La semana pasó pero, los cortes, golpes e insultos
seguían. Sandy no se detendría nunca, y lo único que le
importaba era ver mal a Anna. Disfrutaba eso como
cualquier persona disfruta de estar rodeada de esa
persona que ama tanto… Alissya todas las veces, defendió
a Anna de la mejor manera, apenas se conocían, y ella le
ayudaba en todo.
Alissya tenía una personalidad muy fuerte, y era
realmente muy hermosa así que, nadie le diría nada. Una
que otra vez, ella dejaba sin habla a Sandy con sus
palabras, Anna se había encariñado de su persona,
desearía ser así.
Anna tenía su cabeza colgando desde la cama mientras
que veía a Alissya alistarse. Había una fiesta, y la rubia iba
a ir, Anna se quedaría en su casa… leyendo un libro o
algo.
Su pelo rubio y largo caía por su espalda con bucles en
las puntas. Tenía un vestido negro que le remarcaba su
cintura, y unos zapatos del mismo color que eran de
Anna.
— ¿En serio nunca usaste estos zapatos? —Dijo dándose
media vuelta, señalándolos.
Anna negó con la cabeza, y se dio media vuelta
recostándose en sus codos.
— ¿Por qué? —Arqueó una ceja.
—No voy a fiestas… No me gusta, Aly.
Se paró de la cama, y caminó hacia su ropero.
Tenía cientos de vestidos, zapatos, y carteras para esas
fiestas que suelen asistir los adolescentes… normales. Al
abrirlo completamente, la boca de Alissya cayó hacia
abajo. Dejó los maquillajes sobre el escritorio, y con
pequeños saltitos se dirigió al mismo.
Se tiró encima, y los abrazó.
Anna soltó una carcajada.
La rubia tomó dos vestidos en sus manos, y los miró,
luego… sonrió.
— ¡¿En serio?! ¿Tienes a esta belleza y no la sacas a
pasear? —Arqueó una ceja, y suspiró.
—Quédatelos, no los quiero.
—No, señorita… ¡Usted debe usarlos! —Le tiró el plateado
con un hombro descubierto en la cara. — ¿Por qué
tienes tantos si no los usas?
Anna hizo un puchero, y le sonrió, se acordó de que su
madre amaba ir de compras, y antes que lo hiciera, le
compró un montón de vestidos para salir a todas esas