—Está bien papá. —Dijo Anna por el teléfono con voz
cansada— Su madre está por llegar, en serio, ¿Quieres
hablar con ella? —Preguntó y esperó la respuesta de su
padre— Vale, gracias por confiar en mí. —Sonrió— Vale,
yo también, adiós.
Finalizó la llamada, bloqueó el teléfono y lo tiró a la cama
de Justin. Su padre la había tenido quince minutos
hablando sobre qué debía de cuidarse estando sola en
una casa con un chico, hace unas horas atrás un beso
casi pasó a ser algo más y ella supo detenerse además de
que Justin supo como no obligarla a hacer algo que no
quería.
En parte, se sentía preparada pero en otra no. O sea, no
quería ser de esas chicas que se acostaban con su primer
novio, tal vez se acostaría con Justin pero en unos meses
más. Ahora no era el momento.
Anna se sacó el sweater y este hizo que se le levantara la
remera, tenía unas marcas. Eran las mismas marcas que
tenían sus brazos, y muñecas, contando las piernas. No le
gustaba verlas cuando se miraba en el espejo de la puerta
antes de entrar a la ducha, era como ver su pasado
reflejado porque sabía que siempre estaría ahí. Siempre
permanecería pegado a su piel y se lamentó por aquello.
Hacia unas semanas o un mes, que había dejado la navaja
de lado y había empezado a sonreír… Podía llorar, podía
lastimarse pero no de la misma manera que antes. Ahora,
algunas veces, se enterraba las uñas en las piernas y en
las muñecas pero nunca salía sangre y eso era agradable.
—Bueno, ¿dejó que te quedaras o te llevo a tu casa? —
Preguntó Justin con la llave del auto en su dedo.
—Tenías todo preparado para que me fuera de este
lugar… Sabía que querías liberarte de mí. —Dijo y tomó
su sweater amagando a colocárselo de nuevo cuando
Justin la detuvo, una sonrisa estaba en la cara de ella y
tiró del mismo dejándolo en la cama donde antes.
—Lo último que quiero, hoy, está noche, es que te vayas
de la casa y de mi habitación. —Una sonrisa se expandió
por su cara, sus dientes blancos con la luz parecían más
perfectos que siempre. Algunas veces cuando sonreía,
aparecían unos hoyuelos en sus mejillas, volviéndolo
totalmente adorable, y este era el caso.