Capítulo 13: ELLA

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Mientras esperaba que Melisa volviera con novedades, Carolina, cansada de buscar con la mirada al bendito Gusano, se puso a juguetear con la lata de Coca.

Se sentía horrible. Todo le había mal y solo ella tenía la culpa. Había citado a ese estúpido por Internet, creyendo que no podría resistirse a conocerla y, por lo visto, se había resistido muy bien. Ahora, ella estaba sentada en la escalera, aburrida como una ostra y él, seguro, estaría con otra chica, en otra fiesta, contándoles a sus amigos cómo una tonta lo había invitado a una tonta fiesta de escuela.

Encima, por quedarse esperando, ni siquiera había mirado a Bruno, lo había tratado re-mal y lo había puesto, más que puesto, lo había prácticamente arrojado a los brazos de Jéssica, que se iba a dejar arrancar los ojos antes de soltarlo.

Como si todo fuera poco, Melisa se iba a enojar con ella y, además, había desaparecido la fiesta.

Con bronca, estrujó la lata que tenía en la mano.

Trató de localizar a Melisa, pero no la encontró; en cambio, sí pudo ver que el chico de silla de ruedas se acercaba hacia donde ella estaba. Dio vuelta la cabeza. No quería que pensara que lo estaba observando. Pero la curiosidad fue más fuerte, y lo volvió a mirar. El chico parecía no haberla visto. Simplemente, venía para este lado. ¡Pobre pibe! Debía estar aburrido...

Como ya estaba muy cerca, se hizo la distraída jugueteando con la latita vacía. Estaba segura de que, ahora sí, él la estaba mirando. No resistió la curiosidad y levantó la vista. No se había equivocado.

_Hola _dijo él, cuando las miradas se cruzaron.

_Hola _contestó Caro, y sin saber qué hacer, se paró y salió corriendo para ir a buscar a Melisa.

De pronto, una sospecha la atravesó como un rayo. No podía ser... Se dio vuelta para verlo de espaldas ¡y él también se había dado vuelta y la estaba mirando! Carolina fingió no darse cuenta, y siguió su camino. El corazón, ahora sí, le saltaba en el pecho. No, no podía ser. "Ese" no podía ser el Gusano. Se había dejado impresionar. Pura casualidad que el pibe lo hubiera mirado con tanta atención. A lo mejor porque la había visto sola y estaba buscando a alguien con quien charlar. A lo mejor porque ella lo había mirado, y él creyó... Pero no, no podía ser el Gusano... ¿o sí?

Fuera como fuera, no pensaba hacer nada para averiguarlo.

Caro dice l Maria Ines FalconiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora