Little Things |My Bulimic Girlfriend|

1.

Diez años después

Todo sigue igual que antes. Con Eleanor seguíamos siendo mejores amigas, más de una vez nos enojábamos por estupideces pero igual seguiamos hablándonos. A veces creía que nuestra amistad se iba por la borda, pero intentaba sacarme ese pensamiento de la cabeza. Hace más o menos tres años, llego una chica a nuestra clase. Se llama Danielle. Ella al comienzo no me agradaba, ni yo a ella, por como veía. Nos fuimos conociendo más y hubo un tiempo en donde tuve una especie de crisis de amistad con Eleanor, donde no nos hablamos por tres meses. Sí, una tortura para mí. Danielle y Josh -otro chico que conocí hace tres años- estuvieron conmigo en todo ese tiempo en donde yo estaba muy mal. Pero había un solo problema, que me afecta. Eleanor y Danielle no se llevan muy bien, mejor dicho, no se llevan bien. Danielle intenta como ser simpática con Ele, pero ella como que la esquiva, y eso suele ser incomodo para mí. Sólo se dirigen minimas palabras. Es complicado ir con una un rato y después ir a hablar con la otra.

 ¿Louis? Mi mejor amigo cuando teníamos diez años se había mudado a Doncaster. Ahí estaba la mayor parte de su familia. Lo extrañaba demasiado. No teníamos mucho contacto por las redes sociales, ni contacto telefónico. Simplemente no sabía nada de él, era como si la tierra se lo hubiera tragado.

Cambiando se tema, Jessica había tenido dos hijos con mi padre, uno se llama Jillyan que tiene diez años y el otro Justin-nombre que Jillyan hizo ponerle por el cantante con el mismo nombre- , que tiene apenas cuatro. Cuando Jessica recién había tenido a Jillyan, había vivido con nosotros. Pero siempre pasaba de su casa, a la nuestra, ya por las peleas que tenía con mi abuela o con mi papá. Cuando era niña Jessica solía ser mala, demasiado mala conmigo. Jillyan rompía las cosas de la casa y siempre me echaban la culpa a mí, eso era lo malo de ser la hermana mayor. Con el paso del tiempo, Jessica fue cambiando y me fue entendiendo mejor. Ya no me gritaba, ni me regañaba por todo, en cambio siempre me acompaño en momentos importantes. Cosa que ni mi misma madre hacia.

Y sobre cosas de la escuela, ya empezaban a mirarme ya más chicos, desde que tenía trece. Y eso que a los nueve, adelgace. Ya era demasiado lo que tenía que soportar gracias a Perrie y todos sus amigos. Los odiaba. Todas las tardes antes de venirme a casa seguían dejándome galletas debajo de mi mesa, o en mi casillero con notas. Al principio pensé que era una broma pero luego eso se transformo en una costumbre. Decían que había perdido muchos kilos, pero yo seguía encontrándome gorda, y más con las palabras de Perrie. Y para mantenerme lejos de la gordura, tome un camino no muy bueno...

El despertador a mi lado. Otra vez al puto instituto. Por lo menos ahora la única que me molestaba era Perrie, el estúpido de Malik y... Harry. Él aún me gustaba, y demasiado. Había salido con algunos chicos, no tantos, pero la cosa es que ninguno logro sacar a Harry de mi cabeza. Ninguno. Me levanté a penas, me cambié y salí como siempre a la cárcel de menores, como decían algunos.

-¡Hey! –giré a ver a Danielle, que me miraba con su estúpida y tierna sonrisa con brackets que tenía. Ya me imaginaba porque. –Venía en el autobus y mi amor platónico me miró, y no pude contener mi emoción así que me puse a reír como tonta y me caí del asiento. Sí, estúpido.

-A ti nunca te falla –reí. –No desearia ser tú en esos momentos.

-Sí, créeme que pasé una vergüenza enorme cuando se me quedó mirando cuando me enderece en mi asiento –hizo una mueca.

-Por lo menos no tienes una "madrastra" que cada vez que te ve, te da una pequeña charla sobre la adolecencia y bla bla bla –suspiré. –Jessica otra vez con la puta idea de llevarme a un ginecólogo. Y lo peor es que papá esta de acuerdo.