Capítulo: 7

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[JUNGKOOK]

Debó admitir lo mucho que me sorprendí de ver que ese grupo de idiotas habían aprobado, y al parecen tampoco habían cambiado; eso lo entendí en el momento que ese rubio oxigenado hizo una seña con su pulgar, eso significaba que habían encontrado una presa para jugar, o también puede decirse, liberar la ira a golpes.

Cuando ese chico me preguntó por V y la sanguijuela, tuve que hacerle seña de que eran 'chicos buenos' y que no se juntarían con nosotros.

Suerte que ese tipo no era un idiota y no hablaba demás frente a otras personas, ellos entendían que tenía mi fachada de niño bueno que cuidar.

Ese día había pasado bastante rápido estando en mi papel del buen y lindo Jeon, y cuando menos me lo esperaba me encontraba yéndome. De camino a casa, la pulga se dirigió al trabajo, mientras que TaeHyung se iba conmigo, ya que este al parecer vivía cerca de mi edificio.

—Por cierto, ¿quién es NamJoon? — pregunté recordando al chico que él había nombrado más temprano.

—Era un amigo nuestro, junto con J-Hope, éramos los cuatro mejores amigos— contó sonriente, y yo asentí desinteresado, había preguntado por preguntar, realmente no me interesaba.

Cuando por fin llegué a mi edificio, V había seguido para su casa.

Una vez entré a mi piso, me dejé caer en el sofá, estando totalmente agotado, no había dormido y a peor había olvidado lo duro que era actuar como chico lindo todo el maldito día. Allí, mirando la nada, recordé una y otra vez la melodía que interpreté, mientras que apretaba muy fuerte la zona de mi pecho. Realmente dolía el recuerdo de mi madre.

Quien sabe cuánto tiempo pasé allí, pero cuando me quise dar cuenta, el enano pulgoso, ya había llegado.

—Galletoso— saludó al verme.

—Uhu— devolví mi intentó de saludo sin ganas y seguí mirando la nada, pero el que se me haya quedado mirando atrajo mi atención, y a pesar de llevar mis ojos a él, sólo se mantenía ahí parado, sin decir nada.

—Te vez muy cansado, Kuko— soltó de repente con voz calmada, tomándome por sorpresa, ya que creí que diría algo serio.

—Gggg— intenté gruñirle como gato, pero ni quiera eso pude.

—La próxima vez duerme—

¿Me rezongó? Sólo suspiré, ignorándolo.

—...Oye— me llamó dubitativo y yo lo observé con cansancio —Escuché tu melodía hoy— contó, yo me sorprendí, pero miré hacia otro lado, indiferente.

—¿Que hacías fuera de clase en tu primer día, chico listo? — solté evitando el tema. No quería hablar de nada, y mucho menos sobre eso.

Él se encogió de hombros y caminó hacia mí.

—Me quiero sentar, muévete— ordenó, y al no ver ninguna intención de hacerle caso de mi parte, el muy bastardo sujetó mis brazos y me sentó —Quiero hablarte— dijo, sentándose a mi lado.

—No necesito psicólogo personal, pulgarcito— solté bruscamente levantándome, y lo oí chasquear la lengua.

—¡Yo sólo de ser amable!, ¿¡por qué me atacas!? — exclamó molesto.

—No necesito de tu amabilidad vacía, hijo de puta— devolví déspota.

—Yo al menos tengo una, bastardo— soltó, pero inmediatamente se calló.

—... Muérete, maldito malnacido— dije indiferente, mirándolo vacíamente.

Había dolido, aunque no lo demostré, había dolido tanto... ella... yo la extrañaba y no podía solucionarlo, y aunque llorase no regresaría, nunca volvería a verla, nunca recibiría su calor nuevamente, ni su amor, su compresión, su alegría, la cual fácilmente me animaba cuando estaba triste por la indiferencia de mi padre. Cuando ella murió la única luz de mi vida se apagó.

Mi odioso compañero de piso [JIKOOK] [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora