MonosyllaBoy [Suga]

8•

¡Maldito seas Min Suga!

Me dejó limpiando los baños sola, y lo peor es que me di cuenta de ello unos quince minutos después del inesperado beso y su inesperada actitud y la inesperada situación.

Pensé que iba a perder mi virginidad en el baño de hombres...

Qué triste, no pasó. Aunque realmente quiero que mi primera vez sea romántica, especial...

Meh, si follamos en la cocina estaría rico.

¡Ya basta Ema! ¡Aleja esos pensamientos pecaminosos! Todo es culpa de Suga.

Resignada, termino de limpiar los baños restantes y cuando por fin acabo, decido dejar todos los implementos en la puerta de la habitación del conserje.

Me da flojera buscar al conserje, ni sé qué hora es y la escuela está más que desolada...Hasta un cementerio tiene mucha más vida. Badumtss.

Voy de camino a casa rezándole a la virgen de guadalupe que me proteja de cualquier vagabundo, violador o ladrón que ande por ahí. No deben ser más de las ocho de la noche, pero nunca había salido tan tarde de la escuela.

Me siento mal, siendo nueva en una escuela y ya obtuve mi primer castigo, esta vida de verdad no es justa conmigo y mi mala suerte es inseparable.

Voy caminando con ojos muy abiertos cuando en la esquina de la otra calle veo una silueta apoyada en un poste de luz. Está de pie y debido a mi mierdera miopía me es difícil asegurar si es una persona o un fantasma.

Sólo puedo notar que tiene ropa negra y piel muy blanca pero su rostro lo veo borroso.

—¡Santa verga, es Slenderman!

Salgo a correr hacia la otra calle, desviándome del camino a casa.

—¡Maldito Suga! —grito en medio de la calle.

Si me hubiera acompañado otro rato más...si no se hubiera ido, no estaría en esta estúpida situación. No sé ni de dónde saco fuerzas para correr, todas quedaron consumidas en retretes y orinales.

—¡Por qué Dios, por qué! ¡Por qué yo! ¡Llévame contigo, llévame!

—Yo te puedo llevar conmigo.

Siento el corazón en el cuello. El miedo me recorre el cuerpo. Alguien habló, alguien me habló.

—Dios, ¿eres tú? ¡Sí, por favor, llévame!

—No soy Dios.

Frunzo el ceño y mi miedo de repente se esfuma.

Ah, esa voz.

¡Suga! ¡Maldito infeliz! ¡Ya ni sé cuántas veces en la noche le he dicho maldito!

—Tú quieres matarme de un paro cardiaco...lo sé. —me giro y me encuentro con un Suga cansado y a la vez aburrido. Al parecer verlo emocionado es toda una misión imposible.

Pero yo soy Ema... Ema Watson.

Nada es imposible para mí.

—Te estaba esperando. —dice con voz neutra.

¡Awww, qué lindo! ¡Se preocupa por mí! Esperen un momento...¡Él me dejó sola en los baños!

—Ajá sí cómo no...nunca te voy a perdonar el haberme abandonado en el instituto, a estas horas. ¡Estaba acompañada únicamente por el vigilante y su perro! ¡Y eso que el vigilante estaba dormido!

Suga ríe y niega, se acerca a mí y me toma de la muñeca.

—Vamos.

¿Vamos? ¿Qué?