12.

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La nota decía: “¿Sabes? Sigo como un verdadero estúpido esperando que algún día te des cuenta que estoy aquí, contigo. Que te fijes en mí y te des cuenta de que te amo de verdad. Tal como eres. Siempre te lo he dicho y te lo diré. No me importa ninguna de las pequeñas cosas que tienes. Para mí tú eres perfecta. También soy un imbécil por no demostrarte mi amor como debería hacerlo y luchar por ti. Por favor, perdóname”

Eso era otra cosa que me tenía extrañada. ¿Por qué el anónimo me pediría perdón siempre? A veces hasta llegaba a pensar que se equivocaba de persona. Guardé las galletas en mi bolso con la nota y salí del instituto. En esta última semana no me habían mandado ninguna nota. De camino a casa saque algunas galletas y me las fui comiendo. Estaban realmente deliciosas. Luego recordé lo que me habían dicho en estos días.

“Gorda asquerosa”

“Mi auto se puede volcar por donde vayas sentada”

“Hey, no peso tanto como tú”

-Cerdo.

-Mira quien habla de cerdos.

Mire las galletas, luego mi estomago. ¡Pero qué estaba haciendo! Con esto iba a engordar. Mire asqueada las galletas y rápidamente bote las que restaban. Apresure mi camino a casa y al llegar salude a mi abuela y fui directo al baño del primer piso. Cerré con llave, me mire al espejo detenidamente. Además de gorda, me estaba volviendo fea. Me acerque al inodoro y me incline sobre este, introduje un dedo a mi boca. Como siempre. Ahora si que ya no quedaban rastros de las galletas dentro de mí. Lave mis dientes y manos, y al salir me dirigí hacia mi abuela que se encontraba sentada en el sillón del salón viendo televisión.

-¿Qué me cuentas? –me senté junto a ella.

-Que tu padre esta cesante –hizo una mueca.

-¿Me estas jodiendo? –pregunte casi sin poder creerlo.

-No –negó con la cabeza. –Lo acaban de despedir hoy. Acaba de ir a ver a tus hermanos –volvió su vista al televisor. –Sabes que tu tío no gana mucho dinero en su trabajo.

Nos quedamos en silencio. Ahora más que nada tendría que consideras la idea de trabajar. Pero, ¿quién le daría trabajo a una chica de quince años y sin experiencia de nunca a ver trabajado? Me costaría un montón conseguir uno. En una tienda ni jodiendo me dan trabajo, haciendo limpieza soy un completo desastre, de mesera con solo dos bandejas se me caería todo… y de niñera, no estaría mal.

-¿Sabes? He estado pensando en trabajar –me acomode.

-¿Así? ¿En qué?

-De niñera –sonreí. –No estaría tan mal.

-Ser niñera es mucha responsabilidad –frunció el ceño. –Además, tú dices que con tus hermanos es suficiente. Es como tener al cuidado diez niños.

-Sí, tengo en cuenta que es demasiada responsabilidad –dije sonando seria. –Y con los indigentes esos que se hacen llamar hermanos, son unos diablos. Son insoportables, es algo distinto. Pero aún así los amo y adoro a los niños –reí.

-Bien –rió conmigo. –Como digas. ¿Y como harás saber a la gente que eres niñera?

-Pues… –pensándolo bien, no sabía como hacer eso. –No lo sé.

-Deberías poner un anuncio con tu número telefónico.

-¿Abuela, estas loca? Toda la gente se sabría el número de mí teléfono.

-Bueno, bueno –rió. –Tú ya veras como te las arreglaras.

-Pero claro que sabré como arreglármelas –me levante.

Little Things |My Bulimic Girlfriend|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora