Era sábado por la mañana, le había llegado un mensaje
de una compañera de curso que decía que debía ir al
Instituto para hacer una tarea. Anna cerró su teléfono, y
buscó sus botas entre sus zapatillas. Tomó una cazadora
negra, y su gorro de lana preferido.
Le avisó a su padre que saldría, no le diría que iría al
Instituto, por las dudas.
Salió de la casa, y hacía mucho frío, demasiado.
Volvió a entrar, y tomó las llaves del auto de su padre.
Entró en el mismo, y prendió la calefacción. Iba a llamar
a Alissya pero se quedó sin crédito, así que esperaría
hasta encontrarla allí y arreglar para salir algún lado para
que no sea un sábado muy domingo.
Estacionó en el aparcamiento, y solo vio un auto pero, no
lo reconoció. Apagó el motor, se abrochó la cazadora, y
salió con su morral colgando de su hombro.
Abrió la puerta principal, y no se escuchó ningún sonido
cerca. Agarró su teléfono para preguntarle Alissya dónde
estaban pero, en ese momento, recibió un mensaje de la
misma compañera. Emprendió su viaje hacia los
vestidores de Educación Física.
Escuchó unas risas en los baños del mismo, y al ver salir a
Sandy con sus amigas detrás, entendió que había caído
en la broma que le tenían planeada. Ahora debía
enfrentar lo peor. Sandy cruzó sus brazos por sobre su
pecho, y recargó todo el peso en una pierna.
—Nunca creí que fueras tan fácil de engañar. —Dijo
mientras caminó hacia ella, y tiró su bolso hacia un lado.
—Dame tu celular, quiero saber si le avisaste a Alissya. —
Extendió su mano. Anna tembló para dárselo.
Tiró el teléfono encima del bolso de Anna con una
sonrisa de superioridad. Sus dos amigas caminaron y se
colocaron detrás de la castaña.
Sandy se acercó a Anna, y le vio a los ojos con furia. Ella
había pensando en salir huyendo de ahí pero, sería inútil.
Provocaría más enojo en las tres, y eso no era bueno.
{…}
Anna tosía tirada en medio del piso, no podía moverse. Se
arrastraba por el piso pero, no conseguía nada. Solo
provocaba más tos, no respiraba muy bien, y tenía la
pierna sangrando, Sandy había traído la navaja que no
usó la anterior vez, y le había hecho un tajo.
Salía sangre de su nariz, y de su labio superior. Se agarró