Cuando Anna llegó a casa, su padre le esperaba en la
mesa del comedor. Se había olvidado que, por una vez en
la noche, su padre llegaría temprano del trabajo. Bajó de
la silla, y caminó a encuentro de su hija quien, cerró la
puerta y se deshizo de su cazadora.
Robert, vio su reloj, y luego asintió con su cabeza. Eran
las diez y media de la noche.
—Gracias por avisar que saldrías esta noche.
Anna pasó por su lado, y fue directamente hacia la
cocina, ignorando a su padre en medio de la sala.
— ¿Y ahora vas a ignorarme? Te recuerdo, soy tu padre.
—Lo siento, no te reconocí, hace mucho que no te veía
por acá. —Anna cerró la nevera, y seguía dándole la
espalda a su padre.
Por una vez en la vida, salía con un chico que le
importaba, y su padre tenía que estar en la casa para
cuando llegara. Nunca le había gustado esa soledad hasta
ese día, pero, con la mala suerte que tiene, Robert saldría
antes del trabajo.
Anna dejó el vaso de vidrio sobre el fregadero, y al darse
media vuelta, su padre estaba parado con los brazos
cruzados, mirándole.
— ¿A dónde estabas? ¿Con quién? ¿Y por qué a estas
horas?
Anna bufó.
—En un parque. Con Nicholas. Porque la noche es linda,
y quería admirar las estrellas. —Nunca le había dado la
espalda a su padre, pero, le enfadaba que él se enojara
con ella cuando casi nunca estaba en la casa por su
maldito trabajo. — ¿Otra duda?
Su padre se quedó atónito cuando escuchó el nombre de
un chico, Anna le restó la importancia que tenía todo
este tema… Robert no sabía sobre Alissya, tampoco de su
hermano. La última vez que le preguntó sobre qué pasaba
sobre su vida, ella contestó que todo siempre seguía de la
misma manera.
Sabía que siempre podría confiar en su padre, en la única
familia que tenía pero, no sentía que debía contarle sobre
Alissya, apenas la conocía, y como todas sus amigas,
podía irse lejos, y olvidar todo. Pero… Anna entendió que
ella nunca lo iba a hacer, era una gran amiga.
— ¿Estas saliendo con alguien? —Alzó las cejas.
—Fue mi segunda cita, papá. No es la gran cosa. —