Capítulo Cuarenta y ocho.

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—Está bien papá. —Dijo Anna por el teléfono con voz

cansada— Su madre está por llegar, en serio, ¿Quieres

hablar con ella? —Preguntó y esperó la respuesta de su

padre— Vale, gracias por confiar en mí. —Sonrió— Vale,

yo también, adiós.

Finalizó la llamada, bloqueó el teléfono y lo tiró a la cama

de Justin. Su padre la había tenido quince minutos

hablando sobre qué debía de cuidarse estando sola en

una casa con un chico, hace unas horas atrás un beso

casi pasó a ser algo más y ella supo detenerse además de

que Justin supo como no obligarla a hacer algo que no

quería.

En parte, se sentía preparada pero en otra no. O sea, no

quería ser de esas chicas que se acostaban con su primer

novio, tal vez se acostaría con Justin pero en unos meses

más. Ahora no era el momento.

Anna se sacó el sweater y este hizo que se le levantara la

remera, tenía unas marcas. Eran las mismas marcas que

tenían sus brazos, y muñecas, contando las piernas. No le

gustaba verlas cuando se miraba en el espejo de la puerta

antes de entrar a la ducha, era como ver su pasado

reflejado porque sabía que siempre estaría ahí. Siempre

permanecería pegado a su piel y se lamentó por aquello.

Hacia unas semanas o un mes, que había dejado la navaja

de lado y había empezado a sonreír… Podía llorar, podía

lastimarse pero no de la misma manera que antes. Ahora,

algunas veces, se enterraba las uñas en las piernas y en

las muñecas pero nunca salía sangre y eso era agradable.

—Bueno, ¿dejó que te quedaras o te llevo a tu casa? —

Preguntó Justin con la llave del auto en su dedo.

—Tenías todo preparado para que me fuera de este

lugar… Sabía que querías liberarte de mí. —Dijo y tomó

su sweater amagando a colocárselo de nuevo cuando

Justin la detuvo, una sonrisa estaba en la cara de ella y

tiró del mismo dejándolo en la cama donde antes.

—Lo último que quiero, hoy, está noche, es que te vayas

de la casa y de mi habitación. —Una sonrisa se expandió

por su cara, sus dientes blancos con la luz parecían más

perfectos que siempre. Algunas veces cuando sonreía,

aparecían unos hoyuelos en sus mejillas, volviéndolo

totalmente adorable, y este era el caso.

Let Me Die|Adaptada|Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora