Capítulo 1.

2K 223 13
                                    


Bajó la velocidad al entrar en una calle mucho más estrechas de las que él solía transitar, ese día el tráfico estaba fatal y decidió entrar en una de las calles alternas que si bien no eran la mejor opción por su nivel de delincuencia para él lo era cuando no quería estar varado por horas al intentar estar de regreso a su apartamento. Observó con curiosidad a algunas mujeres que usaban ropa demasiado pequeña para el frío que estaba haciendo esa noche, pero parecía no importarles, y recorrió rápidamente con la mirada a las personas que habían en esa calle, viendo no sólo a mujeres sino también a hombres, unos tal vez mayor que él y otros que lucían muy jóvenes, que no parecían tener más de dieciocho años, y se recordó la razón de casi nunca utilizar las vías alternas, porque él odiaba ver eso, no podía comprender cómo era posible que personas tan jóvenes estuvieran en esa vida, sin embargo él no era el salvador del mundo por mucho que quisiera ayudar no había algo que pudiera hacer.

Activó el seguro de las puertas cuando una mujer se acercó demasiado a su auto y lo habría tocado de no ser que se encontraba con las ventanas cerradas, pero fue la suficiente distracción como para que tuviera que detenerse de inmediato con los neumáticos haciendo un sonido un poco fuerte a pesar de que su velocidad era bastante baja. El chico colocó las manos en el capó de su auto y sonrió caminado fuera del camino con pasos inestables, sin embargo él lo siguió con la mirada hasta el otro lado de la acera porque había visto ese rostro antes, fue de noche a unas pocas calles de ahí cuando salía más tarde de lo normal de su trabajo, se había detenido en un supermercado que las veces que tomaba esas calles como alternativas vio abierto, sin embargo se chocó con el chico y lo vio salir corriendo mientras el hombre de que atendía el local intentaba detenerlo, y él con su complejo de héroe corrió detrás de él, dando dinero fácil para cosas que no sabía porque él no era tonto, no había creído esa mentira de los hermanos que tenía que alimentar, pero creyó que podía darle otra oportunidad que si lo hacía regresar para devolver la botella no la iba a tener, porque el hombre de la tienda prácticamente le dijo que debió atraparlo al ladrón no dejarlo huir si ya tenía la botella.

Apartó la mirada cuando su ventana fue golpeada y una mujer con exceso de maquillaje se acercó a él, mostrando más de lo normal y por lo que él no sentía interés, colocó en marcha al auto dando una última mirada al chico de antes que se había detenido al lado de una mujer y estaba fumando un cigarrillo, negó con la cabeza porque no quería continuar viendo eso, pero parecía que él quería darse una dosis de realidad cada vez que pasaba por calles así y bajaba la velocidad, siempre con las ventanas cerradas porque no quería a personas insinuándose o escuchando palabras obscenas mientras intentaban que él terminara diciéndoles que subieran a su auto, no iba a decir que nunca estuvo con una persona de esos lugares porque era mentir, lo había hecho cuando era más joven, pero en esa etapa de su vida lo menos que necesitaba era una prostituta en su cama.

Aceleró dejando atrás esa calle que tenía demasiada realidad para volver a las calles un poco más transitadas que parecían ser otro mundo, en donde lo máximo que vería era a personas mal vestidas y sucias pidiendo dinero con excusas poco creíbles, en donde si quería estar con una prostituta debía ir a lugares específicos en donde el entretenimiento tenía un precio más caro de lo que la calle que acababa de dejar atrás, era increíble como en menos de cinco minutos podía encontrarse con los dos lados de la ciudad.

Dejó de pensar en todo eso cuando aparcó frente al edificio en el que estaba su apartamento, activó la alarma del auto y se dirigió al ascensor marcando el piso veinte aflojando su corbata cuando salió del ascensor y se dirigió a la puerta de su apartamento, colocando la clave de éste y viendo las luces encendidas, también dejándose inundar por aquel olor de lo que debía ser la cena, y antes de que llegara a dejar su cosas en el sofá vio a su novia salir de la cocina con un delantal blanco rodeando su cintura, ella le sonrió al mismo tiempo que su mirada le reprochó lo que estaba haciendo, porque si había algo de lo que se quejaba era de su desorden porque parecía no recordar que había un armario para los abrigos.

DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora