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Abrí lentamente mis ojos, cerrándolos de inmediato debido al fuerte dolor de cabeza. Coloqué mi mano en la cabeza, aún con los ojos cerrados y me senté en la cama... ¿una cama? ¿Cuándo llegué a la casa de Josh? No lo recuerdo... y no creí el milagro de que me haya dejado dormir en su cama. Por mi parte, hubiera jurado que me mandaría a dormir con sus perros o en el suelo. Me encogí de hombros y giré mi cuerpo, colocando los pies en el suelo.

—¡Mierda! —gritamos al unisonó. Salté arriba de la cama, mirando al individuo delante de mí con los ojos como platos. —¿Qué hago aquí, contigo? —susurré, mirando hacia todos lados, como un gato asustado. El cuarto era azul claro, con la ventana a los pies de la cama, con unas cortinas del mismo color que las paredes.

—Estás en mi cuarto. —habló lentamente. —Has dormido aquí.

—¿Por qué? —fruncí el ceño y me senté suavemente en la cama. Me fijé en los dibujos pegados en las paredes. —Pensé que tu cuarto era más tétrico. La vez que entramos estaba todo oscuro y no me fijé bien.

—Jaja, que graciosa. —rodó los ojos. Luego su cara se suavizo. —¿No recuerdas nada?

Bajé la cabeza, recordando hasta lo último que pasó ayer.

—Sí. —asentí. —Pero recuerdo hasta donde me empujaron y me golpeé la cabeza. No sé como llegué a tu casa. —lo observé.

—Cuando te caíste, volví a golpear a Harry y lo dejé inconsciente. —se sentó a mi lado. Me tensé al escuchar su nombre. —Lo dejé ahí y salí corriendo hacia mi moto. Te llevé al hospital, pero ahí me dijeron que no era nada grave. Sólo un chichón. Te traje a casa, no quería preocupar a tu papá y menos a tu abuela. —murmuró. —Perdón si hice mal, estaba asustado.

—No te preocupes,. —murmuré. Apoyé mi mano encima de la suya. —Gracias. ¿Tu mamá sabe que estoy aquí?

—Uh, sí. —rascó su nuca. —Cada vez que salgo y digo que volveré a casa, hay veces que se queda abajo esperándome. —se encogió de hombros.

—Ay, que vergüenza. —negué con la cabeza. Ahí fue cuando me di cuenta que sólo estaba vestida con una camiseta de él. Lo miré rápidamente, frunciendo el ceño.

—¡Oh, no te preocupes! —rió nervioso. —Mamá te desvistió y te colocó eso.

Asentí. Miré las sabanas y la almohada que estaba en el suelo.

—Por Dios, has dormido en el suelo. —murmuré.

—No importa. —dijo despreocupadamente, restándole importancia.

Lo observé por unos segundos.

—¿Qué hora es? —restregué mis ojos. Debía irme a casa pronto. Mi aliento apestaba.

—Quedan quince minutos para las dos de la tarde.

Mi cuerpo se paralizó.

—¡Mierda! —me levanté de inmediato, buscando con la mirada mis cosas. —Ay, Josh debe estar preocupado, le dije que dormiría en su casa. —coloqué una mano en mi cabeza, desesperada.

—Lo llamé antes de ir al hospital. —Zayn me retuvo por los hombros. —Cálmate, no le expliqué muy bien, pero lo entendió. Estaba bastante borracho... —hizo una mueca graciosa. Sonreí.

—Muchas gracias, Zayn. —murmuré.

Se hizo un silencio. Nos quedamos mirando fijo a los ojos, con sus manos aún en mis hombros. Lentamente los dos nos fuimos acercando. Miré sus labios, tan carnosos y rosados. Alcé la mano para acariciar su mejilla...

Little Things |My Bulimic Girlfriend|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora