Little Things |My Bulimic Girlfriend|

20.

-¿Por qué me haz estado ignorando?

-Tú eres el que me ignora a mí –me defendí.

-¿Yo? –dijo irónico. –Me miras y no me dices nada.

-¿Y qué quieres que te diga, Dan? –me crucé de brazos.

-No sé… por lo menos un hola.

-Hola.

-Por la mierda, no me jodas –gruñó.

-Acabas de decir que querías que te dijera hola, y te lo he dicho –rodé los ojos.

-¡Agh! No entiendes –frunció el ceño.

-No, claro que no te entiendo.

-Yo soy el que no entiendo porque cuando te besé, te pusiste así –miró sus pies. – ¿Te pusiste así porque tienes novio, no es así? Ayer lo vi cuando vino a buscarte.

-No, no es porque tenga novio –lo miré a los ojos. –Un beso para mí es importante, Dan. No es cualquier cosa. Y tú que yo sepa, no te tomas nada en serio.

-No me conoces –murmuró.

-Tampoco tú a mí –giré la perilla para salir. Seguro atascado, mierda. – ¡Abre esta cosa!

-¿Quieres saber como realmente soy? –ignoró mi orden. – ¿Quieres ver como es la vida de mierda que llevo y por qué realmente soy así?

-No –pero la respuesta era sí. Yo era bastante curiosa y me intereso saber las razones por la cuál Dan era así. Duro y malo.

-Como quieras –Dan abrió la puerta y antes de que saliera por completo, me tomó de la cintura y me colocó en su hombro. –Te llevare igual.

-Mierda, Dan –gruñí. –Por tu culpa reprobare todas mis asignaturas. Siempre me haces perder clases.

-Clases que no son importantes.

-¿Cómo lo sabes, eh?

-Ahora tenías Biología.

-¿Cómo sabías que tenía Biología? –fruncí el ceño.

-Porque esa clase te toca conmigo –me bajo. –Solo que nunca te das cuenta de mi presencia.

Eso pasa, que nunca te das cuenta de nada.

Ya me estaba hartando el hecho de que todos dijeran que nunca me daba cuenta de las cosas. Pero… ¿Cómo nunca me había dado cuenta de que con Dan compartía clases? Ahora sí me consideraba tonta. Miré a Dan quien me estaba indicando que me subiera a la moto. Dan rodó los ojos y subió el primero. Imité su acto sentándome detrás de él y colocando mis brazos alrededor de su cintura. En todo el trayecto, ninguno de los dos hablo. Y no sabía por qué mierda le había hecho caso y me había subido para no sé a donde con Dan. En serio, no me entendía para nada. Hacía cosas y luego me preguntaba a mí misma por qué las hacía. Era una completa imbécil.

Dan aparcó su moto en frente de una pequeña casa de solo un piso. Miré hacia mi alrededor y el barrio en donde nos encontrábamos se veía algo… donde solo habitaban delincuentes. No era por ofender a Dan, pero así se veía además de algo pobre. Y no es que yo tuviera una casa de lujo, pero las casas aquí se veían demasiado pequeñas y desarregladas. Me bajé de la moto y seguí a Dan quien se había bajado segundos antes. Abrió la puerta y se hizo un lado indicándome a que pasara. Y como había dicho, la casa era pequeña. Pero no se veía tan descuidada como se veía desde afuera.

-¿Dan? –una niña de pelo castaño claro, ojos celestes y de tez blanca salió de una habitación con un bebé en brazos. –Pensé que llegarías tarde –se dio cuenta de mi presencia y retrocedió.