La clase de literatura terminó y ya era el turno de la clase de matemáticas. Hasta aquí había llegado mi día de suerte.
No sólo soy mala en matemáticas, soy pésima y las aborrezco como muchos adolescentes de la actualidad. (No faltará ahora el único y original que salga a defender su amor por matemáticas).
Pues déjenme decirles que nunca en su vida le sacarán la raíz cuadrada a una libra de tomates que les mande a comprar sus madres a la tienda de la esquina. Lógica matemática.
Lo que realmente si es necesario es saber sumar, restar, multiplicar y dividir, pero yo, a mis dieciocho años, se me olvidan las tablas de multiplicar...La única que me sé de memoria es la del 1. Sí, lamentable.
Después de unos minutos más de bullicio, (y de mi soledad creciente por ser estudiante nueva), un hombre joven de no más de treinta, entra al salón de clases.
Oh my god.
¿Ese es mi profesor de matemáticas? Ustedes no pueden verlo, pero sí imaginarlo: Alto, cabello cobrizo, ojos claros, piel un poco bronceada y rasgos faciales proporcionales. Wow. Todo un bombón. ¿Christian Grey eres tú?
¡Tengo un profesor de matemáticas bien buenazo! A este si le sacaría el seno y el coseno.
Míster Buenazo deja su maleta en el pupitre. Observo a mi alrededor y toda hormona femenina está tan alterada como yo. Todas las chicas lo miran casi sin parpadear, casi que babeando. De verdad espero que mi cara no se vea así también.
—Buenos días.
Re buenos papi...Digo khé, contrólate Ema.
Todos contestamos con un muy entusiasta "Buenos días" principalmente el lado femenino de la clase.
—Me llamo Nick Blach. Soy su nuevo maestro de matemáticas, hace poco me han transferido a su escuela, así que espero que nos llevemos bien —dice con un acento extraño. Definitivamente ese maravilloso profesor no es de este mundo.
Creo que comenzaré a querer las matemáticas.
•••
La clase con el guapote señor Blach se me hizo supremamente corta. No dejaba de contemplar su belleza exótica. Nunca en mi triste vida escolar había tenido un profesor guapo. Todos eran calvos, arrugados, barrigones, enanos, o todas las anteriores. Era lamentable. Pero en esta nueva escuela al parecer la suerte me ha sonreído por primera vez. ¡El número siete de verdad funciona!
Después de la clase de matemáticas con míster Buenazo, tuvimos el receso. Salgo con mochila en mano con una rapidez increíble. Estoy sola, no tengo a quién hablarle, no conozco a nadie...Una completa mierda. Al menos traje un libro para leer.
Me siento en un lugar cercano a la cafetería, que tiene como techo un lindo árbol.
Saco mi libro llamado Sweet Ice, voy casi en la mitad, su historia me ha atrapado, nunca había leído algo así antes. Me encanta. Y no estoy haciendo publicidad ni tiene que ver con la escritora de este fanfic, obvio.
Por cierto, les recomiendo Sweet Ice.
No me vayan a spoilear y a decirme que la protagonista muere ahogada en un pantano congelado a lo Titanic porque ya lo sé.
Jejé.
Mientras voy leyendo la parte en la que Ice está en el hospital, una sombra se para delante de mí, tapándome la luz del día.
Alzo mi vista y me encuentro con el asiático azabache. Ah, perfecto. ¿Ahora qué?
—No me digas que este también es tu lugar, ¿acaso lo marcaste con orines?
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MonosyllaBoy [Suga]
Fanfiction¿Qué tan estresante puede llegar a ser un chico que sólo te habla o responde con monosílabos? •Esta historia no es nada normal por lo que puedes encontrarte de todo. •Fanfic principalmente hetero, aunque también contiene homo hard. No es de "rayi...