Capítulo: 3

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[JUNGKOOK]

Desde que había llegado aquel mensaje me sentía bastante incómodo, Jin me avisaba en él, que vendría a visitarme y a conocer a mi nuevo compañero.

Me sentía algo nervioso y distraído, hubo varias veces que ese estúpido de JiMin intento provocarme, pero nada lograba molestarme por más de 5 segundos.

¿Incluso se había atrevido a usar mi ropa?

En aquel instante que vi a Jin me congelé, al igual que mi corazón y sólo me quedó hacerle una agradable sonrisa, pero en aquel momento que puso su mano sobre mi cabeza quise cortársela, y no me refiero precisamente a su mano.

Recuerdo haberle prometido hace tiempo que me comportaría en su presencia, algo verdaderamente difícil para mí.

Cuando entramos me escapé rápidamente a la cocina, como siempre quería insultarle y gritarle, pero debía comportarme.

—Tu hermano me dijo que en cualquier momento te visitará— lo oí y sentí que me llenaba de rabia al escucharlo.

—Que bien— exclamé fingiendo contento.

Era la cuarta o quinta vez que me cortaba, tenía todos mis dedos lastimados, y es que no me podía concentrar, siempre en su presencia tenía que sonreír, y odio sonreír. Sí, una cosa más a la lista de cosas que odio, pero regresando a Jin, a ese bastardo lo odiaba, lo odiaba al igual que odio a mi hermano, los odio.

Cuando aceleré el movimiento de la filosa cuchilla, en ese momento...

—¿Qué te sucede? — preguntó JiMin mientras detenía mi mano antes de volver a cortarme, y no, no me estaba cortando a propósito, eran accidentes, pero con total de no salir con la cuchilla en mi mano para cortarle el pe*... que censura ni que censura, el maldito pene, a Jin.

—No me sucede nada— respondí bruscamente y me solté el agarré de su mano.

Apreté mis dientes nuevamente al sentir la risa de Jin que estaba mirando la televisión.

—¿Nada? Mira tus dedos— dijo sujetando mi mano, la cual estaba temblando, este comenzó a arrastrarme hacia su habitación y me empujó para que me sentara en su cama.

—El autocontrol que tienes por ese chico me sorprende— soltó burlón mientras abría su botiquín de primeros auxilios.

—Cállate— dije violentamente.

El bastardo frotó, sin previo aviso, un algodón con alcohol por mis heridas, tuve que morder fuertemente mi labio inferior, haciéndolo sangrar, para no gritar, yo observaba como el muy bastardo sonreía, disfrutaba haciéndome gemir de dolor cuando el algodón con alcohol era frotado por mis heridas.

Luego de que envolviese mis dedos con venditas, esa sanguijuela se acercó a mi oído.

—Que eróticos son tus gemidos de dolor, Kookie— murmuró causando que un escalofrió recorriese mi espalda, pero cuando oí su risa reaccioné y lo golpeé fuertemente en el brazo antes de irme a la cocina. No debía caer en sus bromas estúpidas.

—Bastardo— murmuré tratando de calmarme.

—Oh Kuko deja que yo cocine— dijo Jin.

Creo que habrá visto mis manos... ¿Kuko? Que le diga Kuko a su madre.

Luego de un almuerzo donde tuve que estar fingiendo una estúpida sonrisa, Jin comenzó a contrale estúpidas anécdotas a JiMin.

No los escuchaba, sólo trataba de concentrarme en el televisor, de a momento escuchaba como Jin se quejaba de que yo había roto su peine de la suerte, también que le había quemado parte del cabello mientras dormía, o que regalé a un indigente su camisa favorita, etc.

Mi odioso compañero de piso [JIKOOK] [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora