

Me hice la distraída evitando su mirada.

– He dicho que te llame a noche Helena. –Repitió, esta vez exasperado.

Suspiré. En el fondo quería mandarlo lejos y que jamás volviera a mi vida, pero esas no son formas de arreglar las cosas cuando ya se esta grande así que me gire con toda la paciencia del mundo y lo miré.

– Lo se, pero solamente no quería hablar contigo, como ya te había dicho Sean.

El simplemente se quedó sin palabras.

– Olvídalo, nos vemos Helena.

– Adiós.

 De ahí en fuera la noche transcurrio tranquila, me fui a mi departamento a eso de las tres de la mañana, apoyada sobre el hombre de mi pequeña compañera y amiga Miranda. Soñolienta digo.

– Mi jefe es un jodido tirano por lo que veo.

Ella me mira curiosa pero divertida.

– Los jefes tienden a ser así, no te olvides que tu fuiste uno.

Deseo Ardiente IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora