No sabía cuánto tiempo debía aguantar esto: lágrimas,
marcas, la sangre corriendo por su muñeca, las sonrisas
fingidas cerca de su padre, el maquillaje cubriéndole los
moretones, las blusas rotas, y el deseo de morir cada
segundo.
Anna entraba por la puerta, después de terminar su cita
con Nicholas, no había nadie en la casa, estaba sola,
como siempre.
Nicholas le había sacado una sonrisa, y le había hecho
olvidar la tristeza que permanecía en su interior. Tenía
ganas de llorar, llorar, y llorar, no sabía cuál era la razón
exacta a todo eso pero, pensó que podría hacer todo lo
que le había pasado en el último mes.
Abrió la puerta de la habitación de su padre, y caminó
hacia el balcón. Volvió a sentarse sobre la baranda
mientras el viento frío de Londres chocaba contra sus
brazos descubiertos…
Una lágrima, dos lágrimas, tres, cuatro… Y así, empezaron
a caer sucesivamente, no limpió sus ojos, quería descargar
todo lo que tenía acumulado, y siento ganas… Siento la
necesidad de desquitarse con ella misma, mordió su labio
para que pasaran las ansias pero, no fue así. Corrió al
baño de su habitación, entre uno de los tantos cajones
sacó una de esas pequeñas navajas, y su mano empezó a
temblar.
La navaja cayó al piso chocando contra el mismo, rebotó
dos veces hasta quedar intacta en el suelo, se puso en
cuclillas para poder recogerla pero un pie se encargó de
taparla.
Tragó gordo, alzó la vista para ver a la persona enfrente a
ella.
Su amiga estaba parada ahí mismo con una bufanda,
guantes, gorros, y con la nariz roja, estaba enferma.
Alissya frunció sus cejas cuando se agachó, y tomó lo que
había escondido debajo de la suela de su zapato, lo
examinó y lo guardó en el bolsillo de su cazadora, luego
lo tiraría en algún basurero de la calle.
— ¿Qué pensabas hacer, Anna?
La cabeza de Anna estaba recostada en el hombro de
Alissya, mientras lloraba. Su nariz estaba igual de roja que
la de su amiga. En ese momento fue cuando, Anna
agradeció tener una amiga como Alissya para que la
ayudara, y la escuchara siempre y cuando lo necesitase.
Sorbió los mocos, y se acomodó en el sillón levantando la