Capítulo 14 (Primera Parte)

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Era una tarde fresca...

—¡¡Ángel, Lolo ya está aquí!!

Sentado en el borde de la cama me abrochaba las agujetas de mi calzado deportivo, cuando escuché a mamá gritarme desde la sala. Miré el reloj en mi buró que marcaba "las cuatro y cinco", y atolondrado agilicé mis movimientos.

Me puse de pie luego de haberme calzado, tomé mi macuto y subí el cierre de mi chamarra deportiva hasta la punta de mi mentón. Bajé la mirada hasta mis pálidas piernas descubiertas por el short blanco, y haciendo una mueca amarga por lo patéticas que lucían, salí refunfuñando de la habitación.

Eufórico, bajaba las escaleras cuando me encontré a Lolo de pie en el recibidor con un balón bajo el brazo.

—Sí señora, será un partido amistoso y cuando concluya, el entrenador anunciará al nuevo capitán del equipo, que esperemos y sea su hijo Ángel —le explicaba pacientemente mi mejor amigo a mi ansiosa madre.

—Si no tuviera una pila gigantesca de ropa esperando ser cosida, con gusto iríamos Eli y yo a apoyarlos —añadió ella.

—Te equivocas madre —comentó mi hermanita desde el sofá—, yo no perdería mi tiempo en ir a ver como un grupo de retrasados corren detrás de un balón, cuando puedo pasarme todo el día frente al televisor mirando esta hermosa película protagonizada por el bombón de Brad Pitt.

No me sorprendió para nada el comentario ácido de mi hermana. Pero a comparación de Eli, mamá sí lucia bastante deprimida por no poder asistir.

—No te perderás de mucho madre —llegué hasta ella y me coloqué a la derecha Lolo, golpeando violentamente su hombro como saludo. Él me maldijo a baja voz mientras adolorido se sobaba—. Además, el partido más importante será hasta mañana, ¿verdad Lolo?

—Así es, señora Laura —respondió mi mejor amigo, pellizcándome el brazo como respuesta a mi golpe.

—Bien. Cuídense por favor —nos pidió ella y se acercó a nosotros—. ¿Llevan su pomada para torceduras? ¿Vendas? ¿Comprensas frías? ¿Agua embotellada? ¿Los sándwich que les preparé como refrigerio?

Asentimos con la cabeza, y no tuvimos otra alternativa más que apretar los ojos y quedarnos quietos cuando mamá nos besó la frente y nos dio la bendición, persignándonos con su mano y cuchicheando una letanía de protección. Aguardé pacientemente a que concluyera de rociarnos agua bendita, pero no pude evitar que mis piernas danzaran de lo inquietas que se encontraban. Como muchos jóvenes, estaba ansioso por comerme al mundo de un sólo bocado. Aunque... al final terminaba siendo un cobarde como para intentarlo siquiera, ya que la falta de fe en mi mismo, siempre me enfriaba los ánimos.

Ya en la calle, Lolo bajó su balón parchado al suelo y comenzamos a patearlo por el camino hacia el club deportivo, hablando exaltadamente sobre futbol y por el gran día que nos aguardaba.

Sobre Adrián... llevo días sin verlo. Pero eso no significa que me encuentre tranquilo, ya que sé de antemano que aparecerá, en el lugar menos esperado y en el momento menos indicado. Para arrebatarme la paz.



*~Capítulo: El nuevo capitán del equipo~*



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