Una semana. Una puta semana. Sólo eso había pasado del
castigo, y cada día pasaba más lento de lo normal. Su
padre nunca estaba en la casa, pero la tenía totalmente
vigilada. Colocó cámaras por toda la casa, y activó unos
sensores para que Anna, si tenía ganas de salir a la tarde,
no pudiera hacerlo… Cada vez que atravesaba alguna
puerta o ventana, la alarma sonaba y la hacía volver a
entrar a la casa.
Ella estaba rodeada por todas las paredes de la casa, sin
poder salir. Sólo su padre sabía cómo desenchufar todos
los cables de esta cosa mecánica. No sabía, más bien, no
tenía la más pálida idea de que Robert hiciera tal cosa,
por un momento llegó a pensar que realmente estaba
loco, pero era su padre… Aunque no lo entendiera,
quería hacerlo.
Cada vez, que llegaba desde el Instituto a la casa, y
pasaba la puerta, se escuchaban unos sonidos que
aseguraban que si salía, la alarma sonaría.
Una tarde, mientras leía un libro que encontró por ahí
que no era para nada interesante, alguien tocó a su
ventana. Era Justin. Siempre ahí, espiando y molestando.
Una sonrisa se atravesó por sus mejillas. No le esperaba.
Llegó a la misma, y la abrió. El chico pasó y se sacudió.
—No puedes estar acá.
Justin sonrió con su hermosa sonrisa torcida.
—Si puedo estar acá… —Se sacó su gorra de beisbol, y se
la acomodó. —Tengo un plan, ¿quieres participar?
Anna cerró su libro que todavía lo tenía en mano, lo tiró
sobre el escritorio. Dio media vuelta, caminó a la cama, y
se sentó. Le ofreció un lugar a Justin, quien se quedó
parado.
—Cuéntame. —Pidió Anna.
—Estás castigada por un mes, ¿cierto? —Anna asintió
frunciendo los labios. — ¿Sabes lo que hacen los
adolescentes cuando están castigados y sus padres no
están en casa? —Anna negó con la cabeza, y Justin formó
una sonrisa. —Se escapan, y ahora es tu turno.
—Lo pensé pero… ¿sabes algo? ¡Estoy rodeada por
cámaras! —Exclamó frustrada, su padre estaba loco,
completamente.
—No lo creo… Una gran persona, si puedo decir, sacó
todos los cables que conectaban las cámaras y las
alarmas, no hay nadie que te detenga, excepto tu misma.